5.12

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Sí lo hizo, sin embargo, fuera de la fortaleza de Valois, entre las olas del océano Atlántico.

Exactamente seis minutos después de haberse sumergido bajo los tiburones que estaban comiéndose el cuerpo de Drake, salió a la superficie del océano, todavía con la pequeña botella de buceo en los labios.

La botella tenía el aire suficiente para recorrer el largo pasillo submarino que conectaba el foso de los Tiburones con el mar abierto.

Knight no permaneció mucho tiempo en el agua. El transpondedor de su chaleco se encargó de ello.

En cuestión de minutos, la sombra del Sukhoi S-37 se cernió sobre él, agitando el agua a su alrededor por obra y gracia de sus propulsores.

A continuación un arnés cayó del compartimento de bombas del avión y se precipitó al agua, a su lado. En pocos segundos, Aloysius Knight se encontraba en el interior del Cuervo Negro, con Madre y Rufus.

—¿Se encuentra bien, jefe? —dijo Rufus mientras le daba otro par de gafas con los cristales tintados de dorado.

Knight las cogió mientras yacía desplomado en el suelo de la celda trasera del Cuervo y se las puso. No respondió a la pregunta de Rufus. Seguía conmocionado por la terrible ejecución que había presenciado en el foso de los Tiburones.

Madre dijo:

—¿Qué hay de Espantapájaros? ¿Y de mi Gant?

Knight la miró fijamente.

Tras sus gafas, sus ojos eran la viva imagen del horror. Miró a Madre sin saber muy bien qué decir.

Entonces, de repente, se puso en pie.

—Rufus. ¿Puede establecer la posición de Schofield? Los MicroDots que puse en su Palm tienen que habérsele pegado a la mano.

—Lo tengo, jefe. Y se está moviendo. Parece que alguien lo llevó al portaaviones de la costa.

Knight se volvió hacia Madre y respiró profundamente.

—Schofield está vivo, pero… —Tragó saliva—. Puede que haya un problema con la chica.

—Oh, Dios mío, no… —dijo Madre.

—No puedo hablar de ello ahora —dijo Knight—. Tenemos que rescatar a Schofield.