ESPE-DIENTES DE AJO

En un canal de televisión de La Mancha de cuyo nombre no pienso olvidarme —es el mundialmente famoso Canal de la Mancha— trabaja, desde hace cinco años, Esperanza Royo Royo, una mujer intrépida, una mujer peculiar, una mujer extraña, una manchega fromlostiana y diferente.

Espe presenta cada semana Expediente M un programa sobre asuntos sobrecogedores, dicen unos, y «mu rarismo»., dicen otros. Pero el programa es conocido por todo el mundo en la zona como Espedientes de ajo. ¡Jo con la boquita de Espe!

Güester y yo conocimos a Espe cuando un buen día nos llamó a la RAF, la Royal Academy of Fromlostian.

—Veréis —nos dijo— yo tengo que contaros unos casos paranormales. Estoy en Madrid y me gustaría veros.

No lo dudamos, lo paranormal nos atrae. Interrumpimos sin dudarlo la solemne sesión de la RAF, cerramos la botella de whisky, recogimos las cartas y tiramos a la basura los ceniceros repletos de colillas. Apenas habíamos terminado, apareció Espe, que se declaró ferviente fromlostiana desde un primer momento, y una de nuestras más fieles seguidoras en Castilla-La Mancha. ¿Que cómo es que nos hemos ido a fijar en Espe?: muy sencillo: es simpática, la chica vale y apoyamos a los que nos apoyan; incondicionalmente, oiga. Además nos contó algunas cosas sobrecogedoras. La cita terminó siendo un encuentro en otra fase.

Lo que voy a contar a continuación es verídico. Word! (¡Palabra!)

Hopy of The Blot, go for you! (¡Espe de La Mancha, va por ti!)

EXPEDIENTE DE AJO 1

El caso draculín

Tiruri… tiruriiii… tiru, tiru, tiruriii…

¡Ex-pe-dien-te E-me! Un programa local para toda La Mancha. Los asuntos más turbios, más escalofriantes, más misteriosos sucedidos en la tierra de don Quijote. Expediente M. Con ustedes Esperanza Royo… Royo.

Tiruri… tiruriiii… tiru, tiru, tiruriiii.

—Señoras, señores, buenas noches. Lo que voy a contar sucedió en los sesenta en mi pueblo. De este caso, aunque sólo tengo como prueba unas fotos, unas cartas y poco más, puedo hablar con seguridad. Su protagonista fue mi primo Francis.

Espe se emocionaba cuando contaba este episo dio. El pueblo era grandecito y Francisco, al parecer, era de los mozos más espabilados. Tenía fama de ser alto, apuesto, guapetón y resultón… hasta que abría la boca (debía ser de familia). No sabía por qué el maestro le había puesto de pequeño como apodo «el Drácul»., pero el caso es que todos se lo llamaban.

Y no lo supo hasta que se apuntó a inglés en la academia de idiomas Rustic, al mismo tiempo que cursaba perito agrónomo. En Rustic inglés, lo que se dice inglés, no les enseñaban, pero eso sí, tenían un carro de películas y los alumnos se lo pasaban pipa viéndolas. Un buen día les anunciaron que iban a ver Drácula. Francisco estaba como loco antes de empezar la proyección pero se mosqueó bastante al ver a Cristopher Lee arrimándose a una moza muy aparente.

—Por lo del arrimo no puede ser pues yo no me como un colín, ¿cómo lo conseguirá? —pensó.

Nada más comenzar el mordisqueo, el chupeteo y el lucimiento de colmillos, Francisco asoció, echando leches, y le gritó a su compañero de butaca:

—¡Coño, si yo tengo más piños que ese tío! Qué jodío el maestro, por eso me puso «el Drácul».. ¡Jodé, entonces soy vampiro!

Efectivamente, don Enrique, su antiguo profesor, era hombre culto y había visto mucho cine. Siempre le decía:

—Qué colmillitos gastas, Francisco, y encima me llevas la insinia del Valencia con ese murciágalo. ¡Ay Draculín!

¿Qué más se puede decir de Francis, además de que tenía buenos piños y que efectivamente era del Valencia? ¡Ah, sí!, que tenía fama de ligar poco. Pero aquel día, después de ver la película, salió convencido de que su sex appeal estaba en sus colmillos.

Pobrecillo. Lo intentó y lo intentó. No había moza en el pueblo a la que no le hubiese enseñado la dentadura y ni una le hizo caso. Más bien le huían, pues a la vez que mostraba sus colmillos imitando a Drácula les decía:

—Uhhh! I love you lamb! (¡Te quiero, cordera!)

Y es que el Drácula hablaba fromlostiano sin saberlo y de vez en cuando soltaba frases a sus colegas, logrando que éstos le miraran con cara de asombro y alguno le decía:

—Jo, Drácula, eres la leche.

A lo que él replicaba:

—The milk, my friend, the milk.

Una tarde de sábado en el salón de baile del pueblo, que estaba de bote en bote, sucedió un episodio definitivo en la vida de Francis. Venía éste ya un poco colocadito; vamos, hasta las trancas, y le dijo a su amigo Chuspi:

—Chuspi, el dancing está from can to can (el baile está de bote en bote). Hoy triunfamos, tío. ¡Uhhhhh!

Y le enseñó los colmillos a la vez que le echaba un aliento de tintorro insufrible.

Una vez dentro sus voces se confundieron con los sonidos de La Yenka y su olor a tintorro y sobaco, rural-rural, se confundió con otros tantos aromas rurales-rurales; asín eran algunos bailes en los sesenta.

Pues bien el Francis, que le tenía echado el ojo a la Araceli, la hija del señor alcalde, logró bailar con ella una de las lentas, una de aquellas en las que el achuchón, apretón y restregón servían como paso previo para la bofetada o el revolcón en la era o en el pajar.

—Hola, Ara, qué buena estás. ¿Quieres bailar conmigo?

—Bueno, Drácula, ¿por qué no?

Y ahí la cagó la pobre Araceli. ¿Cómo se le ocurrió llamarle Drácula en tal situación? ¿Sabía ella lo que se le venía encima? ¡No!

—Ara, ¿quieres que te hable un poco en inglés y te haga lo que vi el otro día en una película?

—Qué cosas tienes, Drácula, pues claro, sabes que me gustan tus cosas. Háblame bajito al oído y hazme eso, pero pronto que estoy nerviosa.

—Bueno, pero luego no te quejes. To me over there films (A mí, allá películas).

En el tocadiscos sonaba Mis manos en tu cintura, de Adamo; el caso es que el Francis se emocionó y se lanzó.

—You are my little lamb prefe, you put me donky, donky. ¡Uhhhh! (Tú eres mi corderita prefe. Me pones burro, burro).

No se entretuvo en preámbulos. Ni corto ni perezoso le atizó un bocado de órdago en todo’ el cuello. La pobre Araceli dio un berrido horroroso. El muerdo fue de esos que dejan huella: sangre, tres puntos de sutura, amén de suspensión del baile, intervención de la Guardia Civil, detención… En fin, fatal.

En el cuartelillo Francis no paraba de decir que eso lo había visto en el cine, que él era Drácula y que así se ligaba y además que ella se lo había pedido. El señor alcalde, con un cabreo monumental.

Araceli se quedó con un cierto aire nostálgico y al día siguiente se presentó ante el sargento, con ‘el cuello hecho un Cristo, a decir que le soltaran. En el fondo debió gustarle.

—Francis, mi Francis, mi Drácula, ¡qué bruto eres! ¿Sabes que me hiciste daño? ¿Sabes que me gustó?

—Ves, ya lo sabía yo; te iba a gustar. Ahora ya eres vampira. Ven que te endiño en el otro lado.

—No, cariño, eso déjalo para cuando seamos novios.

—Bueno, vale.

—¿Qué quiere decir eso de vampira?

