A MI AMIGO Y DESCONSOLADO SR. COLL

(que en una de sus cartas, me preguntaba cómo poder conseguir la llave de un Ministerio)

Señor don José Luis Coll

y García, por más señas,

nacido en esa ciudad

que es conocida por Cuenca,

allá por los años mil

del novecientos y treinta,

en una tarde de mayo

de la fértil primavera

en la que nacen las flores,

las cabras y las ovejas.

Allí, en la Ciudad Encantada

con sus antañonas piedras,

que de vetustas que son

semejan a las cabezas

de ese su Tierno Galván

y del señor Tarradellas.

Bien quisiera contestarle

a esa pregunta compleja

que me llena de inquietud

y me repunza las piernas,

y me zahiere los muslos

desde el vientre hasta las muelas,

retorciéndome los codos,

para darle una respuesta.

¡Señor, Señor…! ¿Cómo darle

una llave ministeria

a un hombre galardonado

por la Real Academia?

¿Cómo dar respuesta sabia

a un prócer de tanta ciencia,

a un hombre grande de España

que mide un metro cincuenta?

¡Es tan grande mi estulticia…!

¡Es tan grande mi torpeza,

que no sé cuál es la llave

que pueda abrir esa puerta!

Pregúnteselo a Clavero,

pregúnteselo a la Cierva,

pregúnteselo a Mellado,

pregúnteselo a Oreja.

O recurra a Martorell

(don Fernando) con presteza,

que ése sí que sabe Abril

sin llave, todas las puertas.