Ciudad de Nueva York
2 de diciembre, 4:52 a. m.
Los trabajadores del metro de Nueva York lo llamaban el Topo: el motor eléctrico de un tren suburbano que habían convertido en una barredera sobre rieles.
De madrugada, cuando los servicios del metro se hallaban en sus mínimos, el Topo deambulaba por los túneles y sus cepillos delanteros rotatorios limpiaban cualquier tipo de restos que hubieran podido caer a las vías el día anterior. Al final de su turno, todos los desperdicios recogidos por el Topo eran llevados a un horno y destruidos.
A última hora de esa noche, el Topo hizo su habitual trayecto por el túnel de metro adyacente a la Biblioteca Pública. Y, cuando pasó junto a la válvula amplificadora de Ed Con, el conductor empezó a quedarse transpuesto.
No se percató de la entrada abierta, ni del interior destrozado, ni de los ladrillos y los fragmentos de hormigón en el suelo.
No llegó a percatarse del leve ruido de metal contra metal que repiqueteó bajo el Topo cuando pasó junto a la válvula amplificadora.
El Topo siguió recorriendo el túnel, y lo único que dejó tras de sí fue un par de esposas en la vía.