2.9

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Luces en la oscuridad.

Luces de faros rebotando, saltando, avanzando por el aire lleno de polvo.

El Driftrunner del Caballero Oscuro descendía a gran velocidad por el estrecho túnel.

El Driftrunner era más o menos del tamaño de un Humvee y consistía, en esencia, en una camioneta de grandes dimensiones con una larga batea trasera y una cabina del conductor parcialmente cubierta. No había, sin embargo, una pared o ventana divisoria entre la cabina del conductor y la parte trasera donde iban los trabajadores; se podían atravesar los dos compartimentos simplemente subiendo por encima de los asientos.

El túnel era cuadrado, un cuadrado casi perfecto, con paredes de granito y techo plano de piedra sustentado por vigas de madera. También era prácticamente recto, pues se extendía en la oscuridad cual flecha.

Y era estrecho, muy estrecho. El Driftrunner a duras penas pasaba por él. El hueco entre el camión y el túnel era de unos treinta centímetros a cada lado, mientras que con respecto al techo la distancia entre el vehículo y este era de metro veinte.

Los Skorpion estaban pisándoles los talones.

Los tres soldados rusos que habían tomado el vehículo ligero de asalto de Schofield estaban en esos momentos avanzando a gran velocidad por el túnel tras el Driftrunner. Su vehículo era más pequeño y rápido, por lo que los estaban alcanzando con facilidad. El conductor manejaba el vehículo a gran velocidad mientras sus compañeros disparaban al Driftrunner con sus subfusiles automáticos VZ-61.

Bañados con la luz retumbante de los faros del vehículo ligero de asalto, Madre y Libro y Retaco y Freddy devolvían los disparos.

Tras el vehículo ligero de asalto se hallaban los otros tres Driftrunner, que albergaban a los diecisiete miembros restantes de la unidad desertora de Spetsnaz. Un pequeño convoy atravesando a una velocidad peligrosa el túnel rocoso.

—¡Madre! ¡Tiempo! —gritó Schofield desde el asiento de pasajeros del primer camión.

—¡Tres minutos!

—¿Cuál es la longitud del túnel? —preguntó Knight.

—Más de seis kilómetros.

—Vamos a estar muy justos.

Libro y Madre y Retaco y Freddy siguieron disparando al vehículo ligero de asalto que seguía a su camión. Alternaban los disparos de manera que, mientras dos de ellos abrían fuego, los otros dos cargaban sus armas.

Siguiendo ese patrón, Madre y Libro se agacharon para volver a cargar sus armas; Retaco y Freddy ocuparon su lugar y los alcanzó una ráfaga devastadora de disparos. El rostro de Freddy se transformó en pulpa. A Retaco lo acertaron en la garganta y cayó, apretando los dientes del dolor. Libro II se tiró hacia delante para evitar que se cayera del camión y logró cogerlo…

Pero eso era todo lo que los Skorpion necesitaban.

Madre, que seguía cargando su arma, se volvió para ver qué estaba ocurriendo. Se giró justo a tiempo para ver que dos ocupantes del vehículo ligero de asalto saltaban de la parte delantera del vehículo a la batea trasera del Driftrunner.

Libro tenía las manos ocupadas, pues seguía sujetando a Retaco.

Los dos Skorpion aterrizaron de pie y levantaron sus armas para matar a Libro y a Retaco.

Su arma todavía no estaba cargada, así que Madre se abalanzó sobre ellos, placándolos, y los tres cayeron al suelo de la batea mientras las paredes del túnel se sucedían en una masa borrosa de color gris.

Knight y Schofield lo vieron todo.

Schofield se incorporó para ir a ayudarlos.

—¡Tenga! —gritó Knight mientras le pasaba una de sus Remington plateadas—. ¡Mientras esté allí atrás, no deje de disparar a ese vehículo!

Schofield se lanzó a la zona de carga descubierta del Driftrunner.

Vio a Madre en el suelo, forcejeando, vio que Libro II subía a Retaco a la batea, vio el vehículo ligero de asalto avanzando por el túnel tras ellos y cómo sus faros iluminaban el espacio confinado.

Levantó la Remington plateada y, sosteniéndola con las dos manos, disparó al vehículo.

El retroceso de la escopeta fue bestial.

Sus efectos, aún mayores. Lo que quiera que fueran los proyectiles que usaba ese Knight resultaba de lo más destructivo.

El vehículo ligero de asalto salió disparado del suelo.

Alcanzado por los disparos de la escopeta, se elevó en el aire y comenzó a tambalearse de lado a lado. Tal era la velocidad que llevaba, que el vehículo rodó y comenzó a dar tumbos, golpeándose con las paredes y el techo del túnel antes de detenerse súbitamente sobre su techo abollado.

El conductor seguía con vida de milagro, pero no por mucho tiempo.

Una fracción de segundo después de que se detuviera, el vehículo ligero de asalto fue golpeado por detrás y estalló en pedazos cuando el primer Driftrunner Skorpion lo arrolló y pasó por encima, seguido del segundo camión de los Spetsnaz y posteriormente del tercero.

