[1] El autor se refiere aquí a la primera especie de residuos que Wilfredo Pareto asociaba en su interminable Tratado de Sociología General con aquellos individuos que, como el león maquiaveliano, eran portadores de la innovación y del progreso. <<
[2] El autor alude aquí al escritor madrileño Luis Puente, que con su novela El sincero fingidor alcanzó gran notoriedad en la España de finales del siglo XX. <<
[3] Según me tarareó el propio autor pocos meses antes de morir, en realidad estaba sonando Waltz for Debby. Quiero hacer notar este pequeño detalle a pesar de que para el caso —el lenguaje escrito en palabras— da un poco lo mismo. Sobre el tema de la música en la obra de Gilabert, véase el trabajo de Samuel Harrigan titulado The Music in the Novels of G. H. Gilabert. The University of New México, N.M.U Press, 2014. <<
[4] Hoy sabemos que el autor estaba familiarizado con los innovadores hallazgos de Massimo Piranesi en el campo de la terapia de la enajenación. Para Piranesi, la inmersión acuática a elevadas temperaturas produce en el ser humano una depuración espiritual, una reordenación de prioridades, que, en casos extremos, puede llegar a inducir al sujeto a un trance religioso de extraordinaria profundidad. La misma experiencia ha sido descrita por el neurólogo Arturo Homedes como una recuperación sucedánea del líquido placentario materno. <<
[5] En el original en catalán, la frase entre paréntesis es una traducción literal de otra de Borges, lo que nos ha animado a traducirla directamente con las palabras del autor argentino, que, en este caso, convierten la frase en castellano en el original del original. En lo sucesivo, obraremos de igual forma cuando vuelvan a repetirse casos similares. <<
[6] Alberto Paoli ha señalado que el autor hace referencia aquí al tema de los espejos en Borges. Como es bien sabido, a Borges le horrorizaban los espejos porque un día soñó que uno de ellos no repetía su cara sino la de Stevenson. Según Paoli, este temor, desde que Borges perdió definitivamente la vista, se reflejó en su afamada costumbre de palparse la cara en público. (Alberto Paoli, Gilabert y el género cíclico. The University of the Pacific, 2018). <<
[7] Israel Baal Shem Jr. ha puntualizado que esta última frase hace referencia al ser de Paraménides. Con memorable energía, Nils von Runeberg ha rebatido esta suposición esgrimiendo el «ser o no ser» de Shakespeare. <<
[8] El profesor Toshiro Fukuyama, recordando tal vez la influencia nefasta de Las desventuras del joven Werther de Goethe, ha señalado que la versión en CD ROM de la novela causó graves crisis de identidad entre algunos jóvenes japoneses, que se desdoblaron y se perdieron en ventanas sin saber luego regresar a su «yo» real. De forma mucho más arriesgada, Fukuyama atribuye también a la lectura de la novela algunas reacciones violentas como las protagonizadas por Inoco Tuhatsi y sus seguidores, que se sacaron los ojos para recitar de memoria a Homero y a Borges en público. Estas hipótesis impulsaron al gobierno japonés a prohibir López y yo considerando su lectura perniciosa para la salud mental. Toshiro Fukuyama, El síndrome Gilabert. Tokio, 2013. <<
[9] John Turner, en una página demasiado famosa, destaca el patente paralelismo entre esta novela de Gilabert y el seminal drama de Pirandello Seis personajes en busca de un autor. <<
[10] Unos días después de la muerte de Gustavo Horacio Gilabert, Jaume Palau, escritor y amigo personal del autor, publicó un artículo en el diario Avui en el que contaba que en una primera versión que su amigo le dio a leer de la novela, estos «finales descartados» se dilataban en cientos de páginas; así, los que aparecen: «sólo son la representación tipológica de una serie mucho mayor de ejemplos concretos que el autor decidió eliminar» (la traducción es mía). «Plorant al meu amic», Jaume Palau, Avui, 23 de abril de 2025. <<
[11] Harold Bloom ha notado aquí un conflicto paterno-filial en el propio autor. Según Bloom, este pasaje refleja la ansiedad de la influencia que siente Gilabert a partir de cobrar conciencia de su propio padre. Harold Bloom, The Gilabert’s Paternities in López and I (Yale Literature Review, New Haven, 2003). <<
[12] En la biblioteca de Tübingen se conserva una tesis doctoral, Die Kabalistiche Bedeutung der Nummer Neun (La importancia cabalística del número nueve) de Marcelo Yarmolinski, en la que se explica por qué en la cultura anglosajona se eleva de siete a nueve el número de las vidas del gato. <<
[13] Para Stéphane Mallarmé, la historia universal es un libro que escribimos y en el cual nos escriben. Gilabert parece reproducir aquí un eco del gran simbolista francés. <<
