Esa ese que anda suelta

ecano dio en el clavo con muchas de sus canciones, pero en más de una también cometió algún que otro desliz gramatical. Como en aquella titulada La fuerza del destino, en la que Ana Torroja, y los millones de españolitos que la corearon, cometió el error de cantar: «Te dije nena dame un beso. Tú contestastes que no». Mucho ha llovido desde aquel lejano 1989, y no sabemos si será la fuerza de la costumbre, pero todavía hay hablantes empeñados en poner esa -s al final de la segunda persona del singular del pretérito indefinido: fuistes, vinistes, llegastes, dijistes, leistes, cantastes, oistes… La lista podría ser interminable, o por lo menos tan larga como verbos hay en nuestro idioma.

Tal vez, por un supuesto prestigio sociolingüístico de la -s, muchos hablantes cometen este error y el de interpelar a alguien con un silbante ¡oyes! A ojos vistas (que no a ojos vista) se trata de una incorrección muy extendida. Y aunque ponerse de pies esté aceptado como coloquialismo, a nosotros nos gusta ponernos simplemente de pie. Y de ninguna manera (que no de cualquiera de las maneras) comprenderemos ese empeño en demandar un taxi llamándolos a todos: «¡Taxis, taxis!» ([‘ta sis, ‘ta sis ]… Así, con dos sonoras eses)… Deje alguno para el resto, por favor.