En dos noches, en París
HUNTER:
No te habías retrasado nunca tanto, Pitágoras; llevo aquí mucho rato.
PITÁGORAS:
Lo lamento. Tengo un problema grave, Hunter. De hecho, todos lo tenemos.
HUNTER:
¿Grave?
PITÁGORAS:
Sí, muy grave. He pasado casi dos días detenido. Me han dejado salir hace una hora…
HUNTER:
No me gusta nada lo que dices.
PITÁGORAS:
No tienes de qué preocuparte. El motivo de mi detención no guarda la más mínima relación con nosotros, pero sí es cierto que estamos en un aprieto…
HUNTER:
Explícate.
PITÁGORAS:
Hace un mes conocí a un tipo, un hombre llamado Henry Gaumont.
HUNTER:
¿Qué pasa con él?
PITÁGORAS:
Cometí un error, me equivoqué con él. Había matado, meses atrás, en defensa propia, a un atracador, y todo en su historia personal le convertía en candidato perfecto a nuestra organización.
HUNTER:
Entiendo…
PITÁGORAS:
Buscaba vengarse de un hombre, para el que había trabajado, y también de la que había sido su mujer. Decidí ayudarle en secreto. No te dije nada porque era un trabajo menor, muy sencillo. La cosa empezó a torcerse hace una semana, durante una reunión que mantuvimos a puerta cerrada varios miembros de nuestra organización… Gaumont escuchó lo que no debía escuchar. Se enteró de que yo era responsable de esas dos muertes. Reaccionó muy mal… Creí que podría convencerle, que se calmaría y finalmente aceptaría unirse a nosotros. Fingió muy bien.
HUNTER:
No me gusta nada todo esto…
PITÁGORAS:
Me ha metido en un lío con la policía. Entiendo que para ganar tiempo.
HUNTER:
¿Le ha contado a la policía lo que sabe de nosotros?
PITÁGORAS:
No. No es tan tonto. Sabe que eso sería como firmar su sentencia de muerte.
HUNTER:
¿Dónde está ahora?
PITÁGORAS:
No lo sé, pero no tardaré en averiguarlo…
HUNTER:
Por lo que explicas, ese hombre es más inestable que la nitroglicerina. Tienes que deshacerte de él rápidamente. Una buena bala y asunto zanjado… Yo me encargo.
PITÁGORAS:
Te lo agradezco. Se ha convertido en una pesadilla para todos.
HUNTER:
¿Tienes alguna idea, algún plan?
PITÁGORAS:
No necesitamos planes complejos. Intentaré hablar con él. Le convenceré de que nos veamos, en un par de días, por la noche, en un lugar solitario…
HUNTER:
¿Aceptará?
PITÁGORAS:
Sé cómo presionarle. Aceptará, te lo aseguro. Tienes que venir a París y ayudarme a resolver esto.
HUNTER:
Lo haré, pero tengo algunas dudas… ¿Cómo nos comunicaremos, cómo sabré en qué lugar y a qué hora os encontraréis?
PITÁGORAS:
Ya he pensado en eso. Escucha: compra un teléfono de tarjeta y envíame el número en un correo electrónico a la dirección que te voy a dar…, ¿apuntas?
HUNTER:
Dime…
PITÁGORAS:
haveaniceday@gmail.com
HUNTER:
Anotado. Mañana cogeré un vuelo a París y esperaré tu llamada.
PITÁGORAS:
Perfecto.
HUNTER:
Todavía hay algo más. Lo más importante…
PITÁGORAS:
¿Qué?
HUNTER:
Tú y yo no nos hemos visto nunca, Pitágoras. No sé nada de ti, ¿cómo os voy a distinguir?
PITÁGORAS:
Entiendo, Contestaré a tu correo enviándote una fotografía. Además, para mayor seguridad, vestiré de una forma muy concreta: americana y pantalón en tono gris; camisa blanca y corbata verde inglés.
HUNTER:
Más que suficiente.
PITÁGORAS:
Creo que eso es todo, ya hablaremos…
HUNTER:
Nos veremos en París, en dos noches. Mañana, antes del mediodía, tendrás el número de teléfono; después, cogeré un avión.
PITÁGORAS:
Gracias.
HUNTER:
Además de darme las gracias, deberás pagarme.
PITÁGORAS:
Si solventas esto de forma limpia y rápida, aceptaré que tú fijes la cantidad. Adiós.