A todos los servidores públicos que en sus horas libres se dedicaron a buscar la verdad prohibida en sus horas de trabajo.
A todos los hombres y mujeres que se la jugaron para que El Mundo pudiera contar esa verdad que nos hace más libres.
A ese hombre de principios que jamás nos mintió.
A Pedro J. Ramírez, por tirar del Caso Urdangarin aun a sabiendas de que le podía costar la cabeza.
A Federico Jiménez Losantos, por acompañarnos en esta azarosa travesía desde el minuto uno, sin fisuras, sin ambages y sin miedo.
A Antonio García Ferreras, periodista independiente donde los haya, por estar a las duras y a las maduras.
A Jaime Peñafiel, con admiración y cariño infinitos.
Y, como meros ciudadanos, a José Castro por hacer prevalecer el artículo 14 de la Constitución y a Pedro Horrach por el coraje cívico que demostró al decidir investigar a un INTOCABLE con mayúsculas.