n español somos muy propensos a emplear expresiones espontáneas que sirven para exteriorizar sorpresa, admiración, dolor, asombro, alegría, etc. Se trata de una sola palabra que debe ir acompañada de signos de interrogación (¿Eh?) o de admiración (¡Ah!).
Pero también tenemos tendencia a dejarnos las haches por el camino, y eso que es la letra por la que circula todo el aire de nuestras expresiones de sorpresa: ¡oh!, ¡bah!, ¡ah!, ¡hola!, ¡eh! Sirva para resolver este problema la regla de que van con h las interjecciones que son exclamaciones y que expresan emociones.
¡Ay!, menos en este caso. Probablemente, para diferenciarlo del verbo haber y del complemento circunstancial ahí. ¡Ah!, y la RAE también admite tanto ¡huy! como ¡uy!
Tal vez, el error más común sea el de ¡hala!, que muchos utilizan mal a la hora de jalear a su afición. No sabemos si con la pretensión de hacerla volar, lanzan un ¡Ala, Madrid! Las alas solo para los pájaros, y las haches para nuestras interjecciones más emocionadas.