Segunda ofensiva: Pandols

A pesar del optimismo de sus enemigos, los nacionales se habían preparado para tomar la sierra y cortar la carretera que unía Gandesa con Pinell. El 9 de agosto, Yagüe ordenó a su colega Camilo Alonso Vega que llevara a cabo la operación con la 4.ª División de Navarra, reforzada con el 10.º Tabor de Alhucemas y apoyada por una compañía de morteros pesados, otra de ametralladoras y un centenar de piezas de artillería, cuyos calibres oscilaban desde los 65 a los 155 milímetros.

Dado lo escarpado de Pandols, no pretendían escalarlo a viva fuerza sino aprovechar la noche para avanzar secretamente por los difíciles senderos que los acercarían a las alturas. Hay un camino que va desde Gandesa al santuario de la Fontcalda (primitivamente una capillita del siglo XVI, ampliada con una obra neoclásica del siglo XVIII) que discurre por la depresión que separa el Puig Cavaller, donde entonces estaban los nacionales, y la sierra de Pandols, que ocupaban los hombres de Líster. Hoy circulan por allí los excursionistas en su cuatro por cuatro japoneses, pero en 1938 era una mala senda sólo apta para caminantes.

Militarmente, se trataba de un itinerario suicida donde, si se adentraban los soldados nacionales, podían ser acribillados a mansalva desde las posiciones de los republicanos, que observaban los movimientos de sus enemigos en el llano, seguros de que, si intentaban escalar los farallones, podrían rechazarlos a pedradas. De modo que se abandonaron en la confianza de la posición considerada inexpugnable y descuidaron la vigilancia durante la noche.