uando decimos que hemos pasado una noche toledana, mala noche hemos pasado. Y no es para menos, puesto que la frase hace referencia al siniestro espectáculo que los toledanos, horrorizados, tuvieron que contemplar una mañana del año 812, tras una dramática e histórica noche: las exangües cabezas de los que habían sido los nobles de la ciudad clavadas en las almenas del palacio de Amru, como venganza de este por la muerte de su hijo Jusuf-ben-Amru.