4

—El puente Slauson ha caído. Repito, el puente Slauson ha caído. No creo que podamos resistir mucho… ¡Oh, Dios, mierda!

El soldado Francis Burrough se aparta los cascos de la cabeza al oír el sonido de disparos y gritos por la radio. Se pone en pie. Desde su puesto, en la retaguardia de la barricada formada en el puente de Atlantic Boulevard, mira hacia el puente Slauson a tiempo para ver una explosión que ilumina lo que parece un campo de batalla en toda regla con un resplandor anaranjado.

Burrough es aún un chaval. Tiene recién cumplidos los diecinueve y nunca ha disparado un arma. Le tiemblan las manos mientras deja los cascos de la radio sobre la mesa y mira hacia la barricada de la que él forma parte. Los soldados han empezado a disparar, y puede ver al teniente al mando gritando órdenes y señalando en varias direcciones. Cuando se alistó, pensaba en matar terroristas en Irak o Afganistán, tipos con turbantes y dinamita pegada al cuerpo. Lo que tiene delante son americanos, gente como él. Burrough piensa que no se alistó para esto.

Francis Burrough se da la vuelta y corre como si le persiguiera el diablo. En esos momentos, ser considerado un desertor le importa una mierda.