Capítulo 68

Praga, Chequia, 16 de febrero de 1917

Después de una hora de camino llegaron a una puerta de bronce. El anciano les indicó que entraran. Después Lincoln y el hermano Juan encendieron las lámparas de aceite de las paredes. La gran sala quedó iluminada y pudieron contemplar una réplica de lo que debía de haber sido el templo de Jerusalén. Todos se quedaron sorprendidos y admirados.

—Hasta ahora no hemos podido reconstruir el templo en Israel, pero al menos esto se le parece mucho —dijo el anciano.

—¿Aquí fueron las reuniones? —preguntó Lincoln.

—Sí —comentó Jacob.

—¿Dónde podemos encontrar las actas originales? —preguntó Alicia.

—Las robó un monje ortodoxo —contestó el anciano.

—¿Sabe cuál es su nombre? —preguntó Churchill.

—Sergei Aleksándrovich Nilus, aunque cuando llegó a Praga se hizo pasar por uno de nuestros hermanos. Cuando descubrimos el engaño ya era demasiado tarde —dijo el anciano.

El hermano Juan no pudo disimular su ansiedad. El conocía a Nilus, era su stárets, nunca hubiera pensado que se trataba de un falsificador y un mentiroso.

—Si las actas las tiene Nilus, ¿por qué te mandó para buscar el libro y pedirnos ayuda? —preguntó Hércules.

—Nilus no lo mandó para buscar el libro, quería que descubriéramos quién estaba matando a los monjes de su monasterio en Rusia —dijo Alicia.

—No es cierto, el hermano Juan tenía que recuperar el libro, aunque él no nos contó toda la verdad. Sin duda las muertes tienen que ver con este misterio —dijo Hércules.

—El libro está en Zúrich —dijo el anciano.

Todos lo miraron sorprendidos.

—¿Cómo lo sabe? —preguntó Alicia.

—Nosotros se lo robamos a Nilus y lo guardamos en otra caja de seguridad. El muy incauto lo guardó en un banco judío, aunque imagino que él ignora este detalle —dijo el anciano.

—¿Podríamos conseguirlo? —preguntó Alicia.

—Si el libro sale a la luz, podría desatarse la mayor matanza de judíos de la historia —aclaró el anciano.