—Que ahora te gustará chupar sangre, no te gustarán las cruces, ni los ajos, no te verás en el espejo… ¡Ah!, y serás eterna. En fin, the milk!, perdón: ¡la leche!

—¡Qué tonterías dices, Francis!

—Que sí, que lo he visto en una película.

Lo que no sabía el Drácula es que todos le iban a mirar fatal desde ese día. Dos días después le citó el alcalde en el Ayuntamiento:

—Mira, Francis, o Drácula, como quieras llamarte: que has estado fatal con mi hija y que te tienes que pirar de aquí una temporada.

—Pero don Arturo, que yo sólo quería alegrarla.

—Ni alegría ni leches, que te vas. Te doy tres días y no se hable más.

Los padres de Francis, avergonzados, le convencieron de que tenía que obedecer. ¿Qué podía hacer un chico de veinte años con sus estudios colgados? No lo tenía fácil. Su padre, agricultor de toda la vida, le dijo:

—Mira, Drácula, has llegao mu lejos. Yo pagándote estudios y tú no tienes mejor ocurrencia que morder a la Araceli delante de todos los mozos y mozas del pueblo. ¿Eres gilipollas? Pues no se me ocurre otra cosa que mandarte a Torremolinos hasta septiembre con el hermano de tu madre, tu tío el Cosme, el que trabaja de camarero en un hotel. Además como tú sabes inglés te será más fácil abrirte camino, allí hay muchos turistas, sobre todo ahora que viene el verano.

—Pero, padre, ¿y mis estudios?

—Ya está todo hablao.

Y así fue como empaquetaron a este Drácula hacia la Costa del Sol.

El Francis, ya metido en su papel, estaba obsesionado con sus piños y no hacía nada más que mirarse al espejo y hacer caritas y gestos. Su madre le sorprendió más de una vez.

—¡Santo Dios, qué desgracia! —lloraba.

El maestro, el que le puso el apodo, habló con el cura y sugirió un exorcismo, pero ya era muy tarde; el Drácula ya tenía hecha la maleta.

Francis se imaginó el mundo ideal que le esperaba la última noche que pasó en su casa y así se lo dijo a su hermano pequeño.

—Toni, que me voy a trabajar de Drácula a Torremolinos.

—¿Y cómo es eso Francis?

—Tú eres muy chico para entenderlo.

La verdad es que Francis estaba mosqueado, porque nada de lo que le pasaba al Drácula del cine le sucedía a él: ni le molestaban los ajos, se veía bien en el espejo y hasta iba a misa. A él lo que le gustaba era arrimarse a la Araceli en concreto y a las mozas en general.

A la mañana siguiente su madre, llora que te llora, le acompañó al autobús de La Rápida, y así se lanzó el Drácula a la vida.

Nada más llegar a Torremolinos se fue a dar un paseo y por poco se rompe el cuello de mirar y mirar a todos lados. Pero sobre todo se fijaba en la cantidad de chicas guapas, y en bikini.

Después de varias horas vagando, se presentó en el bar del hotel donde trabajaba su tío Cosme y como no sabía qué decir, pensó que sería mejor decirlo en inglés:

—Good afternoon, mister Cosmic?

Nadie le hizo caso. Por fin se presentó ante él un camarero y le dijo:

—What do you want?

—No, me Francis.

—Francis?

—Yes!

Y como en ese hotel había un combinado que se llamaba «Franci»., le atizaron un copazo de campeonato, de esos que echan chispas y tienen sombrillas. El Francis bípedo y colmilludo alucinó.

Ya entonadito, logró hablar con un camarero y se enteró de que su tío libraba ese día y solía irse con la familia al campo.

Se estaba haciendo de noche y tuvo que ir a buscar alojamiento. No llevaba mucho dinero, pero rápidamente pensó en sacar su papel de Drácula y buscarse la vida; ¡menudo pájaro!

¿Qué podía hacer el Drácula manchego? Lo primero asearse y dejar la maleta en algún lugar. Habló con el camarero que le atendió anteriormente y éste le dejó ducharse en su habitación y guardar allí la maleta, advirtiéndole que no le podía dar alojamiento y añadiendo:

—Figura, no te preocupes: lígate a una extranjera y dormirás calentito.

—Ah!, I can to pay in flesh?

—No te entiendo, tío.

—¡Ah!, pero tú ¿no hablas inglés?

—Yo me defiendo pero tú dices cosas muy raras.

—He dicho pagar en carne, está clarísimo, to pay in flesh, ¡je, je, je! El Drácula sonrió, lució su dentadura y se relamió.

Al muy cerdo hasta se le cayó la baba. Una vez aseado y con buen aspecto salió del hotel en busca de víctimas. No lo dudó ni un minuto, junto al hotel había una sala de baile, Rita’s, y allí se coló.

—Let Rita do it (que lo haga Rita) —pensó.

Durante un buen rato estuvo apostado al pie de las escaleras de entrada y a cada tía buena que pasaba ante él le espetaba:

—My name is el Drácula. You like my pine-nuts? You dancing? My dribble fall for you! Uhhhh! (Mi nombre es el Drácula. ¿Te gustan mis piños? ¿Bailas? ¡Se me cae la baba por ti!)

Y el muy cerdo le enseñaba todos los piños al tiempo que se relamía la babilla que se le caía.

Dio sustos, hizo reír, tuvo algún problemilla, pero como hay gustos para todo y además tenía que dormir caliente no perdió la paciencia. Es incomprensible pero finalmente triunfó. Una guiri, bien puestecita, aceptó bailar con él. Debía tener cuarenta y pico… copas en el cuerpo. Era talludita y estaba de buen morder. Era inglesa. Todo comenzó con los saludos de rigor (mortis).

—Hello lamb, me el Drácula.

—Lamb? Oh lovely! My name is Carol.

No hicieron nada más que bailar un ratito y Carol, notando el estado de excitación que presentaba el Drácula, le invitó a ir a su hotel, que para más casualidad era donde trabajaba su tío. ¡Oh Carol! Pobre Carol. Menuda noche le dio. Le dejó el cuello como unos zorros.

—Shit, Drácula! Out of my room! (¡Mierda, Drácula! ¡Fuera de mi habitación!)

—Thank you. I pass it barbarian all the night with you, little lamb of my! (¡Gracias. Lo he pasado bárbaro contigo toda la noche, corderita mía!)

El Drácula ya había dejado su huella. ¿Pensaría Carol poner una denuncia o sería masoca y pediría más guerra? Eso no nos importa; que cada uno piense lo que quiera.

Después de bañarse en la playa, darse un paseo y tomar un café, Francis se presentó donde su tío, el Cosmic, que ya estaba poniendo desayunos en la barra.

—Hello, Cosmic. Jaguar you, digo, How are you?

—Hola, gilipollas. Ya me he enterao de la que has liao en el pueblo. ¡El Drácula!, valiente memez. Mira, te he conseguido un trabajo en este hotel, pero ojito: el hotel Playa Hermosa es serio y aquí no valen tonterías. A la primera vas a la calle.

—Pero tío Cosmic, si soy asín qué le voy a hacer. I’m the black chick-pea of the family (soy el garbanzo negro de la familia). Lo he visto en el cine. A ellas les gusta el bocao en el cuello y mire, mire qué colmillos tengo yo. ¿No le parece envelopecatcher, o sea, sobrecogedor?

—Pero bueno, ¿tú eres idiota? Tanto estudio de perrito autónomo y tanto ingle y me sales con ésas. Anda, vete a trabahá y pórtate.

Decidido a seguir mordiendo se presentó al jefe de recepción. Este, sin duda confundiéndole con otro recomendado, le dijo:

—Bienvenido, Francisco. Me han hablado muy bien de ti. Te vas a encargar de atender el servicio de habitaciones y minibar. Este hotel es muy serio y necesitamos gente como tú. Debes hablar en inglés siempre que puedas. Toma esta llave maestra y ponte las pilas, chaval. Estás en tu casa. ¡Ah! ¡Y cuidado con las clientas! Algunas se te comerán con la vista, porque eres joven y apuesto, ¡ja, ja, ja!

