El objetivo principal de este libro es ofrecer una introducción a los problemas más importantes de la historia social romana a los estudiosos de las ciencias de la Antigüedad, de la Historia en general y de las ciencias sociales. Teniendo en cuenta este grupo de destinatarios, se explican ciertas generalidades y repeticiones, la limitación a unos cuantos ejemplos ilustrativos en la cita de las fuentes, así como el conciso aparato de notas, con preferente indicación de la bibliografía más reciente (que no tiene por qué ser necesariamente la mejor, pero de la que siempre pueden esperarse referencias a la literatura más antigua). En consonancia con el objetivo propuesto, esta exposición contiene muchísimos hechos y datos que para el especialista son de sobra conocidos —bastante a menudo, mejor que para el autor—. La pretensión de originalidad de un trabajo como éste radica, más que nada, en su esfuerzo por reunir esos hechos en una monografía e inordenarlos históricamente en una visión unitaria de la historia de la sociedad romana. Además, en especial los capítulos correspondientes a la época del Imperio se basan en resultados propios de investigación. Espero, por tanto, que el presente trabajo no sólo pueda servir como instrumento de ayuda para las tareas docentes, sino también que pueda suscitar ulteriores discusiones sobre la naturaleza de la sociedad romana en cada una de sus épocas y en todo el transcurso de su historia.
Cabrá, sin embargo, preguntar, y seguramente con razón, hasta qué punto este trabajo consigue realmente su propósito. Las dificultades «objetivas» para la redacción de este libro no residen primordialmente en la falta de fuentes sobre la historia de las relaciones sociales en la Antigüedad. Pese a la creencia ampliamente extendida en sentido contrario, en líneas generales las fuentes de la Antigüedad grecorromana para las cuestiones histórico-sociales apenas resultan más escasas que las existentes para otros problemas históricamente centrales. La cantidad y calidad de conocimientos que éstas nos brindan sobre la sociedad romana, es cosa que se pone de relieve no sólo en obras ya clásicas, como la de M. Rostovtzeff, «Sociedad y economía en el imperio romano», sino también en la plétora de excelentes estudios particulares ya sólo de los últimos cinco años[b]. Ello no obstante, hasta ahora no ha sido escrita ninguna «Historia social romana» completa y sistemática. Mientras que el autor de una «Historia de Roma» general y convencional puede recurrir a un número discrecional de modelos y hacer uso de las experiencias de un acrisolado genos de la historiografía, el autor de una «Historia social romana» ha de avanzar a tientas en un terreno por explorar.
Ya el título de este libro lleva implícitos tres problemas fundamentales. Si aquí se hace una propuesta de solución para cada uno de ellos, es con el convencimiento de que no podrá ahorrársenos ni la critica ni la discusión teórica detenida. Primeramente, en efecto, se plantea la siguiente pregunta: ¿Qué es, en definitiva, eso de historia social romana? Desde luego, no simplemente lo que nos quedase en un manual tras borrar de él la historia política; tampoco, por cierto, la historia de la sociedad como la suma de todas las posiciones y relaciones que resultan de la interacción humana, de la convivencia y del trato de los hombres entre sí, puesto que tal cosa sería equivalente al objeto de la historia total. En la concepción que preside este libro, el objeto de la historia social reside en las estructuras sociales de la sociedad, esto es, en aquellos factores permanentes que determinan su singularidad; los tales son reconocibles en los principios y criterios de división de una sociedad, en el propio sistema de articulación con sus distintos estratos (Schichten), estamentos u órdenes (Stände) o clases (Klassen), y finalmente en las relaciones recíprocas entre cada una de sus partes, debidas a los lazos sociales, a las tensiones y conflictos, a la mayor o menor permeabilidad de la estratificación, así como al hecho de compartir un marco político y un sistema de referencia comunes[c]. Sin duda, este planteamiento podrá ser tachado de insuficiente o equívoco, tanto desde la perspectiva de las ciencias sociales como también, a la inversa, desde el punto de vista de la historia antigua. Pero como modelo heurístico podría legítimamente servirnos en tanto no demos con un sustituto mejor.
La segunda cuestión vendría a ser la de cuál es el objeto de una historia social romana. La respuesta más socorrida, y por lo pronto justificada, sería sin duda la de que la historia social romana se identificaba con la historia de las estructuras sociales existentes dentro de las fronteras del estado romano. Empero, al menos en el marco del presente trabajo, no será posible entrar a considerar las situaciones regionales, como, v. gr., la estructura social de Egipto bajo dominación romana o la organización gentilicia de las tribus norbalcánicas o hispano-noroccidentales, del mismo modo que una historia del arte con el título de «Arte romano» no podría tratar exhaustivamente, por ej., el arte de Palmira. En primer plano de nuestra exposición figurarán las manifestaciones generales o al menos suprarregi onales de la vida social en la correspondiente esfera de dominación romana, con lo que las fronteras entre las manifestaciones de ámbito regional y suprarregional serán con frecuencia difíciles de establecer.
Finalmente, la tercera cuestión sería la de saber en qué sentido ha de entenderse como historia la «historia social romana». Los análisis estructurales nos proporcionan instantáneas o tomas del corte transversal de una sociedad en un determinado período y corren el peligro de proyectarnos una imagen estática de ella. Para una exposición que ha de vérselas con una evolución histórica de más de mil años, varias de estas instantáneas resultan necesarias, cuando menos una por cada época. Las épocas de la historia social romana comprenden los períodos de la sociedad arcaica, la historia de la República desde el siglo IV a. C. hasta la segunda guerra púnica más o menos, el cambio de estructura en el siglo II a. C., la crisis de la República, el Alto Imperio, la crisis del siglo III y el Imperio tardo-romano. Pero la periodización de la evolución social, al contrario de lo que ocurre con la historia política, es siempre particularmente difícil de establecer, ya que los elementos estructurales no nacen ni se vienen abajo de un solo golpe. Precisamente para evitar la impresión de que la historia social romana se compone sólo de una serie de instantáneas yuxtapuestas, se ha resaltado siempre en la medida de lo posible de qué manera las condiciones sociales de una época se generaban a partir de las de tiempos precedentes y hasta qué punto ellas preparaban a su vez el cambio social ulterior. El amplio tratamiento que proporcionalmente se ha dado al Alto Imperio se explica no sólo por caer en él las parcelas de especial interés para el autor; también mueve a éste el convencimiento de que el estudio de la sociedad romana durante esta época — tanto por el carácter de las fuentes y el estado de la investigación como también por su clara y relativamente estable jerarquización social— se presta a ser una magnífica introducción a la historia social.
El presente libro nació de las clases magistrales y seminarios impartidos en la Ruhr-Universität en Bochum durante mi actividad académica en aquellas aulas de 1970 a 1974. Sin el mucho estímulo y sin la crítica de mis colegas, colaboradores y especialmente estudiantes, no habría llegado nunca a hacerse realidad. A ellos esta dedicado en agradecimiento.