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Aidan golpea un estante y derriba un montón de frascos de especias. Escucha a su espalda la puerta al abrirse de golpe y los rugidos hambrientos de los seres que quieren alcanzarle, pero Aidan tiene miedo de mirar atrás y ver que se encuentran demasiado cerca. Corre entre fogones y muebles, empujándose con las manos y con los pies, sintiendo que el miedo empieza a apoderarse de él. Ve una puerta al fondo y centra en ella su total atención, intentando no pensar en los muertos que corren tras él. No se da cuenta de que está gritando hasta que se queda sin aire y necesita respirar.

Empuja la puerta con el hombro. Por un instante, se le pasa por la cabeza la posibilidad de que esté cerrada y caiga hacia atrás, con las piernas abiertas y la expresión estúpida de quien acaba de cagarla con todas las letras. Pero la puerta se abre y Aidan vuela por encima de dos escalones que no alcanza a ver, sintiendo el aire fresco de la noche en Los Ángeles. Cae de pie en la calle, golpeando a una pareja que pasea de la mano, derribando a la chica y casi cayéndose él.

El miedo le mueve y le hace seguir corriendo, apoyando una mano en el suelo para impedir estrellarse, poniéndose en pie de nuevo y lanzándose a la carrera. No se da cuenta del taxi que fre na de golpe para evitar atropellarle. El taxista aprieta el claxon con furia y asoma la cabeza por la ventanilla para lanzar un insulto que Aidan Lambert no escucha, como tampoco oye los gritos enfurecidos del novio mientras ayuda a su chica a levantarse.

Tras ellos, la puerta trasera del restaurante se abre de golpe. Eliza y los dos Albert se dan un festín con la pareja. El taxista lanza un grito de terror cuando ve al soldado muerto arrancando de un mordisco los intestinos del chico. Después, aprieta el acelerador a fondo para alejarse de allí. Otro coche, que sale de una calle a la derecha, no tiene tiempo de frenar y el taxi se estrella contra él.

Aidan Lambert se aleja de todo eso a la carrera. Pero aún no hemos acabado con el Radisson Hotel, así que será mejor que subamos, de regreso a la planta tres, donde el resto de supervivientes de Castle Hill aún duerme, ajenos a lo que ya ha empezado a ocurrir en pleno centro de Los Ángeles.