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Sí puede haberle pasado algo.

Tom no tiene forma de saberlo, claro está. Ni él ni nadie, a excepción de Logan Kane y la propia Cameron. Pluto tal vez, pero no será capaz de expresarlo con palabras nunca, así que para el caso, lo mismo da.

Cameron Collins, para cuando Tom Ridgewick afirma que no puede haberle pasado nada, está muerta. Y he preferido mostrarte a junior con Pluto, a Peter y a Rick, a Neil, a Tyrone, Brad y Tom y la búsqueda infructuosa de Marsha porque no hay ninguna necesidad real de presenciar los últimos minutos de vida de la joven, la brutalidad con la que Logan Kane profanó su cuerpo, despojándola de toda su inocencia antes de asesinarla estrangulándola con sus propias manos. Cameron intentó luchar durante los interminables segundos en los que las manos de Logan se cerraron sobre su cuello, oprimiéndole la tráquea e impidiéndole respirar, pero para entonces ya estaba exhausta, dolorida a niveles que jamás había experimentado, ensangrentada por los golpes, desnuda y sin fuerzas para contrarrestar la salvaje decisión del hombre que iba a acabar con su vida. Trató de arañarle, intentó librarse de los dedos que se hundían en la carne de su cuello, lanzó los puños hacia la cara de él sin siquiera acercarse a golpearle. Abrió la boca, tratando de respirar, o gritar, o hacer cualquier cosa que la sacara de allí, pero nada salió ni entró a través de su garganta. Logan Kane es un hombre fuerte.

El último pensamiento de Cameron Collins, la preciosa adolescente rubia que podría haber sido portada de muchas revistas de moda si el mundo no se hubiera ido al garete, fue un deseo en realidad. Rogó a Dios que le permitiera regresar como un zombie y acabar con la vida de ese hombre.

Después intentó recordar la cara de su hermano, pero todo se difuminó a su alrededor a medida que el cerebro se quedaba sin oxígeno y la realidad parecía fundirse a negro. Y finalmente, murió.

Y aquí nos encontramos, en el salón de una de las casas cuyos habitantes no se encontraban en San Mateo cuando la epidemia causada por el Cuarto Jinete estalló. Logan Kane está de pie, ajustándose las mangas de su camisa y jadeando por el esfuerzo. Está contemplando el cuerpo desnudo de la chica, grabándolo en su memoria y sustituyendo al de la joven Mary Ann Conway.

Le lleva un rato tranquilizar el latido de su corazón, pero al final lo consigue. Se coloca en cuclillas junto a la cabeza de la chica y le cierra los ojos con delicadeza. La parte positiva de todo lo que está ocurriendo es que ya no hay que preocuparse por el ADN y las pruebas forenses.

Por lo general, Logan Kane abandona los cuerpos de sus víctimas después de terminar con ellas, pero la situación exige que haga algo al respecto. Si deja a Cameron allí, es cuestión de tiempo que alguien descubra el cuerpo. Si eso ocurre, comenzará una caza de brujas para descubrir al culpable. Una chica desaparecida causará otro tipo de revuelo, mucho más simple, pero para eso, nadie debe encontrar nunca el cadáver. Eso le preocupa.

Con delicadeza, Logan le sube las bragas y después le pone el pantalón. La camiseta es un problema, pues está rota por el forcejeo. Recoge los jirones y se los guarda en los bolsillos del pantalón. Después, coge a la chica en brazos y se la carga al hombro, como si fuera un saco.

Logan es un hombre fuerte, ya te lo he comentado antes, y verle transportar a la chica y subirla al muro de piedra que rodea la urbanización hace que parezca fácil. Después, encaramarse él mismo al muro es pan comido. Inmediatamente, al verle, algunos de los muertos que merodean al otro lado se giran hacia él y extienden sus manos muertas, arañando la piedra en su intento por atraparle. Logan les mira desde arriba, con cierta superioridad, y escupe a uno de ellos. La saliva le cae entre los ojos, pero al zombie no le importa. Sigue tratando de agarrarle, abriendo la boca con desesperación y retorciendo los dedos como si pudiera imaginar que consigue atraparle.

Logan se sienta sobre Cameron y empuja el brazo derecho de la chica por el borde. Los muertos no tienen ningún interés en la chica. Resulta curioso que los cuerpos muertos no les atraigan como lo hacen los vivos, como si lo que les llamara fuera la sangre caliente, el sonido del corazón, la vida que corre por sus venas. Pero en su intento por agarrar a Logan, sus dedos sucios y sangrientos arañan el brazo de la niña, se hunden en su carne y la agarran, buscando una sujeción que les acerque un poco más al hombre que les mira desde arriba, tan cerca y a la vez tan lejos. Logan comprueba satisfecho las heridas que estas manos corrompidas crean en el cuerpo de Cameron.

Con una sonrisa, Logan empuja la cabeza de la chica hacia abajo, sosteniéndola aún de las piernas, y los muertos le agarran el pelo rubio y tiran de él, creyendo que agarran en realidad al propio Logan. Este les ve sufrir, les ve lanzar dentelladas al aire y mover las cabezas con frustración creciente. Con furia. Y mientras tanto, arañan y mutilan el cuerpo de Cameron. Tal y como a Logan le conviene que hagan.

Finalmente, empuja el cuerpo entero de la chica por el borde. Cae al suelo con un ruido sordo y un crujido de huesos que denota que algo se rompe en su interior. Los muertos la ignoran y pisotean su cuerpo, tratando de acercarse un poco más a Logan, lanzando al aire sus manos muertas encogidas en mortales garras.

Logan se saca del bolsillo los jirones de tela que antes fueran la camiseta de la chica y los tira sobre los zombies. A ellos no les importa. Cuando se marcha, Logan les escucha gruñir histéricos, casi aullar.

Logan, sin embargo, lleva una sonrisa en los labios.

Tiene el recuerdo de lo que ha hecho esta noche para deleitarse.