sta historia tiene como base fundamental el principio de que la buena escritura está hermanada con la correcta ortografía y reñida con las redundancias repetitivas:
Bruno deambula sin rumbo mientras contempla los colores del otoño. Al fondo, una plaza completamente abarrotada de gente le recuerda que se está celebrando la feria del libro. A pesar de que la noche empieza a caer y está aterido de frío, decide ir a visitarla. Da una vuelta más a su bufanda, cierra los puños y comienza a caminar dispuesto a encontrar el acceso de entrada a la feria.
Una vez dentro, observa que Sempere, el protagonista principal de su novela favorita, está, junto al autor, firmando libros. Sin embargo, su emoción se evapora cuando se topa con un letrero que avisa: ‘No se atiende sin cita previa’.
Bruno, cabreado, como cualquier persona humana, echa a correr y tropieza con una señora de, aparentemente, 80 años de edad. Repuesto de este accidente fortuito, Bruno se da cuenta de que entre la señora y Sempere hay un nexo de unión: ambos dos llevan un crespón negro junto a una flor en la solapa de la chaqueta. Así que acude donde se encuentra Sempere para averiguar qué hay detrás de esa coincidencia. La intuición de Bruno no ha fallado. Sempere saluda cariñosamente a la que resulta ser su madre.