Capítulo 98

Tver, Rusia, 24 de febrero de 1917

Ana y Alicia iban a dormir juntas, al final el granjero les había dejado la habitación de su hijo, pero Hércules y Lincoln durmieron en el granero, vestidos y algo inquietos. Los bolcheviques podían estar persiguiéndolos, al fin y al cabo, habían asesinado a varios comunistas antes de huir del tren. Hércules se colocó el abrigo en forma de almohada e intentó descansar un poco, pero Lincoln comenzó a hablar:

—Este asunto apesta. El hermano Juan está muerto y, aunque tenemos el libro, no sabemos lo que vamos a encontrarnos en ese monasterio. Tal vez sería mejor regresar a Suiza o a España, poner a buen recaudo el libro y olvidarnos de este asunto.

—Me sorprende que diga eso, viejo amigo. Alguien está matando a monjes muy cerca de aquí, nos han pedido nuestra ayuda y no podemos simplemente olvidarnos del asunto y ponernos a salvo —contestó Hércules.

—No quiero que me malinterprete, pero hemos arriesgado la vida demasiadas veces y ahora preferiría que Alicia estuviera a salvo y pudiéramos formar una familia. Ese maldito sádico que nos atrapó en Suiza estuvo a punto de violar a mi prometida; creo que eso es razón más que suficiente para regresar a casa —comentó Lincoln ofuscado.

—Nadie quiere más a Alicia que yo, pero debemos cumplir nuestra palabra. Si lo desea, disolveremos nuestra asociación en cuanto resolvamos este caso. Después puede regresar a Estados Unidos, España o donde le plazca. Alicia y usted tienen mi bendición —dijo Hércules.

Lincoln se dio la vuelta y masculló una queja que su amigo no llegó a entender. A veces, Hércules podía llegar a ser muy injusto. Él era un hombre de palabra, nunca había negado auxilio ni ayuda a nadie. Ni durante su etapa de policía ni en los últimos años junto a Hércules; pero no deseaba exponer más a Alicia. Sabía que ella era valiente y dura, pero también que se les estaba pasando el tiempo y que si no se casaban pronto, su vida comenzaría a dejar de tener sentido. Después cerró los ojos e intentó pensar en otra cosa, pero la imagen de aquel hombre intentando violar a su prometida lo asaltaba una y otra vez.