Vide una rosa fermosa
en el jardín del amor,
y como era tan fermosa,
fragantosa y olorosa,
me enamoré de su hedor.
Quise verlla más de cerca
y sentirlla junto a mí,
y al agacharme, sin duda
del esfuerzo, me peí.
¡Ay coño! —dijo la rosa,
rosa de pitiminí…
Y como era tan fermosa,
fragantosa y olorosa,
se murió la pobrecí. (¡Ta!)