Winchester (UK).
Junio de 1999.
Margarita Puertas del Campo era una niña especial desde el punto de vista escolar. Mientras alcanzaba las más altas calificaciones en inglés, el resto de las asignaturas las aprobaba con un cinco pelao. Extraño caso, sí señor. Su fama hace mucho que trascendió las puertas del colegio. De hecho, los señores de Informe Quincenal pidieron permiso a sus padres para hacer un reportaje sobre su vida. Y fue ella la que se negó: «No hay tele en el mundo que franquee the door of the The Doors», dijo la puñetera niña, que era muy suya, dejando a su padre fastidiado; él, que quería fardar de haber salido en un programa de élite.
Como ven, a Margarita le gustaba referirse a su familia como The Doors, quizás por ese toque rockero que todos llevamos dentro. Aunque, un pelín esnob sí era la niña; por ejemplo, en lugar de «segundo de ESO», a ella le gustaba decir que cursaba second of THAT, con retranquita despectiva.
Un buen día su madre encontró en el buzón una carta que sorprendió a toda la familia. El sobre era espectacular, con un pedazo de emblema que decía: Winchester Royal Organization of Notable Girls-WRONG. «Mira, Jeremías —le dijo a su marido—, esta carta tan elegantosa debe ser para la niña porque va dirigida a Miss Daisy Doors of the Fields». Jeremías, el pobre, no dijo nada porque desde lo de Informe Quincenal se había picao mucho con la niña. Y además, estaba viendo un partido. Margarita abrió el sobre y quedó encantada al ver la solemne invitación que contenía. Una carta, en papel a todo meter también, explicaba que en honor a los esfuerzos realizados por Margarita, la WRONG deseaba agasajarla invitándola a dar una conferencia en la sede de su organización: Winchestershire. «¡Qué horror!», exclamó su mamá. «¡Pues se nos va a poner en un pico!», remató don Jeremías, que era auditor y muy mirado para los dineros. «Qué va, daddy dearest, ellos corren con todos los gastos», le consoló la niña que, en cuanto podía, metía un gazapo en inglés.
Total, que, al cabo de los días, mientras madre e hija hacían la maleta, por azares del destino, algo ocurrió que cambiaría la vida de Margarita. Fue más o menos así:
—A ver, niña, ¿cuántas bragas llevas? —inquirió la madre.
—Pues tres, mamá, que sólo son dos días.
—Ni hablar, Marga, mete ocho que no sólo hay que ser limpia sino parecerlo.
—Pues no tengo tantas limpias.
—Sí que las tienes, están tendidas. Anda, ve a por ellas.
Margarita se alejó murmurando algo por lo bajini y su madre aprovechó para colocar en la bolsa de mano lo que creyó que era lo más avanzado en alta literatura inglesa. Un libro que ella misma había comprado en El Torpe Inglés, la mejor librería de idiomas.
Cuando despidieron a la niña, ambos cónyuges no imaginaban que el avión tendría un retraso de cuatro horas. ¿Por qué no lo supusieron, si es lo normal? Pues vaya usted a saber, tampoco es ahora el momento para darle más vueltas. Al cabo de dos horas, la niña, hartita ya la criatura de esperar, recordó la frase de su madre: «Te he puesto algo en la bolsa, una sorpresita, por si te cansas». Ella pensó que sería un bocadillo de chope de Micky, su favorito, pero no. Era un extraño libro. Sus bonitos ojos recorrieron la portada unas diecinueve veces más o menos: From Lost to the River. «Esto no tiene sentido en inglés —se dijo alarmada—. A ver si ahora va a resultar que no me lo sé todo». El caso es que, mientras pilotos, controladores y personal de tierra competían para ver quién fastidiaba con más retrasos, Margarita tuvo tiempo de empaparse bien el libraco.
Sus tiernas neuronas sufrieron un colapso, su cerebro se esponjó como, por ejemplo, una esponja; sus sólidos principios gramaticales se fundieron y su extensísimo vocabulario se fue al garete cual barquito de vela en medio del huracán «Rosi». Pero después de semejante torbellino mental, renació un nuevo ser: más realista, más equilibrado, más cabal, más lógico, más juicioso, más cuerdo, más mejor.
Sin dudarlo un segundo rompió el discurso que tenía preparado y escribió otro, inmenso, incomparablemente más brillante que el anterior. Lean, lean:
Leidis and Yentelmen, gud deis bai de morning:
Mai neim is Deisi Dors of de Filds. Mai fada Yeremi güorks for a veri important compani neimd: PRECIO CASAGUA. Mai moda, Deisi as güel, jas franky in anoda multinashional: FELIPES. I gou tu a veri nais escul col The Blac Leidis and ai estodi sencond of THAT.
Ai ounli get jai marks in inglish. In de rest of de sobyects ai dont guiv a sitck. Dats guai mai moda, probabli on bad me1k, put mi in tu kiks in de escul neimd “Trai aguen” güer dispait peing de gould and de muur, mai mental pai is estil from a zousand pers of bols.
Mai fada puts mi tu fol from a donki güen ai get bad marks bat mai moda ses “dont guorri Yeremi is de terquis eich estop giving de biting tu de nena and zrou de breik Madalenou bicos yu ar in deinyer of javing el patatus atac”.
Ai am an op güiz de Viryin so ai oupen maiself to guiv a volt güiz mai tronquis. Normali we meik a big bottle in de garden. On Saterdeis de garden is from can tu can so ai guiv maiself de tenderloin güiz mai boifrend in De Ritairment parc.
Mai jobis ar: films of Jaime Bono and Cartuns of Los Perdernales. Ai olso laik veri moch miusic espeshiali Las Puertas, for ovius famili risons and “Tú también”. Ai lov compiuters, main is a Manzana.
Yes, I jav tu admit in front of yu dierest odiens dat ai sei lait big güords like: Esneils! Shells! Baskets! Cork! etc. Aguein, noubari is perfect.
Afta lisening to dis yu mei zinc dat ai am jier bai de feis bat ai promis dat ai am not fish in inglish. In fact ai am a monsta: Ai espic fromlostian inglish.
Güell güi jav tu güet dis uan, lets jav a drink, ai bot a botel of faiter güain in de diuti fri.
Zenc yu and jier pis and afta glouri.[3]
La ovación fue cerrada. Nadie jamás en la WRONG había escuchado un inglés de tal nivel. De hecho, con mucho recato, le pidieron el discurso para estudiarlo a fondo. Y el caso es que, paradojas de la vida, nunca sospecharon que el inglés del discursito era absolutamente eso, WRONG.
A la vuelta, Margarita decidió coger un taxi y, oiga, tardó menos.