[14] Es ésta una alusión a la obra de Shakespeare Las alegres comadres de Windsor (The Merry Wives of Windsor, 1598), comedia en la que reaparece el famoso personaje Falstaff (figura central de Enrique IV, a quien se había declarado muerto en Enrique V). <<
[15] Alain Lamarre ha señalado que Gilabert hace aquí referencia al famoso caso Brudos. El asesino en serie Jerry Brudos jugaba a calzar en su garaje los pies amputados y congelados de sus víctimas femeninas. Nadie, ni su mujer ni sus hijos ni los vecinos, pudieron creer nunca que esa práctica siniestra fuera mantenida por Brudos durante años. Alain Lamarre, Le démon de López et moi, un monstre normal. París, 2016. <<
[16] Este breve fragmento, desde «Precisamente por ello» hasta «su angustia», fue literalmente plagiado por Miguel Ángel Ruiz de Villamil en un artículo titulado «La brevedad estructural de algunas novelas de Stevenson y Kafka: narración versus relación discursiva». El artículo, que fue publicado en la revista Tribuna Literaria en enero de 2018, motivó que Gilabert denunciase el hecho y obligase a Ruiz de Villamil a dimitir de su cargo de director general de Bibliotecas. <<
[17] María Kodama —aunque la erudita M. E. Vázquez ha desvelado la presencia de una auténtica Ulrica von Külhmann— señaló que en este pasaje Gilabert hace referencia al cuento Ulrica, por lo que Borges y ella serían aquí otra vez Javier Otálora y la joven Ulrica justo antes de que aquél la poseyera en la posada de Northern Inri «por primera y última vez». (Conversaciones sobre Borges, Carlos Cañeque. Ediciones Destino, Barcelona, 1996.) <<
[18] Referencia al cuento de Borges «Veinticinco de agosto, 1983». <<
[19] Esta anécdota está copiada casi literalmente de la introducción del libro de Carlos Cañeque Conversaciones sobre Borges, Ediciones Destino, 1996. <<
[20] El autor confunde aquí a Penteo con Aristeo: fue Aristeo quien, cumpliendo puntualmente el mandato de su madre, consiguió producir incontables nubes de abejas con las vísceras corrompidas de sus víctimas. <<
[21] Gilabert hace referencia al ensayo de Borges titulado «Borges y yo» (Otras inquisiciones, 1952). <<
[22] Nótese que el tiempo verbal en presente acompañará los pasajes en los que, en lo sucesivo, aparezca el Gilabert persona, es decir, no el editor y novelista primerizo, sino el autor ya consagrado que escribió la novela que tenemos entre las manos. <<
[23] Kathy Ross ha sugerido que Gilabert está pensando aquí en el cónsul de Bajo el volcán. «Kathy Ross, Some Encounters between Lowry and Gilabert», The Philadelphia Review, 2008. <<
[24] Jaime Alazraki ha señalado aquí el carácter borgeano de las palabras cara y mapa, cuyo valor simbólico adquirirá las más altas cotas en la novela póstuma de Gilabert titulada En las cimas del lopecismo. Jaime Alazraki, N. Y. U., Nueva York, 1999. <<
[25] Este último pasaje ha sido relacionado con John Baxter, el famoso asesino de «la prostituta de los senos amputados». El alto ejecutivo norteamericano John Baxter, reconoció a la policía haber estado leyendo esta precisa página unas horas antes de emprender su crimen en una habitación del hotel Palace de Madrid. Al conocer el hecho, el profesor Toshiro Fukuyama se apresuró en señalar la validez universal de su estudio sobre el carácter perturbador de López y yo entre la juventud japonesa. Toshiro Fukuyama, El síndrome Gilabert. Tokio, 2013. <<
[26] Jesús de Haro nota un parecido sospechoso entre este pasaje y otro de Al revés, la novela de J. K. Huysmans en la que el protagonista contrata los servicios de una ventrílocua que cambia repetidamente de voz y personalidad durante el acto sexual, alternando los tímidos jadeos de una niña con los profesionales ronquidos de Pigalle. Jesús de Haro, La narrativa de Gilabert. Sur, Madrid, 2007. <<
[27] En su artículo publicado en el diario Avui a pocos días de la muerte de Gustavo Horacio Gilabert (artículo al que ya nos hemos referido), Jaume Palau sugería que, en este pasaje, el autor parece reflejarse en su personaje de forma muy explícita, ya que, según Palau, «no había nada que irritase más a la persona de Gilabert que la caída de un reloj al suelo». Sobre el carácter irascible y sombrío del Gilabert real, se han escrito muchas cosas que, según Palau, no son enteramente ciertas. También se ha dicho que Gilabert era un hombre hosco y seco, que rechazaba los homenajes y los actos públicos, las tertulias y las escuelas, que arremetía contra el oficialismo cultural con una mala leche de francotirador y que sólo concedía entrevistas a «dos o tres amigos íntimos y a algunas mujeres fantasiosas». Jaume Palau no desmiente estas atribuciones de su personalidad, pero añade que junto a esta acidez y estos desplantes, Gilabert era también un hombre «enormemente afectivo y sensible». Jaume Palau, «Plorant al meu amic», Avui, 23 de abril de 2025. <<
