4.2

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Schofield y Gant echaron a correr.

Salieron del comedor al pasillo mientras la risa llena de desdén de Jonathan Killian los perseguía.

Los hombres de ExSol se levantaron en cuestión de segundos de sus asientos y cogieron sus armas. La perspectiva de poseer otros 18,6 millones de dólares era demasiado buena como para resistirse.

Killian dejó que salieran del comedor y se dispuso a disfrutar del espectáculo.

Schofield y Gant entraron en el garaje.

—Mierda. Demasiadas opciones —dijo Schofield mientras se arrancaba los vendajes y contemplaba la selección de coches de miles de millones de dólares que tenían ante sí.

Gant miró por encima de su hombro y vio a los mercenarios de Executive Solutions en el pasillo tras ellos.

—Tienes cerca de diez segundos para escoger el más rápido, gallito.

Schofield observó el Porsche GT2. Plateado y bajo, descapotable. Era un coche bestial.

—No, ese no soy yo —dijo, saltando al interior del igualmente veloz coche de rali que había al lado: un Subaru WRX azul eléctrico.

Nueve segundos después, los hombres de ExSol entraron en el garaje.

Llegaron justo a tiempo para ver cómo el WRX recorría el garaje a una velocidad que ya alcanzaba en esos momentos los sesenta kilómetros por hora.

En el extremo más alejado del garaje, la puerta exterior estaba abriéndose, gracias a Libby, que estaba junto a los controles.

Los hombres de ExSol abrieron fuego.

Schofield detuvo el coche justo delante de Gant.

—¡Sube!

—¿Qué hay de Knight?

—¡Estoy seguro de que lo comprenderá!

Gant se metió por la ventana del copiloto justo cuando la puerta se abrió del todo, revelando el patio interno bañado por el sol…

… Y el rostro sorprendido del comandante Dmitri Zamanov.

Acompañado por seis de sus Skorpion y con una caja de transporte de órganos en sus manos.

Un par de helicópteros rusos Mi-34 estaban en el patio de gravilla, tras los soldados Spetsnaz. Las palas del rotor seguían girando.

—Joder —musitó Schofield—. ¿Podría irnos peor?

En el despacho de monsieur Delacroix, Aloysius Knight se volvió al oír disparos en el garaje.

Fue a la antesala para ver si Schofield estaba allí. Pero no.

—Mierda —gruñó—. Pero ¿es que este tío no puede alejarse del peligro ni cinco minutos?

Salió corriendo del despacho.

Monsieur Delacroix ni siquiera se molestó en alzar la vista.

El WRX de Schofield estaba en esos momentos frente a Zamanov, en la entrada al garaje.

Los dos hombres se miraron.

El gesto de sorpresa de Zamanov se transformó rápidamente en uno de odio.

—¡Pisa a fondo! —gritó Gant, rompiendo el encantamiento.

Bam. Schofield pisó el acelerador.

El coche salió despedido, atravesando casi al vuelo la entrada, haciendo que los Skorpion se dispersaran al tener que apartarse de su camino.

El WRX cruzó cual bólido el patio del castillo, levantando la gravilla del suelo, antes de atravesar casi al vuelo el gigantesco rastrillo en dirección al puente levadizo, rumbo a tierra firme.

Dmitri Zamanov se puso en pie en el mismo instante en que cinco coches más pasaron junto a él tras el WRX. Eran un Ferrari rojo, un Porsche GT2 plateado y tres coches de rali Peugeot amarillos con el logo de Axon en sus costados.

ExSol.

Persiguiendo a Schofield.

—¡Joder! —gritó Zamanov—. ¡Es él! ¡Schofield! ¡Vamos! ¡Vamos, vamos, vamos! ¡Cójanlo y tráiganmelo! ¡Antes de que Delacroix toque su cabeza, lo despellejaré vivo!

Cuatro de los Skorpion se pusieron inmediatamente de pie y corrieron a los dos helicópteros, dejando a Zamanov y a los otros dos en el castillo con su cabeza.

La persecución estaba en marcha.