Ace entra en la casa del matrimonio Morris. Escucha a Axel llorar en el salón y se dirige hacia allí. Rachel está de pie, con la mirada perdida frente a Axel, que agita sus pequeños bracitos desde la silla de paseo. Al oírle, Rachel mira a Ace. Este deja la mochila que trajera Neil, llena de papilla de cereales en el suelo, junto a la puerta.
—Neil lo ha conseguido —dice.
Rachel asiente. A Ace sigue sorprendiéndole lo demacrada que está. En apenas unos días su aspecto ha empeorado mucho, envejeciéndola de golpe unos diez años. Incluso le han aparecido arrugas en la cara.
—¿Quieres que coja a Axel? —le pregunta.
Rachel se encoge de hombros. Ace camina hacia el niño y le levanta en brazos. Axel balbucea un par de palabras en su incomprensible lenguaje. Ace le hace una carantoña y el niño se ríe.
—¿Tienes hambre, chiquitín? El tío Ace puede hacer una papilla porque ahora eres un niño rico en papillas.
Axel le mira con los ojos muy abiertos. Ace sonríe. Detrás de él, Rachel camina hacia el sofá arrastrando los pies. Verla así entristece a Ace, pero en realidad no sabe qué hacer para ayudarla. Se lleva al niño a la cocina para prepararle un biberón. Por el camino, empieza a tararearle una canción infantil. Axel, por su parte, balbucea y agita las manos.
Para entonces, el grupo ha llegado hasta el jardín de la casa por la cual cruzó de regreso Neil tras su periplo en busca de papilla. Mark y Ozzy han cargado con una escalera hasta allí, y ahora la colocan junto al muro. Neil es el primero en subir. Verónica se mantiene todo el tiempo junto a Marsha, que sigue llorando desconsolada. Detrás de ellas, Tom observa la situación con las manos cruzadas a la espalda, flanqueado por Shane y Rodger.
Y por detrás de Tom, claramente divertido y disfrutando, Logan Kane.
Antes de que lo preguntes, Emma y Brad se han quedado en casa de Tom, preparando la cena.
Neil alcanza la parte superior del muro. Se queda unos segundos agarrado a la escalera, pero finalmente sube al muro. Al momento, los zombies presentes al otro lado se percatan de su presencia y corren hacia el muro alzando las manos. Cuando chocan contra la piedra lo hacen con fuerza pero ninguno de ellos se inmuta. Siguen arañando el aire y gritándole. Neil aparta la mirada.
—Está aquí —dice.
Abajo, la atención de todos está puesta en Marsha. La mujer está llorando y se tapa los ojos con un pañuelo. No se mueve.
—¿Puedo subir a ver, papá? —pregunta Shane con un susurro.
—Cállate, Shane —responde Rodger en el mismo tono.
Tom, entre ellos, simula no haberse percatado del intercambio de palabras. Shane, avergonzado, baja la mirada. Tom observa a Marsha, su movimiento corporal, su temblor. Si alguien, en este momento, le pidiera que apostara, diría que Marsha no subirá.
Hubiera perdido. Haciendo gala de una enorme fuerza de voluntad, Marsha empieza a andar hacia la escalera. Mark la ayuda a subir y sujeta la escalera desde abajo. Arriba, Neil extiende una mano hacia ella. Marsha la acepta y alcanza la parte superior del muro. Una vez allí, se resiste a mirar a los muertos.
—¿Dónde? —pregunta. Le tiembla la voz.
—Ahí —Neil apunta con el dedo.
Marsha toma aire y lo suelta poco a poco. Después, se inclina y observa el cuerpo de su hija. Los primeros tres segundos se alargan en el tiempo, a su alrededor parece hacerse el silencio, ni siquiera escucha los lamentos furiosos de los zombies. Después, se marea y las rodillas dejan de sostenerla. De no ser por Neil, hubiera caído sin remedio hacia los brazos extendidos y putrefactos, hacia las bocas hediondas y portadoras de muerte, pero Neil la agarra antes de que caiga y la inclina hacia el lado contrario. Está a punto de resbalar él mismo, pero un momento después Mark y Ozzy se han subido a la escalera y recogen a Marsha. No han terminado de bajarla al suelo cuando la mujer vuelve a chillar, rota por la desesperación.
—Se lo advertí —murmura Tom, mirando con complicidad a Rodger. Este asiente, dándole la razón.
Neil baja del muro de un salto y mira a su tío, preocupado. Entonces, Marsha se incorpora y le señala con el dedo.
—¡Tú la has matado! —grita.
La acusación sorprende a todos, que se quedan paralizados mirando a la mujer. Si les observas, verás que todos ellos muestran la misma sorpresa, pero si miras a Logan verás que está incluso más sorprendido que los demás. Neil alza las manos, sin comprender.
—¿Qué? La encontré así cuando llegué. Ya estaba muerta…
—¡Estaba contigo cuando le dije que entrara a casa! ¡Fuiste la última persona que la vio, maldito hijo de puta!
Marsha se abalanza hacia Neil, pero Verónica, Mark y Ozzy la sujetan, interponiéndose. Detrás de ellos, Neil tiene los ojos abiertos como platos.
—Hablé con ella unos minutos, pero yo no le hice nada…
—Marsha —Tom interviene, adelantándose hacia el grupo—, es evidente que todo esto te está afectando, pero no tiene sentido lo que dices. ¿Por qué iba a Neil a matar a Cameron?
