Verónica ha elegido un Toyota Land Cruiser 200 plateado aparcado en una esquina del parking. Está agachada junto a la puerta, hurgando en la cerradura con una varilla que ha sacado de la lámpara. Flinn, Stan, Brad y Ozzy la rodean, atentos a la mujer y observando alrededor, nerviosos.
Patrick, Paula y Mark les alcanzan.
—¿Cómo vas, Verónica? —pregunta Patrick, lanzando una mirada de enfado a Stan.
El kioskero baja la vista, avergonzado. Mark mira ansioso hacia la puerta que acaban de cruzar.
—Estoy a punto —dice ella.
—Más nos vale.
Verónica mira interrogante a Patrick. Este se da la vuelta y agarra el extintor con fuerza, expectante.
—Oh, Dios… —murmura Stan Marshall—. ¿Están viniendo?
—Sí.
—Mierda…
Stan retrocede hasta chocar con el Land Rover. Mira a Verónica, ansioso, pero ella no parece nerviosa. Sigue trabajando en la cerradura con calma, moviendo a un lado y al otro la varilla. Escuchan pasos que bajan la escalera y un alarido. Paula se esconde detrás de Mark. De repente Flinn echa a correr. Brad le mira, y por un momento siente la tentación de correr tras el chico, pero no lo hace.
—¡Flinn! —Stan no grita porque se contiene. Mira al chico, pero Flinn no deja de correr.
—Ya está.
Con un clic, Verónica gana la batalla contra la cerradura del Land Rover y abre la puerta. Mientras ella se agacha para colocarse debajo del volante, Stan, Brad y Ozzy saltan a los asientos traseros. Mark empuja a Paula para que entre en el coche y regresa junto a Patrick.
—¡Mark! —la niña lanza los brazos hacia él, desesperada, pero Ozzy la sujeta para que no salga del coche. Brad cierra la puerta. Paula patalea y empieza a llorar.
Patrick mira a Mark.
—Entra en el coche, Mark. Yo me ocupo de esto.
—Tal vez necesites ayuda.
—Esa niña te necesita más que yo. Vamos, sólo tengo que ganar un poco de tiempo para Verónica.
Mark mira a Patrick, y este asiente con la cabeza, dándole permiso. Después, Mark mira hacia el coche y ve a Paula llorando entre los brazos de Ozzy. Se da la vuelta y entra en el coche. Paula se lanza a sus brazos y él la estrecha con todas sus fuerzas.
En ese momento, la puerta que lleva al vestíbulo se abre de golpe y es atravesada por el adolescente sin brazo. Al verlo, Brad lanza un gritito de terror y se lleva las manos a la boca. Patrick, por su parte, retrocede un paso. El adolescente gira la cabeza hacia él y abre la boca, lanzando un grito ansioso. Después, echa a correr hacia Patrick. Por la puerta que da a las escaleras aparecen otros cinco zombies, igualmente furiosos, igualmente hambrientos.
—¡Verónica! —grita Patrick, sin darse la vuelta.
—¡Estoy en ello! —grita ella.
—¡Date prisa, por favor!
—¡Lo intento!
El adolescente corre. Patrick levanta el extintor por encima de su cabeza y respira hondo. Espera mientras el adolescente muerto acorta la distancia entre ellos. Cuando se encuentra a menos de dos metros, Patrick lanza un golpe con todas sus fuerzas. El extintor choca contra la sien del adolescente. El crujido suena igual que cuando partes un hueso de pollo. El chico cae al suelo completamente inerte. Patrick mira hacia el resto de zombies que corren hacia él.
El motor del Land Rover se pone en marcha a su espalda. Verónica salta al asiento y cierra la puerta.
Patrick apunta a los zombies con la manguera del extintor y aprieta, lanzando un chorro de espuma hacia ellos. Después, arroja el extintor hacia el que va en cabeza y corre hacia el coche. Verónica está dando marcha atrás. Patrick salta por encima del capó, cae al otro lado, abre la puerta y se mete dentro.
Verónica acelera. La mano de uno de los zombies logra golpear la parte trasera del vehículo. Dentro, Ozzy lanza un grito de alivio y Stan Marshall se echa a reír.
La risa y la algarabia, por desgracia, duran poco tiempo. Cerca de la rampa de salida del parking ven a Flinn Brown en el suelo, rodeado por un grupo de cuatro muertos vivientes que devoran las entrañas del joven. El Land Rover pasa como una exhalación junto a ellos y salta a la noche de Los Ángeles. Después, gira a la derecha y se aleja del Radisson Hotel.