os que se apuntan a lo vintage casi siempre lo hacen a conciencia, pero hay una tendencia a la que muchos se suman sin saber que se trata de una moda que data del siglo VIII: utilizar la interrogación o la exclamación solo al final de la frase.
En su origen, los signos de interrogación y exclamación, introducidos durante el imperio carolingio, solo marcaban el final de las oraciones, tal y como hacemos ahora emulando a otras lenguas como el inglés.
La práctica de puntuar las oraciones con los signos de interrogación y exclamación también al principio de la frase no llega hasta 1754, diez siglos después, y es exclusiva de la lengua española. Y es que en otros idiomas la estructura de la frase ya indica desde el principio que se trata de una interrogación. En francés, por ejemplo, ¿Puedo? se construye: Puis-je? Igual sucede en inglés: Can I? En la interrogación, además de que el sujeto no se omite, se coloca detrás del verbo. Sin embargo, la riqueza y flexibilidad sintáctica del español, que permite tanto la elisión del sujeto como el intercambio en el orden de las palabras (se puede decir: ¿puedo?, ¿yo puedo?, ¿puedo yo?), obliga a iniciar cualquier pregunta con un signo de interrogación.
Por esta razón, la RAE señala que no deben suprimirse los signos de apertura, aunque los medios digitales y sus modas perseveren en devolvernos a la Edad Media. Como diría Azorín: «Vivir es ver pasar (…) Mejor diríamos: vivir es ver volver».