—No se preocupe, señor Rece. Rece usted por las clientas; ¡uuuh!, y le mostró todos los piños. They are going to know what a comb is worth. (Se van a enterar de lo que vale un peine).

Suerte que don Rece no le vio. La carita que se le ponía al Drácula cuando mostraba los colmillos era de aterrorizar.

Lo de Francis fue coser y cantar. Poco a poco se fue llenando el hotel de clientas con tiritas en el cuello, pero ni una sola puso denuncia. Como cualquiera puede imaginar, no sólo mordía. Francis estaba haciendo un verdadero máster en Draculismo.

Estos últimos detalles se los contó a Espe en varias llamadas telefónicas.

—Please, Francis: room 224!

Y allí llegaba Francis relamiéndose y diciendo por lo bajinis:

—Big fox and new account! (¡Zorrón y cuenta nueva!)

Hasta doble y triple parche llegaron a llevar algunas. Toda la segunda planta llegó a estar parcheada, pero lo mejor aún no había llegado. Francis quería rollo y se compró un diccionario para ir preparando frases.

En el fondo no estaba muy satisfecho pues todos sus ataques terminaban en un aquí te pillo aquí te muerdo. Una vez preparado, cuando ya estaba terminando su primera quincena, volvió a la carga. Por la noche ensayaba en su habitación, diciendo frente al espejo cosas así:

—Hello, little trunk. You are like a bread of Viena. I go to put myself the boots, and purple, and I go to put you overlooking Toledo. (Hola, tronqui. Estás como un pan de Viena. Me voy a poner las botas, y morao, y a ti te voy a poner mirando a Toledo). ¡Pero antes voy a chupar y morder tu cuello, como Drácula que me llamo! ¡Uhhhh! —siempre tenía el detalle de decir unas palabritas en castellano.

No había tía que se resistiera. El servicio de habitaciones iba de miedo. Le subieron el sueldo. Recibía felicitaciones por todas partes. Las tiritas se agotaban en la farmacia de al lado.

Todo iba muy bien hasta que Francis sucumbió a los encantos de una rubia despampanante de extraño caminar. Estaba llegando el final del verano y había concentrado todas sus fuerzas en ligarse a aquel monumento. Todo su plan estaba preparado. Llegó su noche. Era sábado, por eso dijo:

—Saturday, little saturday, clean shirt and little dust! (¡Sábado, sabadete, camisa limpia y polvete!) Francis contó a Espe que la rubia se alojaba en la habitación 222; esto puede parecer poco importante, pero no lo es. La rubia, que sabía bien sus intenciones, llevaba pidiendo un zumo de naranja a las doce de la noche, tres noches seguidas. A la cuarta, Francis entró en la habitación y apagó la luz. Se hizo la oscuridad. Comenzaron las palabras de rigor. Ella estaba en la cama, él se desnudó y le soltó las palabras que tenía ensayadas. Ella le contestó y le invitó a sumergirse entre las sábanas. El mozo entró al trapo. Acarició su cuerpo y dijo algunas nuevas frases que le salieron del alma.

—Eres la mejor, my queen. Qué cuerpazo, así me gustan a mí las mujeres. Voy a ponerte…

Poco después un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La rubia le estaba acariciando su espalda. Francis yacía boca abajo. Ella encendió la luz de la mesilla y él volvió su cabeza pues notó que ella era él. Justo le dio tiempo a coger la ropa y salir pitando. Ya en el pasillo se vistió, se miró a un espejo y se dijo:

—Today at two candles, but let them take away my dancing! (¡Hoy, a dos velas, pero que me quiten lo bailao!)

Espe tuvo correspondencia con Francis, nos enseñó las cartas de éste. Parece ser que en una de las cartas ella le cantó las cuarenta.

—Más o menos le dije: mira, tú ni Drácula ni leches. Tienes unos piños como teclas de piano, como toda la familia, y eres un salido, pero de draculismo nada de nada, que yo entiendo de eso.

Francis presumía ya de dominar su trabajo y se lo decía a todo el que lo quisiera oír:

—I control this hotel with the cap. (Controlo este hotel con la gorra).

Cuando le tocaba currar en el bar no se cortaba de pedir a su manera las consumiciones en la barra. Se hizo famosa su versión del Manolo, dos con leche y uno solo.

—Malone, two with milk and one alone!

Una mañana, mientras servía el aperitivo a un grupo de extranjeros, Francis vio cambiar su suerte.

—Hello, Francis!, do you remember me?

Era ella, bueno era él, bueno, lo que fuera, el de la última noche. Claro que le recordaba, cómo no le iba a recordar. Estaba con un grupo de tres seres más, todos tenían gafas de sol y lucían una sonrisa especial. Francis dio un salto y dijo:

—You are, you are…

—Yes darling: room 222.

El pobre Francis temblaba, al tiempo que los de la mesa se reían.

—Bueno, Francis, vale de hablar rarito. Sabemos hablar como tú, from a thousand pairs of balls (de mil pares de pelotas). ¿Puedes hablarnos un poco en tu inglés?

Y Francis respondió:

—Of course of the horse! (como naturaca de la vaca, pero con caballo).

Pobre mío, ahí se cayó con todo el equipo. Sin que nadie se lo explicase, él y los cuatro seres se elevaron sobre la piscina, empezaron a volar, vaya, y cuando estaban en el aire desaparecieron.

—Dicen que mi primo gritaba; «Throw me one hand, please! I’m hung». (¡Échenme una mano, por favor! ¡Estoy colgao!) Veis, ahí tuvo razón —razonó Espe.

—Y ¿qué? —preguntamos.

—Nada, que desapareció.

—Pero… ¿No hiciste averiguaciones?

—Sí pero no puedo daros datos. Es un tema reservado.

Aquí termina lo que contó en el programa.

—Menudo chasco —pensamos.

A partir de aquí las cañas comenzaron a jugar su papel. Bebimos y bebimos y le tiramos de la lengua. Después de un buen rato habló. En principio no le gustó mucho que se divulgara, pero la verdad es que estas historias no se las cree luego nadie. Así que aquí va el verdadero final:

—Bueno, realmente sí he sabido algo más de él. Este sobre llegó a mis manos hace unos días. No importa quién me lo ha dado. Leed y entenderéis por qué os he contado todo esto sólo a vosotros. Entonces sacó un sobre de su bolso y nos lo dio. Estábamos inquietos, curiosos, impacientes. Al cogerlo en las manos, nos lo pasamos el uno al otro y notamos como un movimiento o vibración. Parecía tener vida. Dentro había una carta y una foto, o algo parecido. La carta estaba escrita sobre algo similar al papel, pero no como lo conocemos nosotros, es difícil describirlo. Decía lo siguiente:

