Capítulo 91

San Petersburgo, Rusia, 23 de febrero de 1917

Alicia contempló sorprendida a la multitud. La mayoría eran mujeres vestidas con ropas sencillas, demasiado ligeras para el final del invierno. En sus pancartas brillaban los colores rojos y sonreían al pasar delante de ellos. En un momento la masa los arrastró hasta la plaza, contemplaron a los soldados abrazando a la muchedumbre y se emocionaron al ver la fuerza de aquel pueblo.

Justo cuando estaban a punto de regresar por su camino, a Alicia le pareció ver a Hércules entre la multitud, aunque la simple idea le pareció estúpida. Su amigo odiaba aquellas aglomeraciones. Caminaron hacia el río, pero una voz los detuvo. Alguien pronunciaba su nombre.

Alicia se giró y vio a Hércules agitando su sombrero. Estaba sonriente, pero muy pálido. Corrieron a su encuentro y se fundieron en un abrazo.

—¡Estás bien, gracias a Dios! —exclamó Alicia.

—Sí, temí no veros nunca más —comentó Hércules.

—Amigo… —dijo Lincoln abrazándolo.

La mujer se secó las lágrimas y tomó de la mano a su amigo. Salieron de la plaza y se dirigieron hacia uno de los cafés que se había atrevido a mantener las puertas abiertas. Se sentaron en una mesa y comenzaron a contarse las aventuras de la última semana.

—Este es el libro —dijo Alicia sacando un paquete de su mochila.

—Fantástico. Ahora tendremos que encontrar el manuscrito. Los crímenes tienen relación con este libro, estoy convencido —dijo Hércules.

—¿Crees que Nilus nos entregará voluntariamente el manuscrito? —preguntó Alicia.

—No lo creo —contestó Hércules.

Lincoln realizó un gesto hosco y dijo:

—Pues tendrá que dárnoslo de todas formas. No podemos permitir que ese maldito libro salga a la luz.