En cuestión de segundos, los Driftrunner de los Skorpion estaban justo detrás del camión de Schofield, con sus faros refulgentes acercándose cada vez más en aquel polvoriento túnel.

El primer camión ruso aceleró y golpeó su parachoques bull bar con el paragolpes trasero del Driftrunner de Schofield.

Los dos vehículos sufrieron el impacto.

Entonces los Skorpion quitaron de una patada el parabrisas del primer Driftrunner ruso y salieron al capó y, antes de que Schofield pudiera hacer nada por evitarlo, en el estrecho espacio que conformaba el oscuro túnel, tres de ellos saltaron a la batea de su vehículo.

Hicieron caso omiso de Libro II y Madre y fueron directamente a por Schofield con sus subfusiles listos para disparar.

Knight los vio por el espejo retrovisor y pisó el freno.

El Driftrunner dio un bandazo y todos cayeron hacia delante, incluidos Schofield, Madre, Libro y Retaco.

Como piezas de dominó al caerse, los otros tres camiones del convoy chocaron entre sí, morro con batea, morro con batea, morro con batea.

En el Driftrunner de Schofield, los tres Skorpion que iban tras él salieron despedidos hacia delante.

Uno de ellos soltó el arma para intentar agarrarse a algo; el otro cayó dando tumbos al suelo de la batea, junto a Schofield; el tercero salió despedido hacia la cabina del conductor, donde se golpeó contra el salpicadero. Alzó la vista y se encontró con el cañón de una escopeta plateada y el punto de un láser azul iluminando su nariz.

¡Bum!

Knight disparó.

La cabeza del soldado estalló cual lata de sopa de tomate.

Knight pisó de nuevo el acelerador y el Driftrunner siguió avanzando.

Los otros dos soldados Spetsnaz, sin embargo, una vez recuperado el equilibrio, solo tenían ojos para Schofield.

El que había perdido su arma sacó un cuchillo de caza Warlock, mientras que el otro alzó su VZ-61 a gran velocidad… Y en ese mismo momento, Knight se giró y los vio, y sus ojos refulgieron, una mirada que decía que no osaran tocar a Schofield.

Schofield reaccionó con rapidez.

Esquivó el subfusil, cual karateka, empujando el cañón a un lado justo cuando su enemigo disparó.

Pero no podía contra los dos.

El otro soldado blandió su cuchillo y se abalanzó sobre él, sobre su garganta.

Y, de repente, Aloysius Knight estaba allí.

Y, con una fuerza increíble, Knight arrojó al soldado del cuchillo y al del VZ-61 de Schofield a la cabina del conductor en el mismo instante en que su Driftrunner era golpeado con fuerza por el camión que tenían detrás.

Knight y los dos soldados Spetsnaz salieron despedidos hacia delante, atravesaron el parabrisas del camión y cayeron al capó.

A decir verdad, no traspasaron el parabrisas. Fabricado con un cristal de seguridad inastillable, el parabrisas se resquebrajó y salió despedido de su marco, aterrizando sobre el capó cual alfombra rectangular (intacta, pero abollada).

Los cuatro Driftrunner prosiguieron con su avance por el estrecho túnel.

Schofield vio que Knight había colocado una barra de acero sobre el pedal del acelerador para que el Driftrunner siguiera avanzando por el túnel. Las paredes rocosas del túnel se encargaban de corregir su dirección.

Sobre el capó del primer camión, Knight forcejeaba con los dos Skorpion.

El soldado del cuchillo intentaba desesperadamente volver a llegar hasta Schofield, mientras que el del VZ-61 había perdido su arma al intentar agarrarse en la caída.

Knight, sin embargo, se había llevado la peor parte. Agarrado al parachoques del camión, las piernas le colgaban de la parte delantera.

Vio que el hombre del cuchillo se arrastraba por el capó para volver a por Schofield, entonces lo agarró de la bota y tiró con fuerza, empujándolo hacia la parte delantera del capó… y tirándolo fuera del camión.

Con un grito de horror, el soldado ruso cayó bajo el Driftrunner, bajo sus chirriantes ruedas. Fue zarandeado y aplastado por las ruedas de todo el convoy de Driftrunners hasta que el último camión lo escupió, magullado, destrozado. Muerto.

El otro Skorpion lo vio y comenzó a patearle las manos a Knight, pero este se agarró al cinturón del hombre y comenzó a tirar de él también.

—¡No! —gritó el Skorpion—. ¡Nooo!

—¡No podéis tenerlo! —gritó Knight mientras tiraba del soldado Spetsnaz hacia sí.

El soldado llegó a la altura de Knight. Era un soldado enorme, con rostro fiero y enfadado. Se aferró al cuello de Knight.

—Si caigo, Caballero Oscuro, tú también lo harás… —gruñó.

Knight lo miró fijamente.

—Vale.

Y entonces se soltó del parachoques, arrastrando consigo al estupefacto soldado ruso, y los dos cayeron al polvoriento suelo, delante del camión en marcha…