«Dear Hopy: (Querida Espe:
Don’t look for the turns to this letter. I’m overthere; in other world, in the Planet WRUF, in other galaxy. No le busques las vueltas a esta carta. Estoy p’allá; en otro mundo, en el Planéta WRUF, en otra galaxia.
Thirty years ago… we take the UFO with some people, as funny as a green dog, ugliest than beating a father with a sweat sock, and, at the voice of “Openeahcabra”, we open ourselves_ from the Planet Hearth, to dry stick! Hace treinta años… tomamos el OVNI con unas personas, más raras que un perro verde, más feas que pegar a un padre con un calcetín sudao, y a la voz de «Abracadabr»., nos abrimos del Planeta Tierra, ¡a palo seco!
Do you remember the little rare of the room 222? Was the captain, a beach queer, as queer as a crippled pigeon, but nicette. During the trip I’m crying to skinned cry: please, stop the cart! But nor milks. ¿Te acuerdas del rarito de la habitación 222? Era el capitán, un marica de playa, más marica que un palomo cojo, pero majete. Durante el viaje yo gritaba a grito pelao: ¡por favor, para el carro! Pero ni leches.
Now I live like a priest, to my wides. I move myself like Peter at home. Here the time give of yes the strip, now I’m the same than thirty years ago. Ahora vivo como un cura, a mis anchas. Me muevo como Pedro por su casa. Aquí el tiempo da de sí la tira, ahora soy el mismo que hace treinta años.
This planet is a monkey fact. This whistles well. Here the silliest makes clocks. All people is people well. Este planeta es una monada. Esto pita bien. Aquí el más tonto hace relojes. Toda la gente es gente bien.
I send you the letter and the picture by UFO way, with my little colleage Xrtw; don’t scare you. Do you want to know some little Wrufito, no? Is very salted. Te mando la carta vía Ovni, con mi coleguita Xrtv; no te asustes. Tú querías conocer a un pequeño Wrufito, ¿no? Es muy salao.
I hope to return some year, but by the moment it is not possible because I have a bar, of little canes and covers, and now go like a shoot. Espero volver algún año, pero de momento no es posible porque tengo un bar de cañitas y tapas, y ahora va como un tiro.
Buenof mes despritdo nenspañols, que vers que me saolvidao casi. Aqufn hablan como tescrito, mu parecscidso a cosmo yos hablams en inglé; ¿tacuerdash? Aj! fiharten la foto: ¿nostoy elmimo? No the disgo na de mi famlilia, daquín se ver too, cuando son diash clarros. Se les ve mu bien. Tustas mu guapas. Bueno me despido en español, que ves que se me ha olvidado casi. Aquí hablan como te he escrito, muy parecido a como yo hablaba en inglés; ¿te acuerdas? ¡Ah!, fíjate en la foto: ¿no soy el mismo? No te digo nada de mi familia, desde aquí se ve todo, cuando son días claros. Se les ve muy bien. Tú estás muy guapa.
Ums bueso de tur primor Francish, aquín me ñaman Frrr». Un beso de tu primo Francis, aquí me llaman Frrr).

En la foto se veía quieto a Francis pero lo más increíble es que se veía pasar a personajes rarísimos. Era una foto con movimiento, con sonido y con olor. Realmente era indescriptible. Ninguna forma ni ningún color eran familiares, nada ajeno nos resultó humano. Bueno, no es verdad; Francis estaba delante de un cartel en el que ponía: «Bar the Drácula of The Blot». (Bar El Drácula de La Mancha).

Cuando terminamos de leer nos miramos. Estuvimos callados un rato. Luego exclamamos:

—¡Fromlostiano en el espacio! Pero Espe, esto está escrito en fromlostiano y…

—Y viene de otro planeta.

—¿Pero es verdad? ¿Es posible?

—Así son las cosas, amigos.

—¿Podremos conectar con ellos algún día?

—Yo me veo con ellos con mucha frecuencia. Quieren conoceros. Les he hablado de vuestros libros y me han dicho que los esperaban y que ya os veréis; que estéis al loro.

Tal como os lo cuento, asín nos lo contó Espe. Word! (¡Palabra!)

EXPEDIENTE DE AJO 2

La gallina de los huevos del loro

He seleccionado el segundo caso de los que nos relató Hopy of The Blot porque nada más conocerlo se nos puso flesh of hen (carne de gallina), nunca mejor dicho.

Espe tenla una red de informadores espléndida. Nadie se movía en La Mancha sin que ella fuera la primera en enterarse. Una tarde recibió un misterioso mensaje de uno de sus contactos que le hizo ponerse en marcha.

«Dear Espe: Pepe Bermúdez have a pair of eggs, that may coast an egg. F P». («Querida Espe, Pepe Bermúdez tiene un par de huevos que pueden costar un huevo. F P»).

A Espe le sorprendió. Los Bermúdez eran una pareja muy corrientita. Él, José, o Pepe, o Pepito, trabajaba en el campo y ella, Ceci, regentaba una tienda de comestibles. No tenían hijos. Y eran aficionados al fromlostiano. También eran muy aficionados a los animales. Pero no podían tener hijos, ni perros, ni gatos, como las otras parejas corrientitas, porque tenían alergia (a los perros y los gatos, queremos decir). La ausencia de hijos tenía que ver con una vez que Pepe se pilló con una puerta. Pero ésa es otra historia.

Para sustituir a este otro tipo de mascotas —niños, perros, gatos, en fin— habían cogido la costumbre de sacar a pasear a sus gallinas ataditas con una cinta. Y cuando iban de viaje siempre se llevaban a una de ellas, Consuelito, ellos la llamaban Withlittlefloor. Era la más simpática y lista. Con ella habían visitado ya desde el monasterio de Montserrat hasta el Valle de los Caídos. Withlittlefloor respondía con su Co-co-ri-có a los saludos que todos le hacían.

Espe olió que ahí podía tener un gran caso y se presentó en el bar del pueblo, donde sabía que podría encontrar a Pepe. Efectivamente, allí estaba tomándose un chato de vino. Espe se plantó ante él y le espetó:

—Pepe: me ha dicho un pajarito que tienes ún par de huevos muy interesantes.

En el bar se hizo un silencio sepulcral. Pepe se quedó pálido. Espe no se cortó un pelo, pero prefirió seguir en fromlostiano, era más discreto.

—If you have eggs, show me your eggs. (Si tienes huevos, enséñame los huevos).

Pepe recuperó el habla:

—Walk, that do you have firewoman ideas! Order eggs to come to the bar with these! (¡Anda que tienes ideas de bombera! ¡Manda huevos venir al bar con éstas!)

—I don’t walk with little ones; don’t be big eggs. I am a journalist and I don’t care one egg to come to the bar or to your house. (Yo no me ando con chiquitas; no seas huevón. Soy periodista y me importa un huevo venir al bar o ir a tu casa).

—Ok then: let’s go to my house.

Por el camino Pepe le fue contando a Espe la historia de sus huevos. Se trataba de dos huevos de tamaño menor que los habituales de las gallinas. Los había puesto Withlittlefloor después de un episodio… peculiar.

—Fue en Madrid. Habíamos ido de excursión un fin de semana y decidimos visitar el zoo. Nos llevamos a Withlittlefloor, siempre viajamos con ella. Estábamos viendo encantados todos los bichos, sin ningún problema. Pero en la exhibición de las aves se formó un lío tremendo. Un loro vio a Withlittlefloor, dejó de hacer malabarismos, se vino hasta donde estábamos nosotros y…

—¿Y qué?

—La violó sin que pudiéramos hacer nada por impedirlo.

—¿Cómo? —dijo Espe.

—Pues muy sencillo, como lo hacen las aves, el macho se pone encima, la hembra debajo…

—No ya, si me lo imagino —interrumpió Espepero…

—Hemos llegado.

Saludaron a Ceci y los tres pasaron al corral. Allí estaban Consuelito y sus compañeras. Consuelito estaba incubando y consiguieron que se levantase. Por fin Espe vio los huevos de Pepe. Eran francamente inusuales, por su colorido, que era el vivo retrato de la bandera inglesa. Uno se había roto.

—Creo que es mejor que saquéis de aquí el que queda, Dios sabe qué animal pueda nacer. Sería conveniente ponerlo en una lata con algodones y con una bombilla dándole calor.

Espe se despidió y quedó en volver.

Así fue como se salvó de la ira del corral el huevo que quedaba de aquella violación pública y humillante de la pobre gallina.

Los Bermúdez siguieron el consejo de Espe y cuidaron con esmero el huevo.

Una tarde oyeron un ruidito y corriéron a mirar la lata. Un pollo había roto la cáscara. Era horrible: tenía un pico grueso, unas patas cortas, tan gordas como inútiles; cuando abría los ojos daba miedo su mirada. Le dieron de comer agua con pan, dejaron la bombilla encendida y se fueron a la faena.

—¿Y cómo llamamos a este bicharraco?

—¿Qué te parece William?

Salieron a sus trabajos respectivos.

