Tu hernia me entusiasma y me enloquece…
Tu hernia, sólo tu hernia, Joaquín.
Tu hernia me envenena y me apetece,
tu hernia de soldado paladín.
Flor inguinal tranquila que reposa
en la cuenca gentil de tu pernera.
Tu hernia es para mí, como la rosa
que pregona la fértil primavera.
Déjame que la mire embelesado,
hasta quedar dormido en tu regazo;
déjame que la mire, buen soldado,
que has tenido la suerte del quebrazo.
Supiste resistir al vil braguero
que opresiona las hernias españolas,
demostrándome así, tu verdadero
espíritu de Maja y de Manola.
¡Héroe! amigo mío, te proclamo
por tu hernia castiza y sin rival,
desde este momento ya declaro
a tu hernia, ¡monumento nacional!