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Once de la noche en Zuma Key y no fue la brisa la que despertó a Alison, la rubia de diecinueve años que dormía desnuda entre las sábanas de la cama tamaño King que dominaba la habitación más grande de la casa. Estudiaba latín y arte en la UCLA y había conocido a Frank Sánchez en una fiesta en la casa de su compañera de cuarto hacía ya tres meses. Esta era la décima vez que salían y la segunda que se quedaba a dormir en la casa del jefe de Sánchez. Le gustaba el lugar, y medio en serio, medio en broma le había dicho a Frank que si Elías no regresaba de su periplo alrededor del mundo debería quedarse con la casa. Agregó que su padrastro era abogado y conocía suficientes trucos como para ganarle al sistema sin necesidad de pagar una cuota de hipoteca el resto de la vida.
—¿A cambio de qué? —le preguntó Frank, mientras terminaba el último cigarrillo de marihuana mexicana que le quedaba.
—Un compromiso más serio —dijo la muchacha, siendo totalmente directa.
El asistente del autor chileno solo respondió con una sonrisa, luego le indicó que mejor durmiera, que era tarde.
Nuevamente, no fue la brisa cálida la que despertó a la hermosa joven, sino la ruidosa melodía de «Into the void» de Nine Inch Nails que servía de tono al teléfono móvil de Sánchez.
—¿Quién llama a esta hora? —regañó ella.
—Ni siquiera es medianoche —justificó él, mientras identificaba el número de la llamada y se levantaba de la cama.
—¿Quién es? —insistió Alison.
—Nadie, negocios, no te importa, sigue durmiendo —enumeró Frank, mientras caminaba por el corredor de la casa hacia la sala cocina que ocupaba la mayor parte de la estructura y cuyas ventanas daban a una perfecta panorámica de las playas de California, el mar y la luna llena que se escondía en el horizonte, iluminando todo con la más pálida de las claridades.
—Espera —respondió Sánchez—, voy a echar a correr un encriptador, estoy pinchado, tengo que protegerte aunque me hables desde la Deep Web —contestó, mientras con los dedos de la mano activaba el Whisper System Redphone, una tan básica como segura aplicación para resguardar llamadas que operan sobre plataformas Android. La descarga no tardó más de un segundo, filtrando el llamado por otro canal. Si alguien estaba colgado a su LG solo recibiría estática y ruido molesto—. ¡Listo! —contestó.
Del otro lado de la línea y el mundo le contestaron que habían conseguido la información pedida y que le estaban enviado documentos a través de un mensaje de texto por ese mismo canal.
Y mientras Frank Sánchez revisaba los documentos, pensaba en que era necesario llamar de inmediato a Elías Miele. «Mierda», se dijo al recordar que su jefe estaba inubicable por seguridad y la única manera de restablecer contacto era esperar a que él llamara o escribiera.