Cuando regresaron por la noche fueron corriendo a verle. Willi estaba dormido sobre los algodones.

Los días fueron pasando y el loro fue aprendiendo a comer sin ayuda el pienso que traía Ceci de su tienda. Algo les tenía mosqueados. Las cacas de William eran bolitas de colores, rojo, azul y blanco.

Pasaron más días y una mañana cuando se despertaron oyeron una vocecita que decía:

—Rum, please! My rum, please!

Acudieron a la lata y vieron a Willi mirándoles y diciendo una y otra vez:

—My rum, please, come on, come on, hurry up, my rum, please! (¡Mi ron, por favor, vamos, vamos, deprisa, mi ron, por favor!)

Incrédulos ante lo que sucedía, pusieron en unos platitos unas gotas del ron que tenían, que era de Jamaica, y un poco de comida. El loro comió y bebió sin rechistar, seguidamente eructó y se echó a dormir.

Por la noche no podían dar crédito a lo que oían. Una vocecilla canturreaba sin parar:

—When the Saints go marching in!…

Era Willi. Se tiró cantando la misma canción tres horas, cada vez más bajo, hasta que se durmió; ¡y no podían cerrar la tapa!

Cuando se calló, se acercaron y le vieron plácidamente dormido. A las dos horas, Willi se subió de un brincó al borde de la lata y comenzó a gritar:

—Pepeee, Pepitouuuu, di Mallorca!!!, Ceciliaaa, you’re breaking my heart!! (estás rompiendo mi corazón) FIESTAAA!!! Come on my rum, please!!!

Los pobres Bermúdez le dieron el ron y sólo entonces se calló y se durmió de nuevo. Ellos también se durmieron.

Cecilia le dijo a Pepe, al día siguiente, que tenían que aprender inglés para poder hablar con el loro, ellos sólo hablaban fromlostiano.

—Ni de coña —dijo Pepe—, con el fromlostiano tenemos suficiente.

Espe, oliéndose que ya era el momento de volver a intervenir, se presentó una mañana en casa de los Bermúdez.

—Buenos días: ¿Ha nacido ya el pollo? Pepito tiró de ella y la metió para adentro.

—Sí, por favor, y necesitamos ayuda.

—¿Qué animal ha nacido? —preguntó Espe. Y rápidamente escuchó una vocecilla que venía del interior de la casa:

—Pepitouuuu, Ceciiii, my rum, please!

—Espe, tienes que ver esto, pero mejor mira desde fuera sin que él se entere.

Se quedó de piedra. Para poder estudiar el fenómeno se ofreció a enseñarles algunas palabras en inglés a cambio de poder ir de visita a su casa cuando quisiera, eso sf: nada de cámaras, ni fotos ni vídeo; se comprometió a tomar sólo notas.

Todos creyeron conveniente que el loro no viese a Espe, por tanto ella actuaría entre bastidores.

Lo que no sabían los Bermúdez es que Espe llevaba un grabador y fue registrando conversaciones; algunas se reproducen literalmente en esta historia.

Nuestra amiga le fue enseñando a Pepito algo de inglés. Lógicamente el loro, que daba muestras de ser más listo que el hambre, también aprendía fromlostiano. Así que entre lo que iban aprendiendo Pepito y Willi, pronto surgieron ciertos diálogos entre ambos. Reproduzco algunos gracias a las cintas que nos prestó Espe. Palabra que nos impresionó. La primera de las conversaciones registrada fue la siguiente:

—Good morning William.

—Good morning Pepitou.

—Shit yourself, little parrot!

—No, Pepitou, no shit.

—Are you an edge, Willi? (¿Eres un borde, Willi?)

—No Pepitou! Are you a fucking bloody bastard, Pepitou? Don’t touch me the peak! (¡No Pepito! ¿Eres tú un jodío bastardo, Pepito? ¡No me toques el pico!)

—Are you in the turkeys age? (¿Estás en la edad del pavo?)

—No, I’m in the parakeets age! (¡No, estoy en la edad del periquito!)

Había pasado ya un mes de parrafadas interminables en inglés fromlostiano entre Willi y Pepito. Willi aún no tenía plumas, tenía sólo plumón.

Un dfa soleado William les sorprendió cuando después de comer dio un vuelo por el salón ‘y se posó sobre una lámpara con todo su plumaje reluciente. De golpe, el plumón se hizo pluma. Era la bandera británica hecha loro. Igual que la cáscara del huevo del que había nacido. Increíble pero cierto.

Por suerte para ella, Espe visitó a los Bermúdez esa mañana. Cuando entró en la casa Willi decía sin parar:

—Sex, sex and drugs and rock and roll!! Please, my rum, sex, sex, sex, female parrot, sex, sex!!

El pobre Pepe le preguntó, recordando el disco de los Beatles:

—William: All you need is love? (William: ¿Todo lo que necesitas es amor?)

El loro le miró con cara de mala leche y le espetó:

—Shut up, bastard! No love!; I said sex, sex, drugs and rock and roll! (¡Calla, bastardo! ¡Amor no!; ¡he dicho sexo, sexo, drogas y rock and roll!)

Ceci lloró como una Magdalena.

—Dont cry for me, estupid, and try for a little female parrot, now, I need a little helmet. (No llores por mí, estúpida, e intenta encontrar una lorita, necesito un casquete).

Ellos no entendían nada. Willi hablaba fromlostiano. Un día le pillaron mirando con mucha atención From Lost to the River.

—¿Pero tú puedes leer?

—Yes, gump; I know your fantastic book from pe to pa. (Sí, bobo, conozco tu fantástico libro de pe a pa).

Espe, que no daba crédito a lo que veía, pidió permiso para quedarse a dormir y no hubo problema hasta que Willi la descubrió.

—Who are you, female lizard? (¿Quién eres tú, lagarta?)

—Me, Espe, Hopy for you, bird of account. (Yo soy Espe, para ti. Hopy, pájaro de cuenta).

—Bird of account? You are tawdry as a cabbage with tie, aunt! (¿Pájaro de cuenta? ¡Tú eres más cursi que un repollo con lazo, tía!)

Espe se dio por vencida. Antes de irse a dormir les dijo que debían ponerlo en una percha y tratar de darle cariño.

Aquella noche no pudieron pegar ojo, entre las canciones del loro y la preocupación porque pudiera llegar alguien y descubrir todo si lo escuchaban. En un momento Ceci dijo:

—Pepe, ¿qué hacemos? ¿de dónde vamos a sacar una hembra de loro?

William les dio la solución:

—If not posible female parrot, no matter gallinas. To dip or not to dip: that’s the question! (Si no es posible una hembra de loro, no importan gallinas. ¡Mojar o no mojar: ésta es la cuestión!)

—Pero ¿también entiendes castellano?

—Only joder, borrachou, sexo, drogas, fiesta, juerga, siesta, do you want some more?, ah, ah, ah!!, little bastard, catetou!! We are the champions!! Where is the female lizard?

—¿Espe? —dijo Pepito.

—No grites, duerme a pierna suelta.

—Do you want to tell me that Hopy is sleeping loose leg? What a carriage, night is young! (¿Quieres decirme que Espe duerme a pierna suelta? ¡Qué carroza, la noche es joven!)

A Pepe se le estaban terminando el ron y la paciencia. Para colmo de despropósitos, como no entendió lo de la percha, puso al loro en una, pero de la ropa, y lo metió en un armario. A hard day’s night! (¡Qué noche la de aquel día!) Todo fueron palabrotas y no pegaron ni ojo.

—Bastards! Son of a bitch! Fucked! Open the door now! (¡Bastardos! ¡Hijos de perra! ¡jodíos! ¡Abrid la puerta ahora!)

Después de pasar a Toledan night (después de pasar una noche toledana), cuando estaba amaneciendo, Pepe le dijo a su mujer:

—Mira, Ceci, a lo mejor lo de las gallinas es un apaño. Al fin y al cabo es hijo de loro y gallina. Yo ya no aguanto más. Y dicho y hecho: agarró al loro, lo llevó al gallinero y le dijo:

Willi, ¿quieres conocer a tu madre?

