No te rindas.
Mark se revuelve un momento antes de que el muerto caiga sobre él y logra apresar el cuello de la criatura. La cara del cadáver queda a un palmo de la suya, y desde donde está, Mark puede apreciar sus dientes negruzcos y sucios entre los que cuelgan hilillos de carne, sus ojos donde el blanco está lleno de pequeñas venas rojizas, su piel, cuarteada y seca y su aliento, tan pútrido y desagradable que Mark siente una arcada.
Se gira hacia el lado, empujando al ser lo más lejos posible, y rueda sobre sí mismo para coger distancia y levantarse. El segundo zombie le embiste desde el lateral, lanzando un mordisco a su costado. Mark le agarra la cabeza con las dos manos justo antes de que le muerda y los dientes se cierran sobre la camiseta, esquivando la piel de mila gro. Mark gira sus brazos con brusquedad y el cuello de la criatura se parte. Retrocede tratando de zafarse, pero la criatura vuelve a embestirle, buscándole con las manos y la cabeza caída hacia un lado. Mark le da una patada directa a la espinilla y el muerto cae al suelo.
Intenta echar a correr. Choca contra un cuerpo al que no ha visto. Unas manos le agarran los brazos. Es Sandra Ridgewick. Mark le agarra la cabeza tratando de mantener la boca de la mujer lejos de él. Otro muerto les alcanza. Mark se retuerce y empuja a Sandra contra el otro cadáver. Ambos chocan y salen despedidos uno hacia cada lado. Entre ellos, una mujer con el pelo recogido en una trenza deshilachada corre hacia él. Sus dedos se enganchan en la camiseta rota de Mark y este le golpea en el rostro con el puño cerrado. La cabeza de la mujer gira hacia la izquierda por el impacto y Mark gira el cuerpo al tiempo que adelanta la pierna para hacerla tropezar. Cuando cae al suelo, Mark recibe otro golpe desde el lateral.
Vuelve a ser Sandra. Esta vez la mujer intenta morderle en el cuello y Mark le lanza un cabezazo que impacta directamente en la nariz de la mujer. Ni siquiera se inmuta. Para entonces, la mujer de la trenza está volviendo a levantarse, el hombre que se estrelló contra Sandra vuelve a correr hacia él y otros tantos se ciernen sobre él. No tiene tiempo, y lo sabe. Mark lanza sus puños a ciegas, sin pensar, y trata de retroceder. Sandra cae al suelo, bloqueando a dos zombies que tropiezan con ella. Mark le da una patada en la cara a la mujer de la trenza, haciéndola girar en el aire y caer boca arriba en un golpe que, a una persona viva, como poco le quitaría el aliento.
Corre, Mark.
Y Mark corre. Alguna de esas cosas agarra un jirón de su camiseta y Mark siente el tirón de la tela en el cuello antes de ceder del todo y romperse, dejándole con el pecho al descubierto. No le importa. Lo único en lo que piensa es en salvar a Paula, eso es lo único que le importa y no está dispuesto a permitir que le alcancen antes de haberlo logrado. Ella es todo lo que importa, es el combustible que hace que las piernas de Mark vayan más rápido de lo que jamás se han movido.
Está a punto de frenar al darse cuenta de que la puerta de entrada al jardín de los Collins está abierta. Mientras corre, se da cuenta de que ya no oye a Pluto ladrar. Miles de imágenes cruzan su cerebro en esos segundos, y en ellas ve a Paula muerta en el suelo, destrozada por las manos y bocas de esas criaturas, y se ve a sí mismo agachándose junto a ella, llorando y gritándole al cielo, y entonces ella abre los ojos, pero su mirada está nublada por la muerte, y le muerde con fuerza, matándole. Se ve a sí mismo vagando por un mundo muerto convertido en una de esas cosas, a la caza de carne humana e incapaz de descansar en paz por el resto de la eternidad.
Cruza la puerta como un rayo y la empuja hacia atrás con fuerza. El sonido del metal al cerrarse de golpe es seguido por el de los cuerpos estrellándose contra la puerta. Mark retrocede, creyendo que la puerta no resistirá y se abrirá de golpe ante las embestidas de los muertos. Tropieza y cae al césped.
La puerta resiste pero sus problemas no han terminado. Se le hiela el corazón al escuchar una serie de gruñidos a su espalda.
Dios, por favor, que ninguno de ellos sea Paula.