Mark se da la vuelta a tiempo de ver al menos a cuatro muertos que estaban golpeando la puerta principal de la casa y que ahora corren hacia él por el jardín. Sin pensar demasiado en lo que hace, Mark se gira y echa a correr hacia la derecha. Los muertos varían su rumbo pero Mark cruza a metros de ellos, escapándose, bordeando el jardín y girando para esquivarles más adelante. Detrás de él, los muertos chillan. El ángulo de carrera de Mark le permite bordear la piscina y correr de regreso hacia la casa. Mientras lo hace, grita pidiendo que le abran. Sabe que es un tiro lejano, al aire, y que puede que no haya nadie dentro de la casa, tan sólo el perro llamando a los muertos con sus ladridos. De ser así, pone en duda su capacidad para seguir corriendo y escapar.
Por suerte, ya sabemos que sí hay gente dentro. Y la puerta se abre cuando aún le faltan unos metros para llegar a ella. Stan Marshall sale al porche a recibirle, armado con un palo de hockey y un bate de baseball. No dice nada, aunque Mark podría jurar ante un tribunal que pudo escuchar un gruñidito desde su garganta, y le lanza a Mark el de hockey. Pluto cruza a su lado, ladrando con furia. Mark alcanza a oír el grito desesperado de un niño llamando a su perro.
Mark agarra en el aire el palo de hockey y se da la vuelta. Pluto se lanza al cuello de uno de los zombies, derribándole y desgarrándole el cuello de un mordisco. Stan y Mark se lanzan al ataque gritando. Entre los tres se deshacen de los zombies.
Y luego Mark se deja caer en el suelo, completamente exhausto. Junior pasa corriendo junto a él y abraza a Pluto.
—¡Guau, Pluto, has estado increíble! —grita.
Mark no puede dejar de jadear. Mira hacia la casa y ve a Paula allí de pie, mirándole con una enorme sonrisa en la cara. Y puedes ver igual que yo que Mark no puede más, que ha forzado tanto su cuerpo que ninguno de sus músculos le responde correctamente, y sin embargo, al ver a Paula, gatea por el porche hasta llegar a ella. Los dos se funden en un fuerte abrazo. Mark, incluso, se pone a llorar.
—Creí que te había perdido, cariño.
—Stan nos protegió —asegura la niña—. Y estuvimos muy callados y no tuvimos problemas hasta que Pluto empezó a ladrar.
Mark sonríe. Le da un fuerte beso a Paula en la mejilla y ella vuelve a sonreír. Para Mark, eso es todo lo que necesita.
—Te quiero, Paula.
—Y yo a ti, Mark. Sabía que vendrías a por mí.
—Por supuesto.
Mark se apoya en las paredes para ponerse en pie. Le tiemblan las piernas y siente cada músculo de su cuerpo como si fuese gelatina.
—¿Y los demás? —pregunta Stan.
—No lo sé. Sandra Ridgewick está muerta, eso seguro. Y…
Se detiene a punto de decir Marsha Collins. Mira a Junior, que sigue abrazado a Pluto, y siente lástima por el niño. En el mismo día, ha perdido a su madre y a su hermana. Supone que no pasa nada por retrasar el momento de la noticia. De todas formas, Stan lo capta y baja la mirada, meneando la cabeza.
—Y mordieron a Ozzy. Supongo que a estas alturas ya estará muerto.
—Qué puta mierda —murmura Stan.
—¡Uy! —exclama Paula, llevándose una mano a la boca.
—Perdona por el lenguaje —dice Stan.
—Necesito sentarme —asegura Mark—. Y luego, pensaremos qué hacer a continuación.
Y tampoco dice lo que está pensando ahora.
Ha visto actuar al virus en varias ocasiones. Sabe que se transmite por la sangre, y es posible que también por otros medios, de eso no está seguro, pero por la sangre sí. Y le preocupa mirar a Pluto y ver que el perro tiene el hocico completamente cubierto de sangre y se relame relajado y disfrutando de los cariños de junior, sí… pero con sangre de uno de los zombies que ahora están en el suelo cubriéndole la boca.
Sí, a Mark le preocupa eso.