En Cataluña se llama casal al centro cívico de un pueblo. Corbera tiene uno junto a un parque donde los muchachos practican deporte y, con buen tiempo, las familias buscan el sol o la sombra y las parejas se cuentan ilusiones y mentiras al amparo de los árboles. El edificio, como todos, cuenta con un salón de actos y un gran bar, donde los domingos comen las familias, y los jubilados juegan a las cartas a diario. Unos pocos son todavía supervivientes de la Guerra Civil y estuvieron en la batalla.
En la planta inferior se custodia la colección de Pere Sanz. Más amada y también más modesta que la de un museo. De vez en cuando, llegan a ver la colección un autobús de turistas, otro coleccionista, un erudito o algunos curiosos. Si Pere está presente, se la enseña, si no está, desde el bar le llaman al móvil y acude enseguida.
Hay muchas colecciones sobre la batalla del Ebro, especialmente en esta comarca y en el Bajo Aragón, pero ésta es de las más notables, aunque su dueño sólo expone parte de sus piezas.
Sin pretensiones y también sin recursos, está colocada ordenadamente en tarimas y en el suelo, con una alarma que, en una ocasión, no fue conectada y permitió entrar a los ladrones.
Casi todo ha sido encontrado por Pere y sus amigos, aunque algunas piezas proceden de donaciones, intercambios y hasta de compras, como una gran ametralladora antiaérea Oerlikón con su afuste completo y sus ruedas.
Los objetos son múltiples, sin faltar los curiosos, como una caja de mimbre para proyectiles alemanes del 8.8 antiaéreo, un cóctel molotov de origen británico y un trozo del ala de un bombardero soviético Katiuska con los impactos que lo derribaron. A su lado hay una fotografía posterior del piloto, que, en aquella ocasión, salvó la vida.
Entre un gran número de armas y utensilios militares de todo tipo, imponen su presencia las fotografías de soldados de ambos bandos; una de ellas con una dedicatoria: «A mi querida Teresa, la quiere su José». Otra de un carabinero de diecisiete años, natural del pueblo, con uniforme de gala de elegantes pantalones y botas altas. Tuvo suerte y sigue vivo en Corbera.