26

Pablo clava los pies en la tierra y empuja con todo el cuerpo. Los golpes de los muertos amenazan con abrir la puerta en cualquier momento. Logan se separa un poco, levanta la pierna y gritando le da una patada a la puerta. Pablo siente el golpe vibrando por todo su cuerpo. Logan retrocede un par de pasos, coge carrerilla y lanza una nueva patada a la puerta.

El brazo que asoma por el hueco impide que la puerta se cierre. Logan maldice en voz alta y le arrebata la azada a Pablo. La levanta sobre sus hombros y vuelve a gritar, descargando un golpe certero sobre el brazo y cercenándolo un poco por encima del codo.

—¡Ahora! —le grita a Pablo.

Y Pablo empuja con todas sus fuerzas. Logan se lanza contra la puerta y choca con el hombro por delante. La puerta se cierra con un fuerte golpe metálico y los dos hombres se quedan apoyados contra ella, jadeando por el esfuerzo y la adrenalina consumida.

—Joder —murmura Pablo—. Ha estado cerca.

Tratando de recuperar el aliento, Logan se agacha y coge el brazo cercenado. Está frío e hinchado y la piel tiene un tacto desagradable y rasposo. Se fija en el reloj que el brazo aún conserva en la muñeca. El cristal está roto, pero la aguja del segundero sigue moviéndose.

—Nada se muere estos días.

Lanza el brazo por encima de la puerta y se sacude las manos en el pantalón. Sólo en ese momento se da cuenta de que está manchado de pies a cabeza de salpicaduras de sangre. Logan se gira hacia la casa en el mismo momento en que Mark sale de ella. Al verle, Logan comprende que no han llegado a tiempo. Mark se sienta en una silla del porche. Más bien se deja caer, de hecho. Logan se acerca a él.

—¿Está…? —no termina la frase.

Mark se encoge de hombros.

—No están aquí.

—Entonces podrían estar vivos. Si han encontrado donde esconderse…

Mark vuelve a encogerse de hombros desanimado. Logan no es un hombre dado al contacto masculino, así que mantiene la distancia. Mark tiene la vista clavada en el suelo. Está pensando en Paula, en todos los momentos que han pasado juntos, en como ella le daba la mano cuando se sentía insegura, en la inocencia con la que a veces seguía mirando las cosas. Logan dice algo más, pero Mark no le escucha, pero hay algo detrás de la voz del otro hombre que enciende una luz en su mente, algo tan débil que lo desecha al instante pero que se queda ronroneando allí. Se mira las manos, manchadas de sangre, y se pregunta qué esperan conseguir, hacia dónde se dirigen viviendo así. De repente, se siente incapaz de comprender el afán que tienen por sobrevivir cuando está claro que el mundo no va a hacerlo con ellos. La muerte siempre acaba encontrando el camino de entrada.

Pero hay algo ronroneando. Mark cierra los ojos y trata de apartar de su mente aquello que le distrae. Sólo quiere pensar en Paula. Quedarse ahí sentado y pensar en ella, y no le importará si los zombies consiguen entrar en el jardín de Ace y destrozar el huerto improvisado por Stan y Ozzy. No va a huir de ellos.

Logan sigue hablando. Mark aprieta los ojos tratando de concentrarse, pero por más que lo intenta, no es capaz de enfocar la imagen mental de Paula. Y no puede porque hay algo, algo por detrás de la voz de Logan, que le está diciendo que no se concentre.

Mark abre los ojos.

—Oh, Dios mío…

—¿Qué?

—El perro.

Logan levanta una ceja sin comprender. Mark, junto a él, se levanta y le agarra del brazo, haciéndole un gesto para que escuche. Y Logan presta atención y sí, si te fijas, se puede oír el ladrido de un perro, no demasiado cerca pero tampoco excesivamente lejos.

—Sí, es un perro —confirma Logan.

—No es un perro cualquiera, es el perro de los Collins —dice Mark, súbitamente emocionado—. ¡El perro de Junior! ¡Deben estar ahí! ¡Habrán ido a la casa de Junior a entretenerse con el perro!

—Uh, ese es un tiro lejano, Mark. No deberías emocionarte así, por si acaso…

—¡Tienen que estar ahí! ¡Seguro!

—¿Dónde es ahí?

Mark sonríe, como si todo el asunto le hiciera gracia.

—¿Recuerdas la casa desde la que saltó Rick?

—Sí —responde Logan, temiéndose lo peor.

—Era la casa de Neil Ridgewick y su madre. Son vecinos de los Collins, así que… la casa de al lado.

—¿Quieres decir que estuvimos al lado de esa casa? ¿Qué ahora quieres regresar?

—Logan, tenemos que hacerlo. Paula está allí, lo sé.

—También sabías que estaba aquí, colega. Y no sé si te diste cuenta pero estamos vivos por los pelos. Regresar será aún más complicado.

Pablo se acerca corriendo.

—Chicos, mirad.

Está señalando a la derecha. Logan y Mark vuelven la cabeza siguiendo la dirección de su dedo índice. Desde donde están, alcanzan a ver el chalet vecino. De la ventana del piso superior está saliendo una mujer. Desde allí no son capaces de distinguir de quién se trata.

—Oh, Dios…

Mark se tapa la boca con la mano al ver que la mujer resbala con las tejas y está a punto de precipitarse al vacío. En el último momento se sujeta al borde de la ventana. Y desde el interior está saliendo un hombre con algo en brazos. No sabríamos lo que es si no lo oyéramos llorar. El hombre es Ace. El bulto en sus brazos, Axel.