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El teniente Harrelson gira la cabeza al escuchar algo rompiéndose en el vestíbulo. Nadie más parece darse cuenta. Ciertamente no lo hace Richard Jewel, al que parece que le ha subido el alcohol lo suficiente para que dos de cada tres palabras que pronuncie no se le entiendan sin esfuerzo. Aidan y Gabriel se están riendo de un chiste verde que acaba de contar el primero. Zoe y Duck tampoco se han dado cuenta. Han llegado hace un momento al restaurante, y tras saludar cordialmente al resto, se han colocado en la barra, rechazando la invitación de los demás a unirse a su pequeña fiesta de alcohol. El camarero está sirviéndoles en ese momento. Gin Tonic para Zoe, Coca Cola para Duck.

Pero el caso es que el teniente Harrelson sí ha oído el sonido producido por la pequeña pantalla de televisión de Albert el recepcionista al caer al suelo y romperse. Deja el vaso en la mesa y se levanta. Richard dice algo en ese momento. Harrelson no está seguro de haberle entendido, pero a Aidan y a Gabriel les hace la suficiente gracia como para reírse a carcajadas, igual de ruidosos que unos adolescentes de fiesta.

Harrelson camina hacia la puerta de entrada. No podemos ver suspicacia en su rostro porque no la hay. En parte es por eso que el Cuarto Jinete logra expandirse esta noche, porque la gente que se encuentra en el Radisson Hotel se siente lo suficientemente segura como para no caer en la cuenta de lo que ocurre hasta que es demasiado tarde.

El teniente abre la puerta que da al vestíbulo y se le escapa el aire de los pulmones al ver la sangre que salpica las paredes y el mostrador. Apenas tiene tiempo de reaccionar antes de que Eliza se lance hacia él. Harrelson desenfunda, pero no es lo suficientemente rápido y Eliza choca contra su brazo y lanza un mordisco que se cierra a centímetros de la barbilla del teniente. Después, el hombre cae al suelo con la mujer encima. Se da cuenta de que ha perdido la pistola, pero está demasiado preocupado en evitar que le muerda como para pensar en ello.

A su espalda, oye a Zoe gritar. Y a un hombre, cuya voz no reconoce. Se trata del camarero. Richard Jewel se ha levantado con tanta fuerza que ha derribado la silla tras de sí. Es Aidan el que reacciona. Se levanta y corre hacia Harrelson, aún con el vaso en la mano. Eliza lanza la boca una y otra vez hacia el teniente, con gesto furioso y hambriento, pero este la mantiene alejada a duras penas empujándola con sus fuertes manos. Aidan grita al mismo tiempo que estrella el vaso de whisky en la cabeza de Eliza. Se hace añicos al instante, y el líquido y los cristales salen despedidos en todas direcciones, pero surte efecto, y Eliza cae hacia un lado, liberando a Harrelson.

Para entonces, Albert el recepcionista ya se está levantando, con sus ojos muertos, y la boca abierta en una mueca feroz, fijos en ellos. Jason también les mira, con un trozo de carne proveniente de la cara del soldado entre los dientes. Tiene la barbilla llena de sangre chorreante.

Richard Jewel estaba borracho hace un momento, pero ahora se encuentra lúcido como si no hubiera bebido ni una gota de alcohol. Agarra a Gabriel del brazo y tira de él en dirección a la puerta que lleva a la cocina del restaurante.

—¡Zoe! —grita.

Y a la que fuera recepcionista en la comisaría de policía de Castle Hill no le hace falta más para ponerse en movimiento. Da un par de pasos antes de detenerse y regresar junto al mostrador, donde Duck sigue de pie, boquiabierto y mirando fijamente hacia la puerta que da al vestíbulo. Zoe le agarra con las dos manos y le obliga a correr tras Richard y Gabriel.

Aidan les oye más que verles correr. Agarra una de las manos de Harrelson y le ayuda a levantarse. Albert se ha lanzado hacia ellos. El teniente lanza un puñetazo directo a la mandíbula del recepcionista y le derriba. Eliza está intentando ponerse en pie de nuevo. Harrelson le da una patada en la cara. A Aidan le parece oír el sonido de un hueso al romperse.

—¡Corra! —le grita Harrelson.

Aidan duda un momento, pero da un par de pasos hacia atrás cuando Harrelson le empuja. El teniente vuelve a golpear al recepcionista para impedir que se levante. Aidan le grita que tenga cuidado, y Harrelson levanta la cabeza a tiempo para ver la mole de casi cien kilos de Gary Stanton corriendo hacia él, gruñendo como un puma. El golpe deja sin aire al teniente, que sale volando y cae sobre una mesa un metro y medio más allá. Gary se lanza sobre él.

Es el chillido del teniente Harrelson al ser mordido lo que pone en movimiento a Aidan. Se gira y corre hacia la puerta que lleva a la cocina. Jason Fletcher le habría alcanzado de no ser por el camarero, que cruza el mostrador en ese momento, chillando como una niña histérica en un concierto de su ídolo juvenil y convirtiéndose en la siguiente víctima de Jason Fletcher. Y van cuatro.

Aidan cruza la puerta a la carrera. Albert el recepcionista, Eliza y Albert el soldado al que le falta media cara corren tras él. Les saca ventaja, pero no demasiada. En el restaurante, el camarero muere casi al instante. Harrelson resiste algo más, intentando zafarse a puñetazos, pero Gary es fuerte, incluso muerto, y es cuestión de tiempo que el teniente muera. Sin ni siquiera tener tiempo de pensar en su mujer y sus dos hijas.

El rugido que lanza Jason Fletcher al levantar la cabeza, masticando carne del camarero mientras la sangre le resbala por la barbilla, podría helarle la sangre a cualquiera.