—¿Qué ha pasado, tío?
Shane camina junto a Neil, tratando de mantener su velocidad. Neil camina rápido, con grandes zancadas, y parece furioso. Lleva las manos metidas en los bolsillos del pantalón, el ceño fruncido y los labios tan apretados que han adquirido una tonalidad blanquecina.
—Tío, la señora Collins ha perdido la chaveta del todo, ¿por qué ha dicho que tú has matado a su hija?
—Porque está como una puta cabra —responde Neil, cabreado—. Por esa puta razón.
—Joder, tío —Shane resopla. Empieza a quedarse rezagado y echa una carrerilla para alcanzar de nuevo a Neil—. ¿Cómo era? El cuerpo, quiero decir.
—Se llamaba Cameron.
—Sí, ya lo sé, tío. Cameron. Dijiste que estaba medio desnuda, ¿no?
De repente, Neil se detiene y agarra a Shane del cuello, empujándole contra la pared. Neil se acerca hasta que sus narices se rozan. Shane abre los ojos, sobresaltado.
—¿En serio, Shane? ¿Qué clase de enfermo eres?
—Yo… yo… sólo… yo…
—Yo, yo, sólo, yo —repite Neil, imitándole burlón—. Esa chica está muerta y tú te preocupas por sus tetas.
—No, no, yo sólo… yo quería…
—Cállate, Shane.
Neil le suelta y retrocede un par de pasos. Shane se queda en el sitio, llevándose ambas manos al cuello, aún descolocado por la reacción de Neil. Carraspea.
—¿Y ahí fuera? ¿Cómo fue?
—Fue jodido, Shane. Un puto infierno —responde Neil en tono despectivo.
—¿Peter sufrió?
Neil abre los ojos sorprendido por la pregunta. Espero que sí es lo primero que le viene a la mente, pero no va a contestar eso.
—Supongo. Pero fue rápido.
Shane asiente comprendiendo.
—Fuiste muy valiente accediendo a ir. Yo me quedo paralizado sólo de pensar en estar frente a esas cosas.
—Gracias.
Neil empieza a caminar de nuevo. Shane corre para alcanzarle y después mantiene el paso. Pero esta vez, ambos caminan en silencio.