Paronimias arriesgadas

rrar con el lenguaje, además de dejarnos en mal lugar, puede llegar a afectar a nuestra economía. Para ello basta caer en la extendida incorrección de confundir los adjetivos bimestral y bimensual. Bimestral debe emplearse para algo que sucede cada dos meses, mientras que bimensual se refiere a aquello que ocurre dos veces al mes. Habrá que tener en cuenta esta diferencia a la hora, por ejemplo, de firmar un contrato, ya que los emolumentos a percibir serán muy distintos, dependiendo de si se indica que son bimestrales o bimensuales. También nuestras rentas se verían considerablemente mermadas si nos efectuasen el pago de forma bianual (dos veces al año) y, aún peor, si lo hiciesen de forma bienal (cada dos años).

Esta confusión, tan peligrosa en documentos contractuales, es también muy habitual cuando nos referimos a la periodicidad de publicación de algunas revistas. Es frecuente oír, para indicar que se publica cada quince días: «Esta revista es bimestral», cuando debería emplearse quincenal o bimensual. En este caso, nuestro desliz podrá resultar fastidioso, pero no oneroso.

Estos vocablos, que tienen cierta semejanza o alguna relación entre sí, bien por su sonido, su forma o su etimología, se denominan parónimos: accesible y asequible, fragante y flagrante, especie y especia, costo y coste o espirar y expirar, entre muchos otros. Como reza el dicho: «No es lo mismo la gimnasia que la magnesia». Así que cuidado con las paronimias, que nos pueden jugar una mala pasada.