En la Tierra, evolución significa competición. Sólo existe una determinada cantidad de alimentos o de espacio vital disponibles y siempre hay animales que los precisan. El ser más fuerte o mejor adaptado al medio ambiente que los otros hacen que un animal asegure su supervivencia… aunque siempre sea a expensas de algunas otras criaturas. Hablamos de «zonas ecológicas» y de criaturas que las llenan. Lo que queremos expresar con eso es que allí no hay espacio para ninguna otra.
Este punto de vista está tan profundamente grabado en nosotros que funciona a nivel instintivo. Nos resulta muy difícil concebir un mundo en el cual no ocurra así. Tendría que tratarse de un mundo en el cual todas las especies vivas, toda la vida misma, trabajara de consuno para apoyarse mutuamente, donde el conjunto ecológico se colocara sobre los individualismos. Donde toda la vida fuese igual y capaz de decidir su propio destino.