Al día siguiente, el sobrino de Muda-Hassin se instaló en el palacio de James Brooke, antigua residencia de los sultanes de Sarawak.
La población, que no había perdonado al vencido rajá su origen europeo, a pesar de la civilización y de las grandes mejoras introducidas por aquel hombre enérgico, animoso y sabio, fraternizó con las tropas insurrectas.
El nuevo rajá no fue ingrato con sus aliados; ofreció a Sandokán, a Yáñez y a Tremal-Naik honores y riquezas, y les rogó que permaneciesen en su reino; pero todos rehusaron.
Dos días después, Tremal-Naik y Ada, casados al fin, embarcaron con Kammamuri en el yate de lord James, poniendo rumbo a la India, y cargados de magníficos regalos; Sandokán y Yáñez, acompañados de su banda, hiciéronse también a la mar para regresar a Mompracem.
—¿Volveremos a vernos algún día? —preguntaron Ada, Tremal-Naik y lord James al Tigre de Malasia, antes de separarse de él.
—Tal vez —respondió Sandokán, abrazándolos—. La India me tienta, y puede que algún día el Tigre de Malasia y el Tigre de los Sunderbunds se encuentren en medio de las desiertas islas del Ganges. ¡Suyodhana!… He aquí un nombre que hace palpitar mi corazón; he aquí un hombre a quien quisiera ver. ¡Adiós, amigos; esperadme!
FIN