6.12

Imagen

Pero Schofield no estaba en el submarino cuando eso ocurrió.

Segundos antes de que el Talbot alcanzara el fondo, cuando estaba a apenas tres metros y medio del lecho marino y su sombra se cernía amenazante sobre el minisubmarino, mientras Schofield seguía inmerso en sus pensamientos, un sonido metálico golpeó el exterior de su ASDS.

Schofield se giró para mirar por las ventanas y vio un Maghook unido al exterior metálico de su pequeño submarino. Su cable se extendía hasta desaparecer en la oscuridad a un lado del superpetrolero.

Oyó de repente la voz de Knight por el auricular:

—¡Schofield! ¡Vamos! ¡Muévase! ¡Muévase!

Schofield volvió a la vida.

Tomó aire y pulsó el botón de la escotilla.

La escotilla se abrió y el agua entró en el minisubmarino. Apenas tardó dos segundos en llenarse por completo y de repente Schofield ya estaba fuera, moviéndose con rapidez, agarrándose al Maghook unido al flanco del submarino.

Tan pronto se agarró a él, Knight (al otro extremo del cable) accionó el interruptor que desmagnetizaba el gancho y el cable comenzó a enrollarse con rapidez.

Schofield salió disparado a gran velocidad mientras el superpetrolero se cernía sobre él. Su interminable casco se alzaba sobre su cuerpo como si fuera la cara inferior de un planeta mientras, unos treinta centímetros por debajo, el fondo marino se sucedía a vertiginosa velocidad.

Y entonces Schofield salió de debajo del superpetrolero y sus pies se deslizaron fuera en el mismo instante en que el buque alcanzó el lecho del canal de la Mancha con un estruendo reverberante, que hizo que la arena y el limo salieran disparados en todas direcciones, envolviendo a Schofield en una densa nube submarina.

Y, esperándolo, sentado encima del segundo ASDS, respirando de una nueva botella de oxígeno y sosteniendo el Maghook de Gant en sus manos, estaba Aloysius Knight.

Le pasó a Schofield la botella y Schofield tomó oxígeno.

En cuestión de un minuto, los dos estaban dentro del minisubmarino de Knight. Knight volvió a presurizar el submarino, expulsando el agua del interior.

Y entonces los dos guerreros ascendieron de las profundidades del canal de la Mancha en un silencioso viaje que concluyó cuando su pequeño submarino amarillo subió a la superficie del océano, golpeada por la lluvia. Al emerger, el submarino fue golpeado por las olas y la luz cegadora de unos brillantes focos halógenos, luces pertenecientes al Cuervo Negro, que sobrevolaba las aguas, aguardándolos.