—OK, Pepitou.

—Entra en el gallinero. Esta es Withlittlefloor, tu madre —le dijo Pepe enseñándole a Consuelito, a la que sacó del gallinero, por si acaso—, menudo hijo te ha salido, Withlittlefloor.

Willi vio a su madre por primera vez y dijo:

—My mother? What a strange mother! She looks to me like an egg to a chestnut, Pepitou! And you, mother: you don’t say a cheep? (¿Mi madre? ¡Vaya madre más rara! Se parece a mí como un huevo a una castaña, Pepito! Y tú, madre: ¿no dices ni pío?)

A lo que Consuelito respondió:

—¡Co-co-co-co-ri-có! (¡Qué desgracia, señor!)

Era domingo y Pepe y Ceci se quedaron junto al gallinero para ver el efecto. Espe observaba desde una ventana. Fue demoledor. Se lo hizo con todas las gallinas, e intentó hacérselo con el gallo pero éste no se dejó.

A media tarde, con el gallinero más tranquilo se acercaron y vieron una tierna escena: William Sex Appeal había echado una de sus alas sobre una gallina jovencita de color rojo y amarillo, a la que ellos llamaban la Españolita.

—Mira, si parece que se quieren, dijo Ceci.

—Cómo que parece, si él le está hablando al oído, a saber qué le dice.

—Out, she is my hen, my wife, my love. Rum, rum and sex. (Fuera, es mi gallina, es mi mujer, es mi amor. Ron, ron y sexo).

Gracias a su micrófono de alta sensibilidad, Espe pudo grabar esta conversación entre Willi y la Españolita, cuyas palabras tradujo un experto:

—With you bread and onion. (Contigo pan y cebolla).

—¡Co-co-co-co-cocoooo! (¡Qué bueno eres!)

—You want more? Yes? (¿Quieres más? ¿Si?)

—¡Co-Co! (Yes! Yes!)

La cosa se fue relajando y al caer la noche entraron a recogerle, menudo lío. Pepito le dijo:

—Come here, don Juan. Hollow the wing! (Ven aquí, don Juan. ¡Ahueca el ala!)

El loro se negó a salir si no era con la gallina y ellos no querían dejarle allí, así que esa noche, y muchas más, la Españolita y Willi durmieron juntos en la casa, en dos perchas que Ceci colgó de una cuerda de tender en el lavadero.

Espe se largó bastante impresionada y con un documento extraordinario. Era mucho más de lo que ella podía esperar.

William Sex Appeal se llama ahora Guille Pecho Loro, or William Parrot Chest.

La audaz reportera nos contó este caso y hace unos meses fuimos a conocerlo, justo cuando hizo el reportaje sobre él para su programa.

Los Bermúdez nos confirmaron toda la verdad.

La foto de la portada de Speaking in Silver es la prueba. ¡Es el mismísimo William the Sexy, Guille Pecho Loro!

EXPEDIENTE DE AJO NUMERO 3

To the parrot!

El tercer expediente que seleccionamos de la increíble Hopy of the Blot trata de extraterrestres. En esta ocasión contamos con imágenes grabadas en el lugar de los hechos.

Cuando comenzamos a estudiar este caso, sentimos una voz que nos decía:

—Here is something special…

Y de verdad sentimos que había algo raro, mientras revisábamos una y otra vez el vídeo que comenzaba como siempre con Espe:

—… En un lugar de La Mancha de cuyo nombre no logro olvidarme…

Por lo visto una mañana se encontraron un agujero muy grande en el campo, debajo del puente de la carretera comarcal, por donde ya no pasa ningún río; y un montón de hierros negros retorcidos y quemados, y mal olor y cosas raras. Todo el pueblo quedó sorprendido. El señor Rufo recordó:

—Ayer por la noche vi unas luces de colores sobre el puente y endispués cayeron y al chocar contra el suelo se oyó un gran ruido y gritos muy extraños y unas palabras en un idioma rarísimo.

El Rufo se lo dijo al alcalde, y éste, que era un listillo, avisó a Espe —a él le gustaba mucho Espe— creyéndose que se trataba de un ovni que había impactado en sus tierras, o sea, que olía a otro expediente M.

Nadie en el pueblo había oído ni hablar de esos temas. Era un pueblo pueblo.

Cuando Espe se enteró, llamó a Madrid al secretariado del congreso de ufologfa, que casualmente se desarrollaba en esos momentos en la capital, y pidió un especialista. Espe se trasladó rápidamente al lugar de los hechos con Benito, su novio y cámara del programa.

Desde el congreso mandaron al profesor Mr. Simon of the Bear, miembro del British Tufo (Trust for the Unidentified Flying Objets), venido desde Londres.

Qué mal lo pasó don Simón hasta que logró entender lo que había ocurrido en aquel lugar, y eso que él hablaba algunas palabras en español.

A su llegada al pueblo Mr. Simon fue a ver al alcalde, don Miguel, que se presentó tal que así:

—Pues muy buenas don Simón. Yo soy Miguel Moreno Salido; Moreno por parte de padre y Salido de madre. Soy el presidente de los Viejos Verdes. El apellido está a mi favor. En mi campaña siempre pongo en el cartel: ¡Vota al Moreno Salido! ¡El alcalde por los Viejos Verdes!

—¿Ecolougistas?

—¡No hombre no!, en este pueblo votamos cuatro gatos…

—Four cats? ¿Los gatos votar en España? —No, hombre no, quiero decir que somos muy pocos, y hay dos partidos solamente: Las Marujas y los Viejos Verdes. ¿Entiende usted lo de viejos verdes?

—Yes, the Old Greens. ¿Antiguos militares chaquetas verdes?

—No, antiguos golfos y mujeriegos. —Y… ¿Las Marugas?

—Pero si aquí no hay gas, he dicho Ma-ru-ja, ja, ja, ja, ¿entiende?

—Sí, muchas risas.

—Este no se entera de na —murmuró el alcalde—. Mire, aquí nos alternamos en el poder; unos años ganan ellas y otros, nosotros.

—Buinou, me Mister Simon of the Bear. Investigou para el Tufo.

—¿Tufo?, pues lo mismo se ha confundío. La Espe es un poco gili.

—Nou, nou, nou confundio Espei. Ufo en inglish is coumou ovni en españoul, and Tufo is the Trust for the Unidentified Flying Objets. ¿Comprender?

—Bueno, mister Tufo, vámonos a ver al Rufo.

—Oh! Rufo is como UFO?

—¡No!

Al cabo del rato llegaron al pueblo, en una furgonetilla multilatas, Espe y su novio, el Benito. El coche llevaba pintado a mano este letrero:

Canal de la Mancha.

Unidad Móvil Número Tres.

El alcalde y don Simón habían ido a buscar a Rufo y desde casa de éste se dirigieron al lugar de los hechos.

Allí estaban ya Espe y Benito tomando imágenes. Al llegar se saludaron:

—Hola, señor alcalde —dijo Espe.

—Hola, monada, ca día estás más rica. Y tú, Benito, no te me pongas celoso y sigue a lo tuyo.

Al pobre Benito se le movía la cámara cada vez que oía estas cosas.

Don Miguel los presentó y Espe comenzó su trabajo:

—Mire, don Simón, aquí la tele.

—Ah! yes, ti-vi!

—Mira, Beni, éste también la vio.

El Beni, que ya no aguantaba más bromas, se plantó y dijo:

—Asín es mu difícil trabahá. Me se sale to de foco.

—Tranqui, Beni. Good, good morning, mister Simon, mi Espe and camera Beni, from Canal de la Mancha.

—Oh!, from Jersey.

—No, no he traído el jersey, hace mucho calor for jersey, today for rebequita only.

—Ah!, me no comprendou.

