6.9

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Ninguno de los misiles Camaleón, sin embargo, fue lanzado.

La cuenta atrás de la consola quedó congelada en:

00:00:00:05

El segundero había alcanzado el cero, pero ese último segundo (calculado en borrosas centésimas de segundo digitales) todavía no había concluido cuando Schofield había tecleado el código de desactivación universal y había pulsado el «ENTER».

En la pantalla podía leerse en esos momentos:

TERCER PROTOCOLO (CÓDIGO): SATISFECHO.

CÓDIGO DE DESACTIVACIÓN AUTORIZADO INTRODUCIDO.

LANZAMIENTO DE MISIL ABORTADO.

Schofield suspiró con alivio.

No se había llegado a lanzar ningún misil.

Londres, París y Berlín estaban a salvo.

Fue entonces, sin embargo, cuando la puerta abierta del costado derecho del Talbot se hundió lentamente por debajo de la línea de flotación.

¡Bum!

El estruendo fue absolutamente ensordecedor.

Fue, literalmente, como si se hubieran abierto las compuertas de una presa.

Cual ejército invasor sobrepasando las líneas enemigas, una inimaginable cantidad de agua entró por el umbral de la entrada de estribor del Talbot. Un muro de agua, un maremoto de líquido imparable y voraz. Las consecuencias fueron inmediatas.

El superpetrolero se inclinó de manera pronunciada, irguiéndose conforme el agua que penetraba desde estribor comenzaba a equilibrar la entrada de agua desde babor.

Aquello, sin embargo, tuvo un efecto colateral importante: el Talbot se desenganchó de la proa del Eindhoven. Y, sin el agarre del otro superpetrolero, perdió su único medio para mantenerse a flote.

Así que comenzó a hundirse, a gran velocidad, en las profundidades del canal de la Mancha.

Para Schofield, Madre y Knight, que seguían en su bote salvavidas en el interior de la bodega, el estruendo fue ensordecedor.

El rugido del agua entrando en la bodega resonó por todo el barco. Las olas batieron contra las paredes de acero, formando remolinos.

Y el nivel del agua comenzó a subir a una aterradora velocidad.

Es más, a Schofield le parecía como si el techo estuviera descendiendo con rapidez hacia ellos.

En cuestión de segundos se encontraban ya flotando en la mitad superior de la bodega, a seis metros por debajo de las pasarelas de acero suspendidas del techo.

Asimismo, con la inundación de la puerta de estribor, Larkham y sus hombres habían cesado la persecución y se habían dirigido a las distintas escaleras que llevaban al techo de la bodega.

—Joder, es bueno —dijo Knight—. Larkham se dirige a la cubierta. Va a asegurar todas las escotillas. A continuación esperará a que subamos, algo que tarde o temprano tendremos que hacer.

—Entonces tendremos que encontrar otra forma —aventuró Schofield—. Lo único que necesito hacer ahora es salir de este barco y encontrar un lugar seguro donde ocultarme mientras desactivo los misiles que apuntan a Estados Unidos.

Schofield sacó su Palm Pilot para ver cuál era el siguiente barco Kormoran en lanzar sus misiles.

Sacó los documentos que había examinado antes en su dispositivo:

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ASUNTO: PAGO COMISIÓN DEL ASESOR

EL PAGO DE LA COMISIÓN DEL ASESOR SE REALIZARÁ MEDIANTE TRANSFERENCIA ELECTRÓNICA INTERNA DE FONDOS DENTRO DE AGM SUISSE DESDE LA CUENTA PRIVADA DE ASTRAL-66 PTY LTD (N.º 437-666-21). POR LA CANTIDAD DE 3,2 MILLONES DE DÓLARES (TRES COMA DOS MILLONES DE DÓLARES). POR VALORACIÓN.

ITINERARIO EJECUTIVO

El orden de viaje propuesto es el siguiente: Asmara (01/08), Luanda (01/08), Abuya (05/08), Yamena (07/08) y Tobruk (09/08).

01/08 Asmara (embajada).

03/08 Luanda (estancia con el Sr. Loch, sobrino de R).

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Cliqueó en la lista de lanzamientos abreviada. La lista entera se desplegó:

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Contempló la ya familiar lista. Era la misma que Libro II había desencriptado antes. Observó las localizaciones GPS de los tres primeros barcos: Talbot, Ambrose y Jewel.

El Ambrose era el siguiente: iba a lanzar los misiles a las doce del mediodía desde las coordenadas GPS: 28743.05, 4104.55.

Cierto, recordó. Nueva York.

Espera un segundo.

Esta lista es diferente a la de Libro.

La miró con más detenimiento.

Algunos de los misiles de la mitad inferior de la lista habían sido modificados.

La lista de Libro solo incluía dos variedades de misiles: el Shahab y el Taep’o-Dong.

Sin embargo, esta incluía otros en su lugar: el Sky Horse (de Taiwán), el Ghauri-II (Pakistán), el Agni-II (India) y el Jericho-2B (Israel).

Schofield también se percató de que había un barco más (la última entrada, el Arbella), que dispararía dos horas después del primer grupo de misiles.

Eso por no mencionar otro detalle preocupante: los misiles taiwaneses e israelíes de la lista estaban provistos de cabezas nucleares estadounidenses, las potentes W-88…

Una ráfaga de disparos impactó en el agua junto a Schofield. Pero este apenas se percató.

Cuando alzó la vista, vio que Knight había acercado el bote a una escalera que conducía a una pasarela del techo. En una situación normal, la pasarela estaba situada a unos veinticinco metros del suelo de la bodega. En esos momentos se hallaba a apenas cinco metros y medio por encima del nivel del agua.

