Mi Buenos Aires querido

unque se trate del mismo idioma, el español hablado en Argentina ha tenido su propia evolución y sus propias diferencias dialectales, como el lunfardo.

Léase con ese acento bonaerense, porteño, que tanto enamora:

Che, sos un boludo total. Andá, prendeme un faso, que tengo una fiaca… Juná en el tapado. ¿Es que no ves que esa mina va de prepo con vos? Sabés perfectamente que te afanó la guita para dársela a ese groncho atorrante que se la garcha. No le des más bola y no seás quilombero. Todo lo que hiciste por ella ha sido alpedo y, encima, mirá cómo te ha dejado; para el cachetazo.

O lo que es lo mismo:

‘Eres tonto perdido. ¡Anda!, enciéndeme un cigarro, que tengo una pereza… Mira en el abrigo. ¿Tú es que no ves que esa mujer es una prepotente? Sabes perfectamente que te robó el dinero para dárselo a ese negro vago con el que se acuesta. No le hagas ni caso y no le des más vueltas. Todo lo que hiciste por ella ha sido para nada y, encima, mira cómo te ha dejado; hecho polvo’.