—Mire, don Simón, éste es el Rufo, el testigo de cargo.

—Yo no cargo na de na, señor alcalde, no empiece con sus gracias; a ver si encima voy a tener que recoger yo toa esta chatarra —protestó Rufo.

Mister Simon, con ganas de entrar en materia, preguntó:

—No rastrou of the bodys?

—No, señor, no hay rastro de los ésos. ¿Ca dicho, nena?

—No sé, este señor sólo habla de ropa.

—Ha dicho que no hay rastro de los cuerpos —dijo el Beni.

—Pa cuerpo el de tu novia, qué rica está, ¡je, je! —dijo el alcalde.

—Quierou un versión oficial.

—Eso está hecho, ya empiezo a entender inglés. Anda, Rufo, cuéntale a don Simón y a los del Canal de la Mancha lo que viste anteanoche —le animó el alcalde.

—Vale, pero primero quiero yo sabé algo: pues vera usté, don Simón, ¿es usté el del vino? Porque a mí no me joda que pa vino el que tenemos aquí, ¿me oye? Pa vino el de La Mancha.

—No, Rufo, don Simón viene de muy lejos —dijo Espe— y no es el del vino, él es Simón del Oso.

—Anda mi madre, entonces este tío es el señor madroño.

—No, don Rufo, este señor viene desde Londres y su apellido en nuestro idioma significa del Oso.

—¡Anda leches!, ya decía yo que todo esto era mu raro. Pues verá, don Oso; la otra noche estaba yo meando afuera de mi casa, ya era mu de noche, sabe usté. Pues eso, de pronto veo unas luces de colores por cima el puente y de seguida que unas emprincipian a bajá, echando leches y echando hasta chispas, y de repentes ¡¡ZAS!!, ¡un golpetazooo bajo el puentee!, ¡uuuna de fuegooo!, ¡unos grititos!, ¡¡i-i-i-iii-ii-i!!, y unas palabras mu raras, mu rarismas, en idioma extrañismo. A to esto el resto de las luces se pararon y endispués siguieron andando por cima del puente. Estuvieron paraos unos veinte minutos. Alguno bajó desde lo alto.

Tenían luces como de linterna potente. Al rato se escuchó un ruido en mi corral, como el ruido de un ventilador a toa leche, usted ya me entiende. Entonces grité: «¡Fuera, chucho»!, creyendo pa mí que era un perro. Sin en cambio cuando llegué al corral no s’había movido. Era un ser mu grande y con ojos mu negros. Entonces fui por la escopeta y pegué dos tiros al aire. Los de encima el puente arrearon por los cielos, el del gallinero disaparició y un montón de seres, ¡ay, señor, qué cosa me da!, se subieron pal monte gritando ¡iiii-iii-iiii! Y eso es todo. A la mañana siguiente vinimos aquí y esto que usted ve es lo que vimos nosotros. ¿Qué le paice?

—I don’t quite understand.

Espe dio un paso al frente:

—No se preocupe, que yo le traduzco al inglés. Verá don Simón, the other night, mister Rufus look for mister Roca, you know? He want to change the canary’s water. Then go out the house and then… a lot of lights from the sky, across the bridge over troubled water. Some lights went down throwing milks, and ¡Zas!, ¡iiii-iiii-iiii!; the other lights stop, tos stop, and luegou uncle Rufus escuchou some ruidos and look extrañou ser in the gallinas house and take the escopita y: pum, pum. Do you understand now?

—Really don’t understand. Who is mister Rouca, and the canary? I prefer no translation. Buinou, estou es very rarou. Veou, veou…

—¿Qué ves? —preguntó el alcalde.

—Un cousita…

—¿Con qué letrita?

—Señores, qué técnica tan interesante. En este momento el investigador y el señor Alcalde juegan al veo-veo —dijo Espe.

—Pero mi madre, ¿a qué juegan el señor alcalde y don Oso? —dijo Rufo.

—Están especulando —replicó Espe.

—¿Especuqué?

—Especulando, don Rufo, esto es muy importante en un expediente M, déjeles seguir especulando.

—Istou, pues la letrita no comprendou.

—Pues empiezo yo: empieza por M y termina por A.

—M… A…, nou.

—Yes, ma-ci-za, aquí: la Espe. Uno cero y Zamora de portero. ¿Has dicho especular, Espe?, qué graciosa eres. Espe-cular, muy bueno.

—Nou, you digou istas letras. Pareicen signous cirílicous —dijo don Simón señalando un letrero chamuscado.

—Pues el Cirilo la palmó hace la tira —dijo Rufo—. Yo me voy echando leches. Esto es cosa de las ánimas. A ver si el Cirilo ha venido en un carro de fuego de esos que decía el señor cura.

Mister Bear estaba casi a punto de abandonar, cuando Espe le espetó:

—Please, don’t walk with rodeos and don’t make the bear. What do you think? (Por favor, no se ande con rodeos y no haga el oso. ¿Qué piensa?)

—I think…

—Si, eso sí parece —dijo Rufo—, paice que hay zinc entre esa chatarra.

—Well, ejem, ya un poco harto, I think is a muy especial caso de UFO.

En éstas estaban cuando llegó la Guardia Civil.

—Buenos días, sargento Toledano. Y el alcalde dijo en bajito a Mr. Bear:

—Dígale: «me la tocas con la man»., pa saludarle.

—Mi la toucas con la manou, me mister Simon of the Bear.

El guardia, que ya conocía sus bromas, no le hizo ni caso.

—Pues verán, dijo, si puedo ayudar en algo. Se ve claramente que aquí ha habido un accidente. El puente roto, este montón de chatarra, el campo chamuscado… ¿Cuándo ha sido esto?

—Sargento se trata de un expediente M —aclaró Espe.

—¿Quién es usted, señorita? y… ¿de qué «». me está hablando?

—Yo soy Esperanza Royo Royo y trabajo con este chico —señalando a Beni— en el Canal de la Mancha, realizando el programa Expediente M. ¿Lo ha visto alguna vez?

—No, nunca. Y ¿quién es este señor que no para de mirar estos hierros retorcidos?

—Me, mister Simon of the Bear. I’m British.

—Well, I speak English. Who gave you candle in this funeral? (¿Quién te ha dado vela en este entierro?)

—Funeral? No, me investigar caso UFO.

—Dirá usted Rufo. ¿Qué pasa, Rufo? ¿Has hecho algo raro?

—Qué va, señor guardia.

—Bien, Ladys and gentelmens, me veo en la obligación de ponerme el mono, voy a llamar a un coche de atestado.

—To wear the monkey?

—Yes, mister Oso, I go to wear myself the monkey, el mono.

—Sí, éste es un pintamonas —dijo el alcalde.

—Pintamounas?

—Yes he said «female monkeys painte». —remató Espe.

En ésas estaban cuando desde el pueblo llegaron unos gritos terribles. Era la mujer del alcalde que huyendo, histérica, decía:

—¡Los peludos!, ¡socooorrooo!, ¡unos seres peludos, feísimos, nos invaden!

Todos acudieron corriendo al pueblo, menos Mr. Simon, muy británico él, que encontró un cartelón que decía: «Chimpancés del Circo Ruso».

Al llegar a la plaza vieron una tierna escena. Cinco chimpancés jugaban en los columpios.

Poco después todo se aclaró. Toledano, tras una llamada telefónica, les contó que un circo ruso, de gira por la región, había perdido, al cruzar el puente, el carromato de los chimpancés y al oír los disparos salieron pitando y pusieron la denuncia en Ciudad Real.

—Oh, I understand now por qué usteds decir put the monkey (ponerse el mono) and female monkey painter (pinta monas). Los invasores son only monkeys, like in Allan Poe’s, Street Morgue Crimes.

En este caso el expediente M no resultó muy M, pero fue divertido.

Para terminar la jornada el alcalde les invitó a todos a comer unas chuletas en su casa. Mientras se hacían, Peret y los Manolos sonaban en el casete con su Amigos para siempre.

