6.5

Imagen

Canal de la Mancha

17:30 horas (hora local).

(11:30 horas en Nueva York).

El Cuervo Negro sobrevoló la cubierta principal del superpetrolero, atravesando los haces de luz de los focos del barco.

Llovía con fuerza.

Los relámpagos iluminaban el cielo.

El compartimento para las bombas del Cuervo se abrió y tres figuras descendieron en rápel: Schofield, Knight y Madre.

Iban fuertemente armados (MP-7, Glock, escopetas Remington) gracias al arsenal de su caza. Schofield y Madre llevaban también sendos chalecos que Knight guardaba a bordo del Cuervo para emergencias.

Los tres aterrizaron en la cubierta de proa del Talbot, delante de su torre de control, mientras, sobre ellos, el Cuervo Negro se alejaba.

Justo a tiempo.

Puesto que, tan pronto como Schofield y los demás estuvieron en la cubierta, fueron atacados por una lluvia de disparos procedentes de un par de francotiradores apostados en la torre de control.

Bahía de Nueva York

Costa Este (EE. UU).

En ese preciso instante, al otro lado del Atlántico, Libro II y su equipo de marines entraban en el superpetrolero Ambrose, en la bahía de Nueva York.

Al igual que Schofield, dispusieron tirolinas desde su helicóptero para descender a la cubierta de proa del navío.

Y, al igual que Schofield, fueron atacados.

A diferencia de Schofield, sin embargo, no contaban con la ventaja de la oscuridad y la lluvia. Eran las 11:30 de la mañana. Pleno día.

Los dos francotiradores que los aguardaban en el interior del puente de mando del Ambrose abrieron fuego antes de que los hombres de Libro llegaran al final de sus cables.

Dos marines cayeron al instante. Muertos.

Libro aterrizó en la cubierta con un golpe sordo y comenzó a disparar.

San Francisco

Costa Oeste (EE. UU).

Lo mismo ocurrió en la Costa Oeste.

El equipo de Fairfax irrumpió en el superpetrolero Jewel, entre los disparos procedentes de la torre de control. Pero los hombres de Trent iban preparados.

Su propio francotirador de élite abatió a los tiradores enemigos con dos disparos desde la puerta abierta de su Super Stallion.

Los marines abordaron el barco, aterrizando en el techo de la torre de control. David Fairfax iba con ellos.

Encontraron la ubicación de los francotiradores en el puente: dos de ellos habían estado disparando a través de las ventanas de alta visibilidad del puente de mando del superpetrolero.

Los dos eran de color y llevaban ropa militar africana.

—Pero ¿qué demonios? —dijo Andrew Trent cuando vio la insignia de su hombro.

Los francotiradores llevaban la insignia del ejército de Eritrea.

Canal de la Mancha

Los rayos iluminaban el cielo, las olas chapaleaban contra el costado del superpetrolero, los truenos rugían, las balas impactaban en la cubierta de proa.

Madre y Knight abatieron a los dos francotiradores dispuestos en el puente del Talbot con una ráfaga de disparos.

—¡Debería haberlo sabido! —gritó Schofield mientras corrían hacia una puerta situada en la base de la torre de control—. ¡Killian no iba a dejar sus barcos desprotegidos!

—¿Quiénes son? ¿Quiénes los están protegiendo? —vociferó Madre.

De camino a la torre, encontraron una escotilla de acceso en la cubierta. Knight y Schofield la abrieron…

… Y se toparon con el ensordecedor rugido de disparos automáticos y la imagen de una escalera vertical que descendía hasta desaparecer en la enorme bodega del barco.

Pero lo que realmente llamó la atención de Schofield y Knight, sin embargo, fue lo que vieron en la base de la escalera. El origen de los disparos.

Para su total sorpresa, vieron a un equipo de soldados vestidos de negro que blandían Uzi y M-16 con precisión clínica y disparaban sin piedad a un enemigo oculto.

Schofield cerró la escotilla de nuevo.

—Creo que hemos interrumpido una batalla —aventuró.

—¿Qué has visto? —gritó Madre.

—No somos los primeros en llegar al petrolero —dijo Schofield.

—¿Qué? ¿Quién hay ahí abajo?

Schofield miró a Knight.

—No muchas unidades de élite usan Uzi en los tiempos que corren —dijo Knight—. Zemir. Yo diría que es la unidad de reconocimiento Sayaret Tzanhim.

—Coincido —dijo Schofield.

—¡Alguien puede decirme qué está pasando! —bramó Madre bajo la lluvia.

—Creo —gritó Schofield—, que este barco ha sido tomado por el otro único hombre en el mundo que puede desactivar el sistema de seguridad CincLock. Es el tipo de la Fuerza Aérea israelí de la lista, Zemir, con un equipo de los mejores soldados israelíes, los Sayaret Tzanhim, protegiéndolo.

—Con el día que llevamos, yo ya me creo cualquier cosa —dijo Madre—. ¿Adónde ahora?

Schofield miró su reloj.

17:35 horas.

11:35 en Nueva York.

—Dejemos que los israelíes hagan el trabajo sucio —propuso Schofield—. Encantado de que Zemir sea el héroe aquí y desactive los misiles. Respecto a nosotros: entremos en la torre. Quiero echar un vistazo a esos francotiradores. Ver contra quién peleamos antes de bajar al caos para ayudar a Zemir.

Llegaron a la puerta situada en la base de la torre y la abrieron justo cuando…

¡Bam!

… Fueron asaltados por la cegadora luz blanca de un helicóptero.

Schofield se volvió junto a la puerta mientras la lluvia le golpeaba el rostro.

—Oh, no, tiene que ser una broma… —dijo.

En aquel lugar, aterrizando en la cubierta de proa del superpetrolero, a unos cien metros de allí, escudriñando el área con sus luces, se hallaba un Alouette robado.

Concluyó el aterrizaje.

Y de él se bajaron tres hombres con uniformes de combate rusos y subfusiles automáticos Skorpion…

Dmitri Zamanov y los dos miembros restantes de los Skorpion.

—Mierda, me había olvidado —dijo Knight—. Su cabeza sigue teniendo un precio. Es Zamanov. Corra.