Agradecimientos

Quiero dar las gracias a Tina Bennet, por permitirme escribir otro capítulo feliz de mi vida y a Alexandra Machinist, por coger el futuro por los cuernos: eres la mejor agente literaria de este mundo y de cualquier otro. A Alex Clarke, desde el otro lado del charco, a pesar de que yo te he sentido cercano como si te tuviera en el patio trasero de mi casa, gracias. A Trevor Horwood, el rey de los correctores, gracias. Y a Denise Roy, por su amabilidad, sus rayos X y esfuerzo, gracias; eres un genio y nunca te lo agradeceré lo suficiente.

A Holly Kosisky, que leyó y releyó un manuscrito que no dejaba de cambiar, gracias por ser mi Bip.

A mi familia, amigos y mentores, sin cuyas contribuciones, grandes o pequeñas, esta sopa nunca habría arrancado a hervir; muchísimas gracias a todos. Pinckney Benedict, Duncan Black, Suzanne Brennan, Megan Brown, Eiren Caffall, Kim Cassidy, Margaret Clardy, Lindsay Feldman, George the Germ, Peter Gervickas, Laura Hawley, Gail Hemmeter, Tom Hemmeter, Jen Hill, Jeremy Hornik, Sarah Kavanagh, Deanna Kreisel, Joan Logan, Antonia Losano, Imke Meyer, Michael Moon, Margaret Robison, Jen Roder, Jordana Rosenberg, Mark Rounds, Heidi Schlipphacke, Laurel Schneider, Pat Schneider, Paul Schneider, Peter Schneider, Rebecca Schneider, Rosi Song, Georg Steinmeyer, Ellen Summers, Elizabeth Thomas, Michael Thomas, Sharon Ullman, Lelah Ridgway Vought, Matt Wright, David Young y Sandy Zagarell.

A mis alumnos, gracias por ser tozudos y brillantes, y los mejores lectores que conozco; gracias por amar los libros y por ayudarme a mantener la agilidad.

Y a Katie, cuyas visiones e ideas están repartidas por toda la novela como si fueran bellotas, gracias.