Paisaje para después de una batalla

Hace el Ebro una gran curva desde Fayón hasta Benifallet, con aguas que cubren siempre la altura de un hombre y llegan hasta los cinco metros de profundidad, en tiempos normales. La tierra más pegada al río es la comarca de la Ribera, mientras que la franja más seca, la que se eleva hacia el oeste, es la Tierra Alta.

El terreno que abraza está curva fue el escenario de la gran batalla de 1938, aunque no es un territorio dilatado, como tantos tableros de batallas célebres, sino una comarca relativamente reducida. Las primeras operaciones del cruce del río tuvieron como escenario la Ribera, pero el grueso de la batalla se dio en la Terra Alta.

En la parte norte se levantan los montes de la Fatarella, y más al sur, las tierras de Aliga y Picosa. Aguas abajo, el río queda separado de Cobera por la tierra de Cavalls y, de Gandesa, por la de Pandols. Pasado Benifallet, el terreno se abre y la corriente corre casi recta hacia el sur, como acortando camino para llegar hasta Amposta, donde se mete en el delta.

A medida que la guerra se acercaba, se intensificó la propaganda y se llevaron a cabo campañas para sensibilizar a la población y sumarla al esfuerzo de guerra. Aunque los actos masivos resultaban inútiles en los pueblos, de donde habían desaparecido muchos habitantes, de modo que las manifestaciones y los mítines quedaron prácticamente reducidos a Tarragona y Tortosa.

Finalmente, durante la primavera de 1937, las tropas nacionales atacaron desde Aragón. Los republicanos se retiraron combatiendo, volaron los puentes y se parapetaron al otro lado del río.

La Terra Alta y la Ribera cambiaron de mano y las personas más comprometidas con la República abandonaron sus hogares para refugiarse en la orilla izquierda. La guerra tomó realidad inmediata.