Cuando Aidan Lambert mira al cielo, ya sabe lo que significa ese zumbido que se incrementa. No necesita ver las luces de los helicópteros acercándose a la ciudad para saber lo que ocurre.
Ok, no está seguro de cuál será el medio, pero te aseguro que Aidan Lambert es lo suficientemente inteligente como para saber que el mejor disparo que pueden hacer para intentar solucionar el infierno en que se está convirtiendo Los Ángeles pasa por eliminar el problema de raíz.
Y de forma fulminante.
Cree que será algo nuclear.
Cuando el napalm es arrojado sobre la ciudad, el área comprendida entre Pasadena y Lakewood, entre la costa y Pico Rivera, aproximadamente unos treinta kilómetros cuadrados de ciudad, se ven envueltos en un infierno de fuego. Aidan se da la vuelta, pero apenas recorre tres metros sobre la azotea de Repuestos Benry antes de ser calcinado.
El calor convierte el centro de Los Ángeles en un gigantesco horno capaz de desintegrar personas, zombies y animales por igual. El cuerpo de Jason Fletcher queda reducido a cenizas cerca del hospital de Hungtinton Park mientras devora con avidez los pedazos de carne que arranca de una enfermera a la que acaba de atrapar. Los coches explotan, las ventanas de los edificios se quiebran en mil pedazos mientras muchos estallan en llamas, que pronto empiezan a extenderse también por las zonas cercanas. Los barrios colindantes a Pasadena (Altadena, Glendale y Arcadia) sucumben a los incendios posteriores al ataque. Por el sur, el fuego alcanza Long Beach en las dos primeras horas.
Por el este, los bomberos y el ejército intentarán mantener a raya el fuego a la altura de la 605. Al menos al principio. Cuando se haga evidente que la epidemia está lejos de acabar, el fuego dejará de ser la mayor de las preocupaciones. En los tres días siguientes, el noventa y cinco por ciento de la ciudad arderá sin pausa y sin nadie que haga frente a las llamas. El cuarto día, una providencial tormenta apagará la mayoría de esos fuegos. Algunos edificios seguirán ardiendo, pero para entonces, a nadie le preocupará lo más mínimo la meca del cine.