—¡No lo sé! —Marsha está fuera de sí. Se revuelve intentando que la suelten, sin conseguirlo—. ¡Pregúntaselo a él!
—Marsha, querida —Tom apoya una mano en el hombro de su sobrino—, Neil no ha matado a Cameron. No creo que nadie haya matado a Cameron, en realidad. Lo más probable es que viniera hasta aquí, no sé, tal vez a fumar a escondidas o cualquier cosa que hagan los jóvenes hoy en día, calculara mal y se cayera. O la atraparan.
—¡Cameron no fuma!
—Ha sido un accidente, Marsha.
—¡Y una mierda un accidente! ¡Cameron jamás se habría subido al muro a mirar a esas cosas! ¡Mi niña no haría eso y tu sobrino la ha matado! ¡Siempre ha sido un vándalo!
—Yo no he matado a nadie, tío —murmura Neil.
—Ya lo sé, Neil —responde Tom, mirándole. Y al hacerlo un escalofrío le recorre la espalda, porque los ojos de Neil le dicen otra cosa. ¿A quién has matado, Neil?, piensa. A Cameron no, porque te creo cuando me lo dices, pero tus ojos me dicen que tienes sangre en las manos. ¿La de quién?
En ese momento, Marsha se revuelve con fuerza y logra soltar uno de sus brazos, haciendo que Mark caiga al suelo de culo. Marsha se lanza hacia Neil, extendiendo la mano para agarrarle y, por instinto, Neil lanza su mano, cerrándola en un puño por el camino. Sus nudillos se estrellan con fuerza contra el pómulo de la mujer y esta sale despedida hacia el otro lado, golpeando a Ozzy y Verónica en su caída. Ozzy cae al suelo con ella. Verónica logra evitarlo dando un paso atrás.
Se hace el silencio.
Verónica levanta la vista y clava una mirada que es puro reproche en Neil.
Más atrás, Logan reprime una carcajada llevándose una mano a la boca.
—Lo siento —murmura Neil—. Ha… ha sido sin querer.
Marsha tiene la mano apoyada en el lugar donde la ha golpeado. Tiene sangre en el labio y parece desorientada. Sin embargo, clava la vista en Neil. Si las miradas matasen, puedes estar segura que esa atravesaría el cuerpo de Neil como si fuera mantequilla.
Aquí, ni siquiera Tom es capaz de reaccionar.
—Asesino —masculla Marsha, casi escupiendo las palabras—. Cobarde asesino.
—Yo no he matado a nadie —asegura Neil, extendiendo las palmas de las manos hacia delante.
—Asesino…
—¡Que yo no he matado a nadie, joder! —explota Neil, dando dos pasos en una actitud lo suficientemente agresiva para provocar que Mark se interponga y le sujete los brazos. Tom se adelanta y agarra a su sobrino. Neil le mira—. Tío, yo no he matado a Cameron, tienes que creerme.
—Y te creo, Neil. Te creo.
—Neil —Mark le apoya una mano en la mejilla, obligándole a girar la cara para mirarle—, creo que es mejor que salgas en este momento. Ya arreglaremos esto más tarde, ¿vale?
—No hay una mierda que arreglar —Neil está ofendido y aunque intenta hablar tranquilo, algunas de las palabras salen de su boca como un estallido—. Yo no he matado a la chica, joder.
—Vale, pero ahora es mejor que la dejes sola, ¿de acuerdo?
Mark suelta a Neil. El chico mantiene la posición un momento. Mira a Marsha y resopla. Se da la vuelta y camina hacia la puerta, meneando la cabeza. Al pasar junto a Shane, este mira a su padre pidiendo permiso sin hablar. Rodger hace un leve gesto de asentimiento. Shane alcanza a su amigo antes de que salga del jardín.
Mark está mirando a Tom. Este mira a Marsha.
—Marsha…
—Mi Cameron nunca hubiera hecho esto —solloza la mujer, rompiendo a llorar de nuevo. Verónica vuelve a agacharse junto a ella.
—Estoy seguro de que ha sido un accidente —murmura Tom.
—¡Cameron nunca se hubiera subido a ese muro! —grita Marsha—. ¡Y si no ha sido tu desagradable sobrino, entonces alguien más lo ha hecho! ¡Alguien ha matado a mi niña!
Tom levanta las manos tratando de apaciguar la situación. Va a decir algo, pero Marsha le corta cuando está empezando a hablar.
—¡Si esas cosas hubieran agarrado a Cameron, ahora sería como ellos! ¡Ya estaba muerta cuando la tiraron ahí! ¡Alguien ha matado a mi niña!
Marsha rompe a llorar. Y nadie contesta, porque lo que acaba de decir tiene tanto sentido que de repente supone una losa encima de todos ellos. Logan les observa, mirándose entre sí todos ellos, perdidos como hormigas en un laberinto. Tiene que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no permitir que se le escape una sonrisa de suficiencia.
Escúchame, hagamos recuento un momento. Ahora mismo quedan veintiún seres humanos vivos en San Mateo, contando a Axel como uno de ellos aunque aún no tenga edad ni para saber gatear. Quince hombres y seis mujeres que están a punto de verse diezmados. Sí, la muerte está a punto de alcanzarles y ellos ni siquiera lo saben.