uidado con revolver a ciegas en el baúl de los sinónimos. Allí hay toda una colección de vocablos que agrupa significados distintos aunque emparentados, y más que de sinónimos habría que hablar de palabras semánticamente afines. El problema es que esta afinidad es una fuente de imprecisiones, cuando no de incorrecciones.
No es lo mismo inventar (‘crear algo nuevo’) que descubrir (‘revelar lo que existía oculto’). Tampoco es igual calcinar (‘convertir en cal materias no orgánicas por efecto del fuego’) que carbonizar (‘convertir material orgánico en carbón por efecto del fuego’); ni prueba (‘indicio, señal o muestra que se da de algo’) significa lo mismo que evidencia (‘lo que no necesita probarse porque está a la vista’); ni a incidente (‘circunstancia o suceso que sucede de manera inesperada y que puede afectar al desarrollo de un asunto o negocio, aunque no forme parte de él’) debe adjudicársele el significado de ‘accidente’, ‘problema’ o ‘avería’.
Honesto y honrado son dos palabras que nos hemos empeñado en reducir a una sola por influencia del inglés, idioma que incluye en la palabra honest todos los matices que llevan ambos vocablos. Si honesto es el decente, el decoroso, el recatado o el pudoroso; honrado es el que procede con honradez, el recto de ánimo, el que obra con integridad y justicia.
La RAE, conocedora de la pereza de los hablantes reticentes al uso diferenciador entre los dos términos, ha terminado por aceptar la sinonimia. Sin embargo, son muchos los autores que siguen diferenciando entre honesto (‘casto’) y honrado (‘recto’), separando claramente ambos términos. Hay quien dice que la honradez es solo una consecuencia particular de ser honestos y justos. Otros, que la honradez es una de las cualidades de la honestidad. Salvador de Madariaga, para diferenciarlos, decía que honrado se aplica cuando se habla de cintura para arriba y honesto, de cintura para abajo. Sin duda, una simplificación muy gráfica y memorable.