Capítulo 108

Monasterio de Optina, Rusia, 27 de febrero de 1917

Alicia sacó el cuchillo de la espalda de Pavel y este se desplomó sobre Hércules. Cuando la mujer intentó levantar a su amigo, este apenas podía reaccionar.

—Tenemos que irnos cuanto antes —dijo Alicia, mientras ponía en pie a Hércules.

El español comenzó a caminar y después miró el precipicio.

—¿Tenemos que bajar por ahí? —preguntó medio mareado.

—Creo que no hay otro camino —contestó Alicia.

—Por la cascada, por lo menos caeremos en blando —dijo en broma Hércules.

La altura era de unos diez metros y, aunque el fondo parecía profundo, no sabían si había rocas superficiales ocultas entre la espuma. Primero se lanzó Hércules, casi sin pensar; después lo hizo Alicia. Durante unos segundos permanecieron bajo el agua, sintiendo la presión de la corriente y el frescor reparador del río. Se acercaron a la orilla y vieron a Lincoln agarrándose el brazo y al stárets a su lado.

—Será mejor que nos marchemos —dijo Hércules.

—El otro sigue ahí —informó Lincoln.

—Creo que ha huido al ver caer a su jefe —contestó Hércules.

Salieron de entre las rocas y se dirigieron al monasterio. Debían recuperar su vehículo y regresar a Moscú, para de allí huir a algún país de Europa Occidental. Cuando llegaron al monasterio, el espectáculo fue estremecedor. Todos los hermanos estaban muertos. El stárets comenzó a darles la extremaunción uno a uno, sin poder evitar llorar de rabia e impotencia.

Tras enterrar a los monjes en una fosa común, el stárets les pidió que lo esperaran mientras él iba a recoger sus cosas. Se dirigiría con ellos a Moscú, aquello ya no era un sitio seguro.

Cogieron uno de los carros del monasterio y comenzaron su lenta marcha hasta el pueblo más cercano, donde tomarían un tren para Moscú. La misión estaba cumplida, ya únicamente les quedaba regresar a casa.