Don Miguel le dijo a mister Bear:

—Ande, don Oso, échele un ojo a las chuletas.

—To throw one eye to the steaks?

—Yes —aclaró Espe—, a little eye.

—What a country!

El pobre mister Bear seguía sin entender nada, o al menos eso parecía.

Al final de la comida don Miguel propuso un brindis por Toledano.

—Brindemos por Toledano.

—¿Comou?

—¡Que brindemos por Toledano!

—Tú mi la tocas con la manou, ¡ja, ja, ja!

Algunos sí que aprenden deprisa.

EPÍLOGO:

¿Recuerdan que al comienzo comentamos que nosotros habíamos sentido algo extraño al ver las imágenes que nos mostró Espe? Enseguida van a entender por qué.

Cuando dábamos por abandonado el caso, volvieron a sonar las voces interiores que nos decían: «Here is something special…»., así que decidimos ver una vez más las cintas de vídeo, pero esta vez a cámara lenta. Fue entonces cuando descubrimos en una tapia del pueblo un grafiti que nos llamó la atención. Se podía leer claramente: From the * * 4u-+-Gü&Có: something special!! Enseguida, entre sorprendidos e iluminados, lo interpretamos como: «desde las estrellas para vosotros-+-Güester & Cólin: ¡algo especial!».

Nos quedamos atónitos y decidimos volver al lugar de los hechos. Alguna fuerza extraña nos guiaba. Por supuesto que en aquellos momentos no contamos nada a nadie, ni siquiera a Espe; ella se enterará cuando lea este libro.

El día acordado cogimos road and blanquet (carretera y manta). Estaba atardeciendo. Habíamos elegido esa hora para ser más discretos. Todos los del pueblo estarían en el bar echando la partida o viendo la tele.

Llegamos al lugar de la pintada y allí estaba ante nosotros. En el vídeo no supimos interpretar lo que significaba la cruz entre los dos guiones pero allí lo vimos muy claro: se trataba de marcar una grieta en la pared y justo en el centro de la cruz, dentro de la grieta, había algo más. Lo cogimos. Era un tubito metálico que se podía abrir. Dentro habla un material que nos resultó familiar. Nos dimos cuenta de que era igual que la carta que escribió Francis a su prima Espe, como he relatado en el primero de estos espeluznantes expedientes. Lo desenrollamos y… ¡sorpresón!: había un texto en fromlostiano que decfa lo siguiente:

«Dear Gil & Có: (Queridos Güester & Cólin:
We are two colleagues from Planet Wruf, who is in the fift pepper. The trip can be longer as a breadles day, but we know the secret to travel in the space to full rag and so we can to came here to full tablet. Somos dos colegas del Planeta Wruf, que está en el quinto pimiento. El viaje puede ser más largo que un día sin pan, pero conocemos el secreto para viajar en el espacio a todo trapo y por eso podemos venir aquí a toda pastilla.
We study the lenguajes of the universe and Espe, our friend, talk about the fromlostian (similar to the wrufian). So we decide to give a volt by the Planet Earth to contact with you, to talk about the incorporation of the fromlostian to the Wruf School of Lenguages, of good little roll. Estudiamos las lenguas del universo y Espe, nuestra amiga, nos habló del fromlostiano (parecido a la lengua wrufiana). Por eso decidimos dar un voltio por el Planeta Tierra, para contactar con vosotros, para hablar sobre la incorporación del fromlostiano a la Escuela de idiomas de Wruf, de buen rollito.
But we put ourselves purple with cups, a lot of ingots of orujo, what a pedal!!, what a big onion!!, and then we say: wide is Castille, but… the orujo and the night made the rest. Pero nos pusimos moraos de copas, muchos lingotazos de orujo. ¡Qué pedal!. ¡Qué cebollón!; y entonces dijimos: ancha es Castilla, pero… el orujo y la noche hicieron el resto.
And then, when we go to full milk, really throwing milks, or, if you prefer, singing melodies, the captain said: «Stop the cart! Stop the cart! Throw the brake, Mandrake». But it’s too late, babys, now it’s too late. Entonces, cuando íbamos a toda leche, realmente echando leches, o, si preferís, cantando melodías, el capitán dijo: «¡Para el carro! ¡Para el carro! ¡Echa el freno, Madaleno». Pero era demasiado tarde, muchachos, era demasiado tarde.
Then: CATAPLAS!!, our rocket impact with the car of the apes of the Rusian Circus, and so, we shit it!; better: the pigeon shit on us!! What a big brown! Entonces: ¡CATAPLAS!, nuestro cohete impactó con el carromato de los monos del Circo Ruso, y así, ¡la cagamos!; mejor: ¡nos cagó el palomo! ¡Qué marronazo!
Not to see even a mucus! What a big trunk! The rocket was made little years and to the red alive, and it coast an egg! ¡No se veta ni moco! ¡Qué trompazo! El cohete estaba hecho añicos y al rojo vivo, ¡y cuesta un huevo!
Now we can’t come home by finger nor by female duck. We need another rocket or fly by the cap, exactly by the beret; maybe you will see it. Ahora no podemos volver a casa a dedo ni a pata. Necesitamos otro cohete o volar de gorra, exactamente por la boina; tal vez lo veáis.
But… there is no bad that doesn’t come for good: we can to know you and you can to dedicate your books. Pero… no hay mal que por bien no venga: podemos conoceros y podéis dedicarnos vuestros libros.
The morning after the impact we let this message for you and we start to work, by telephatic way, to have some encounter close to you. A la mañana siguiente del impacto os dejamos el mensaje y comenzamos a trabajar, por vfa telepática, para tener un encuentro cercano con vosotros.
Now we are put ourselves purples of little canes and covers. We like spanish food an egg! Pure tit! Ahora nos estamos poniendo moraos de cañitas y tapas. ¡Nos gusta un huevo la comida española! ¡Teta pura!
When you take the message we will be near. We are funny as a green dog, but no problem with our aspect, we can change our look in two kicks, for don’t give the singing. Cuando cojáis el mensaje estaremos cerca. Somos más raros que un perro verde, pero no hay problema con nuestro aspecto, podemos cambiar nuestro aspecto en dos patadas, para no dar el cante.
Yours, Vuestros amigos,
Ktruly & Kyurm». Ktruly & Kyurm).

Nos quedamos mudos al terminar de leer el mensaje, que guardamos like gold on cloth (como oro en paño).

¿Sería verdad que mientras sucedían todos los hechos que nos contó Espe y posteriormente vimos en las cintas, tal vez desde lo alto del monte que había junto al pueblo, una pareja de seres de otro mundo observaba todo y luego nos dejó este mensaje?

¿Se trataría de una broma de Espe?

No habíamos reaccionado cuando de repente aparecieron dos tipos de tez blanquísima, con los ojos muy negros y muy pequeños una sonrisita mosquearte y la boina calada hasta las cejas. Vaya par de catetos, pensamos, íbamos a decir algo cuando de su boca ¡salió un bzzzzz! y enseguida comenzamos a recibir una comunicación telepática.

Eran ellos.

Hablamos de llevar el fromlostiano a su planeta y nos invitaron a visitarlo. Enseguida nos pusimos de acuerdo.

Estrechamos nuestras manos.

Les dedicamos los libros.

Nos tocaron la frente con sus manos, tenían una muy fría y la otra muy caliente, entonces vimos un montón de cosas clarísimas; fue impresionante.

Después se despidieron y se fueron como habían dicho en su carta: by the cap, o sea: de gorra, exactamente by the beret, o sea por la boina. Sus boinas empezaron a girar y desaparecieron en el cielo.

Nadie se había enterado, pero en realidad éste sí era un caso OVNI.

Nosotros y ustedes lo sabemos de primera mano. ¿Por qué? Simplemente porque ellos nos lo han contado.

Hay que tener amigos hasta en el infierno.