24

Retomemos la historia de Jonathan Martin allí donde la abandonamos.

Después de ver morir a Burton, Jonathan se sentó en el sillón y lloró hasta quedarse dormido. Cuando volvió a despertar estaba atardeciendo. Le costó tomar la decisión de volver a mirar por la ventana pero acabó haciéndolo. La calle estaba tranquila. A excepción de los papeles y hojas arrastrados por el viento, tan sólo los ojos de la mujer se movían allí abajo.

Burton no estaba. La Harley sí, pero Burton no.

Jonathan pensó en eso durante un rato. Había visto las suficientes películas de zombies como para conocer el funcionamiento de esos seres. Se preguntó si aún habría algún resquicio de la persona que habían sido dentro de ellos y se imaginó que, de ser así, debía ser horrible presenciar las cosas que sus propios cuerpos le hacían a los demás.

Durante esa noche, Jonathan se propuso trazar un plan. No podía quedarse encerrado para siempre en su casa. Eventualmente, la comida se le terminaría. Acabó llegando a la conclusión de que lo mejor sería no demorar demasiado el largarse de allí. Si esperaba demasiado, podría sentirse muy débil. Si se iba pronto, podría llevar provisiones que le ayudaran a resistir hasta encontrar ayuda.

Cargó toda la comida no perecedera de la que disponían en una mochila blanca y negra que Sandy siempre llamaba la arlequín. También cogió una foto en la que aparecían Sandy y él muy acaramelados. La habían tomado un par de años atrás, durante unas vacaciones en Los Ángeles. Se guardó la foto en el bolsillo. Después cogió una cazadora marrón y se la puso. Regresó al salón con la mochila en la mano para mirar por la ventana.

La calle seguía tranquila.

Era ahora o nunca.

Salió de su casa tratando de no hacer ruido y moviéndose despacio. Aún faltaba media hora para que amaneciera, por lo que la noche le ayudaba a mantenerse lo suficientemente oculto. Avanzó mirando en todas las direcciones hasta detenerse junto a la Harley Davidson de Burton Smith. La levantó del suelo tratando de no hacer ruido. Ver las marcas producidas por la caída en la pintura habría hecho que Burton pusiera el grito en el cielo pero Burton ya no estaba allí.

Jonathan se montó en la moto y tomó aire antes de arrancarla. Sabía que en cuanto encendiera el motor, todos los zombies que se encontraran en la zona empezarían a correr hacia él. Se ajustó las correas de la arlequín.

Pensó en Sandy.

Y arrancó. El ruido del motor fue como un orgasmo para él. Apretó el acelerador y salió de allí sin dedicarle una mirada más a la mujer tirada en el suelo.