En ella, sin embargo, a unos cincuenta y cinco metros en ambas direcciones y acercándose con rapidez, se hallaban dos equipos de cuatro hombres del IG-88. Habían accedido por las escotillas del techo y en esos momentos recorrían la pasarela desde ambos extremos disparando sin piedad, impactando en las vigas situadas alrededor del bote salvavidas de Schofield.

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

—¡Cabrón! —gritó Knight—. No está esperando a que subamos. ¡Nos está obligando a subir!

Madre levantó a Schofield por el cuello del uniforme.

—Vamos, guapetón. Tu ordenador puede esperar. —Ayudó a que subiera a la escalera, cubriéndolo con su cuerpo.

Subieron por la escalera con rapidez y sin dejar de disparar en ningún momento. Llegaron a la pasarela, donde fueron recibidos por un millón de chispas e impactos de bala.

Madre los cubrió mientras Knight llevaba a Schofield hacia la popa.

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

Las balas parecían provenir de todas partes.

Knight y Schofield dispararon a los hombres del IG-88 que se acercaban desde la parte posterior de la pasarela. Schofield se quedó sin munición.

—¿Vamos a algún sitio en particular? —gritó.

—¡Sí! ¡A un sitio seguro! —respondió Knight mientras seguía disparando—. A un lugar donde pueda desactivar los misiles y donde, al mismo tiempo, podamos todos salir de esta trampa mortal. ¡Por aquí!

Knight dobló a la derecha y pasó junto a un pequeño almacén de mantenimiento situado en una intersección entre esa pasarela y otra que comenzaba tras el almacén, donde se encontraban…

… Los dos minisubmarinos amarillos suspendidos del techo de la bodega con cadenas.

Al igual que las pasarelas, los submarinos ya no se encontraban a mucha altura. A cinco metros por encima de la línea de flotación. Una especie de toldo cubría los dos submarinos y la pasarela situada entre ellos. También ocultaba parcialmente a Schofield y Knight de los equipos del IG-88.

¡Bang! ¡Bang! ¡Bang! ¡Bang!

Siguiéndolos a unos diez metros por detrás, Madre llegó a la intersección sin dejar de disparar a los soldados del IG-88, que en esos momentos estaban a tan solo dieciocho metros de ella desde ambos flancos.

Schofield observó cómo Madre intentaba llegar a los minisubmarinos, pero los hombres del IG-88 le bloqueaban el paso con sus ráfagas de disparos.

Madre se guareció en el almacén.

Estaba atrapada.

—¡Madre! —gritó Schofield.

—¡Sal de aquí, Espantapájaros! —dijo por la radio.

Los hombres del IG-88 atacaron el almacén con la mayor descarga de disparos que Schofield jamás había visto.

El almacén quedó agujereado por el impacto de las balas.

Madre seguía guarecida allí, fuera del campo de visión de Schofield, y este temió que la hubieran alcanzado, pero entonces se asomó de nuevo, disparando y gritando. Abatió a dos del IG-88.

—¡Espantapájaros! ¡Salid de aquí!

—¡No voy a irme sin ti!

—¡Vete! —Disparó dos veces más.

—¡No pienso perderos a Gant y a ti en un solo día!

La voz de Madre se tornó seria.

—Espantapájaros. Vete. Eres más valioso que una vieja gruñona como yo. —Madre lo miró desde su posición—. Siempre lo has sido. Mi valor proviene de mantenerte con vida. Al menos déjame hacer eso. Ahora, preciosidad, ¡vete! ¡Vete! ¡Vete! ¡Vete!

Y, tras eso, Schofield vio que Madre hacía algo valiente y suicida a partes iguales.

Se irguió tras las ventanas del almacén y, tras emitir un aullido, comenzó a disparar a los equipos del IG-88.

Su repentino movimiento hizo que los dos equipos enemigos se detuvieran (y perdieran al primero de sus hombres) y proporcionó a Schofield y Knight la oportunidad que necesitaban para escapar.

—¡Entre! —gritó Knight mientras pulsaba el botón de la escotilla de uno de los submarinos amarillos. Con un rápido movimiento, la escotilla circular situada en la parte superior del submarino se abrió—. ¡No permita que su sacrificio sea en vano!

Schofield dio un paso hacia la escotilla y se volvió hacia Madre, justo cuando las dos fuerzas del IG-88 la arrollaban con sus disparos.

—Maldición, no… —murmuró.

Una ráfaga de disparos alcanzó a Madre, impactando en su chaleco antibalas.

Madre se tambaleó y dejó de disparar. Su boca quedó entreabierta y su mirada se tornó vacía… Entonces cayó y, con el humo y los trozos de cristal saltando por los aires, Schofield la perdió de vista mientras se desplomaba tras las ventanas del almacén.

Un instante después, las fuerzas del IG-88 le despejaron cualquier duda. Dispararon con dos lanzacohetes al almacén.

Y dos columnas de humo se dirigieron hacia el cobertizo desde ambos lados.

Impactaron a la vez y las paredes estallaron hacia fuera y toda la estructura se vino abajo en un instante. El suelo voló por los aires hasta caer al agua, una caída de cuatro metros y medio.

Schofield intentó alejarse del submarino, pero Knight lo retuvo con un empujón.

—¡No! ¡Nos vamos! ¡Ahora! —gritó por encima del estruendo.

Metió a Schofield en el minisubmarino. Schofield aterrizó en su interior y…

… Descubrió que ya había alguien dentro.