TERESA
… estaré unos días en París. Dos o tres, pero no puedo deciros exactamente cuántos porque depende de lo que duren los francos que tengo. Me he despedido de las chicas esta tarde. Fue una fiesta alegre y divertida. Bebimos una botella de vino español. Verónica estaba entusiasmada. No ha bebido vino muchas veces en su vida. Yo le he dicho: «Vete a España, Verónica, y allí sabrás lo que es beber a gusto». Me preguntó: «¿Cuánto cuesta allí una botella de vino?». Se quedó asombrada al saberlo y prometió convencer a Tom para emigrar lo antes posible. Luego se quedó callada, como triste, y dijo: «No importa, es un proyecto, después de todo, y en ningún caso lo hubiéramos podido hacer». Louise es más sensata y opina que ella, en España, no haría nada, no trabajaría y se limitaría a tomar el sol y a beber vasitos. Yo le dije: «Eso hacen muchos y viven felices». Pero ella no parecía convencida. Mary… De Mary ya os contaré con detalle.
Rachel bebió más té que vino. Kate estaba entristecida, era la más apagada aunque también es verdad que Kate es triste por naturaleza o a causa de sus circunstancias, y además, Kate es mi amiga. Las otras son sólo unas buenas, inmejorables, compañeras de trabajo.
Tendremos tiempo de hablar de estas cosas. No pueden decirse por carta. Tampoco pueden contarse en un día. Se recuerdan en distintos momentos. Creo que os hablaré mucho, con frecuencia, de estos meses que dejo enterrados en la Casa. La Casa me perseguirá como un libro que se recuerda siempre, mucho tiempo después de haberlo leído, cuyas frases vienen a nuestros labios sin nosotros saberlo.
No he trabajado mucho en el laboratorio y creedme que lo siento.
Sé que en este año, en cuanto vuelva, debo decidir lo que voy a hacer. No puedo, ahí, buscarme un nuevo empleo de camarera, ayudante de cocina, etcétera, que es de lo que tanto he aprendido aquí.
Os llevo pocas cosas. No tuve dinero para comprar lo que hubiera querido, pero os contaré, cuando os vea, lo que os habría regalado en caso de haber podido. Eso quizás os consuele.
Hace tiempo que no os escribo porque quería deciros la fecha exacta de la vuelta. El invierno se me ha echado encima sin sentir. No puedo imaginarme que este otoño frío será en Madrid sol y manga corta todavía.
No sé qué más puedo decir. No se me ocurre nada en las cartas. Mejor es que me preguntéis y yo os conteste o si no, que esperéis a que las cosas vayan saliendo por sí solas, a borbotones, cuando menos se espera.
Tengo que seguir haciendo el equipaje. Mañana salgo temprano.
Tengo muchas ganas de veros a todos. Telegrafiaré desde París o desde Irún, mejor desde Irún.
Un abrazo muy fuerte. Hasta pronto,
Teresa