En la tarde del 26 el soldado nacional F. E. llegó al pueblo, encuadrado en una batería de antitanques, pequeños cañones alemanes de 37 milímetros remolcados por un automóvil.
Villalba estaba dominada por el caos, a pesar de los esfuerzos del teniente coronel Capablanca, que se defendía con una bandera de legionarios y con los soldados de infantería que habían retrocedido dispersos hasta el pueblo, donde los habían reorganizado y enviado a los parapetos. Los combates eran muy violentos y los republicanos ya habían conquistado el cementerio y las primeras casas. El aire estaba martirizado por el ruido ensordecedor de las ametralladoras y, como los cables telefónicos eran cortados repetidamente, nadie conocía la verdadera situación y dónde estaban las restantes unidades. No llegaban las órdenes ni podían comunicar lo que pasaba en aquel caos donde la muerte llegaba zumbando en ráfagas inesperadas.
Escaseaba el agua y los legionarios la buscaban en las casas abandonadas por sus habitantes, que huían de los combates y los bombardeos. En cambio, había vino en abundancia. Los bebían en aquel infierno de pólvora, polvo y calor. Luchaban como demonios, sudorosos, excitados, valientes, medio borrachos. Se movían de un punto a otro del frente, para simular mayores efectivos, y trasladaban las pesadas ametralladoras a lugares inesperados, desde donde disparaban sorprendiendo a los republicanos.
La ventaja de los nacionales residía en que sus posiciones estaban más elevadas y los republicanos debían situarse en un terreno llano y fácil de batir. A pesar de todo, Villalba estaba semicercada y parecía a punto de caer. Los republicanos disparaban sus morteros desde Punta Targa y Quatre Camins. La población civil fue evacuada y el teniente Sigüenza, jefe de la batería de antitanques, ordenó a los alféreces que tuvieran preparados los vehículos para marcharse a toda prisa y salvar las piezas antes de que los republicanos tomaran el pueblo.
Advirtió a F. E. que se quitara la camisa de Falange que llevaba puesta, porque le crearía problemas si caía prisionero.