ANNE FORTIER. (Dinamarca 1971) Anne creció en el ventoso pueblo de Holstebro en Jutlandia Oeste. Gracias a su madre, Birgit Malling Eriksen, Anne desarrolló el amor por la música y los idiomas a temprana edad y alimentó un sueño secreto de llegar a ser la próxima Maria Callas. Desafortunada para Anne —y afortunadamente para sus lectores— Dios le dio una voz que apenas sirve para cantar en la ducha. Volviéndose hacia un objetivo más amable, Anne empezó a escribir su primera novela a los 11 años y le envió su primer manuscrito a un editor danés a los 13. Para horror suyo, su madre tiene copias de todos sus manuscritos tempranos y de vez en cuando —cuando Anne se vuelve difícil— amenaza con hacerlos públicos. Fue en un viaje a Túnez en 1986 —con su madre, por supuesto— cuando Anne se dio cuenta de que las aventuras pueden encontrarse en el mundo real, y que un escritor necesita viajar para crear historias que merezcan la pena. Ahora, 30 años después, Anne está finalmente preparada para compartir su antiguo amor por Túnez y el desierto del Sáhara con sus lectores en su nuevo libro, THE LOST SISTERHOOD. Claramente, a Anne le llevó algo de tiempo conseguir canalizar todas esas ideas salvajes en volúmenes manejables. Su primera novela, HYRDER PAA BJERGET, fue publicada en Dinamarca en 2005 y es tan autobiográfico como Anne siempre quiso que fuera. También es el último libro que escribió en danés. Su New York Times bestseller, JULIET, salió a la venta en 2010 y hasta ahora ha sido publicado en más de 30 países de todo el mundo. No debería sorprender a nadie que la inspiración para el libro venga de un viaje a Siena con la madre de Anne, que aún es la autoridad a la que Anne recurre respecto a todo lo italiano. Antes de publicar su primer libro, Anne emigró a los Estados Unidos para trabajar en el mundo del cine. Co-produjo el documental ganador de un Emmy FIRE AND ICE: THE WINTER WAR OF FINLAND AND RUSSIA y tiene un doctorado en Historia de las Ideas por la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. Actualmente Anne vive en Quebec con su familia, y de vez en cuando, mientras friega los platos, deleita a la población local de coyotes con algún aria de Verdi.