[28] Absurdamente, Hans Eckhart ha sugerido que este fragmento implica que mis notas y el mismo prólogo, son en realidad adiciones metaliterarias que Gilabert escribió para la edición en castellano. En esa disparatada hipótesis, yo sería un personaje inventado por Gilabert… <<
[29] La idea de colocar el Paraíso terrenal en la cima de un alto monte se hallaba ya presente en obras de los padres de la Iglesia oriental; igualmente, san Buenaventura había situado el Paraíso en una atmósfera pura en la que se podían distinguir, en tenues contrastes cromáticos, los tres grados de conocimiento elaborados por santo Tomás. Como ha señalado Guido Castillo, la descripción que hace Gilabert aquí se asemeja más a la concepción clásica que sigue el esquema aristotélico-ptolemaico de los pecados. Guido Castillo, Algunas concomitancias esenciales entre Dionisio Aeropagita y G. H. Gilabert, Temas de hoy y de ayer, Montevideo, 2002. <<
[30] Como descubrió el arqueólogo literario Alberto Cousté, esta frase es casi idéntica a otra que se repite en Homero (en el canto XI de la Odisea, cuando Ulises habla con su madre en el bajo Hades), en Virgilio (en los cantos II y VI de la Eneida, cuando, respectivamente, Eneas ve el fantasma de Creusa y alucina el de su padre) y en Dante (en el canto II del Purgatorio, al encontrarse Dante con el alma de Casella). Alberto Cousté, «El subterráneo clasicismo de Gilabert», El Eco de Sitges, 3 de enero de 2008. <<
[31] Margaret O’Sullivan Dexter ha apuntado que Gilabert quiere acercar aquí a López a la categoría de nuevo Fausto, M. O’Sullivan Dexter, «Faustian Presences in the Prose of G. H, Gilabert», New Canadian Literature Review, 2006. <<
[32] Es bien sabido que el autor tenía verdadera pasión por el deporte del golf, y que llegó a cumplir el handicap 8 (lo que significa jugar considerablemente bien) durante muchos años. Aquí, con este personaje que lleva su nombre, parece ironizar sobre sí mismo como en ningún otro lugar de la novela. <<
[33] En su libro titulado Los silencios de Homero, Ion Agheana acuña el rústico término «polvo épico» para referirse a la relación erótica que mantienen Elena y Paris en la Iliada. Aquí, entre líneas, Gilabert parece hacer un pequeño homenaje a Agheana, sin duda uno de sus amigos más entrañables. Ion Agheana, Los silencios de Homero, Revista de Las matas, Madrid, 2009. <<
[34] E. J. Hartigan Jr, en su escandaloso artículo titulado «Interior Duplication and the Problem of Form: Cervantes vs Gilabert» (Oklahoma, Univ. of Oklahoma Press, p. 125), sugiere que la función discursiva de este plagio —son literalmente las palabras que aparecen en El Quijote en boca del Sancho real— no es otra que la de cubrir un pasaje que a Gilabert le hubiera resultado del todo imposible imitar…… <<
[35] Duque, Satie y Lesconi fueron hombres de negocios muy conocidos en la Europa de finales del siglo XX. En su tratado titulado La velada comercialidad de López y yo, Samuel Mc Graw Hil señala que el autor incluyó a estos tres hombres en su novela para conseguir una resonancia mayor en España, Francia e Italia, de donde eran respectiva y originariamente estos tres empresarios ya fallecidos. Lo cierto es que en España se llegaron a vender en un solo año 643 789 ejemplares, en Francia 453 212 y en Italia 587 009. <<
[36] No hemos traducido el término «fot-li» al considerar que el propio autor lo juzga intraducible. Como orientación aproximativa, «fot-li» significaría dale, o pégale. Por lo demás, es difícil adivinar el sentido que Gilabert quiso darle a este pasaje en el que Cioran, un autor rumano, habla explícitamente en catalán. García Bowle de Andrade, en una frase indigna de García Bowle de Andrade, ha recordado aquí que «el pintor catalán Salvador Dalí también solía afirmar que se sentía catalán, católico, apostólico, romano y un poco rumano». <<
[37] Gilabert se refiere aquí al cuento de Borges titulado «La otra muerte». En él se plantean varias versiones de la muerte de Pedro Damián. (Nota a la nota.) Falta muy poco para que el lector conozca la definitiva identidad del autor de esta novela; es decir, la mía, la de Luis López. Por ello, no tiene ya sentido que sigamos con esta farsa del prologuista y de sus fastidiosas notas a pie de página. Además, me empieza a caer un poco mal este tío. Mañana, según cómo me levante, a lo mejor voy y ¡zas!, me lo cargo de un plumazo. <<